VE-06 OCTUBRE 2014

de infarto. Lo que más le gusta es que puede deleitarse observando un
cuerpazo como si estuviera en una sala 3D.
Acerca la banqueta y se sienta para estar más cómodo. Mientras
ajusta el enfoque y el zoom del binocular se relame ante el espectáculo
que con toda seguridad va a presenciar. Y es que a la vecinita le gusta
bailar mientras se desnuda, y de tanto en tanto se consuela con aquellos
juguetitos que habrá comprado en algún sex-shop.
La joven conecta su mp3 y lo pone a todo volumen, tarareando sus
temas preferidos. Al compás de lo último de Laura Pausini comienza a
quitarse la blusa, desabrochando los botones uno a uno, despacio, muy
despacio. Contonea la cintura y hace unos graciosos movimientos de
pelvis que excitaría a más de uno. El mirón pasa su lengua una y otra vez
por sus labios en un signo inequívoco de nerviosismo.
La vecina ya se ha despojado de la blusa, lanzando sus zapatos de
tacón de agua a continuación. Se ríe porque uno de ellos ha caído en la
taza del váter, que estaba abierta.
Viste una bonita y coqueta falda a cuadros que no le tapa más que
lo justo, mas ahora es la prenda que se quita. El voyeur está excitado y
comienza a tocarse. Le encanta ver esas minúsculas braguitas que solo
sirven para tapar el sexo de la muchacha, pues por detrás es una simple
tira de silicona.
A mitad de canción, y luego de unos movimientos sensuales de
caderas, se despoja del sostén de encaje. Los senos, libres de la opresión
que la prenda ejercía sobre ellos, apuntan enhiestos hacia el hombre
oculto tras la pared. Los erectos pezones están a pocos centímetros de
él. Ansía tocarlos, mas le es imposible porque una muralla de ladrillos y
cemento se lo impide.
El hombre ya se ha despojado del pantalón y de la ropa interior y
da rienda suelta a su imaginación. La joven continúa con la prenda que le
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