VE-06 OCTUBRE 2014

Me refregué los ojos y comencé a preguntarme ¿Qué tiene que ver
todo esto con un asesino? ¿Será algún usuario escritor de la página? ¿Si
me registro bajo otro nombre y presento un escrito y espero?
Cuando más preguntas comenzaban a agolparse en mi cabeza sonó
el teléfono, era el profesor Von Traggen muy enojado y a los gritos
repetía:
– ¡Esto debe ser una broma de muy mal gusto! ¿Quién se cree
usted que es para hacerme perder el tiempo de esa forma? ¡Todo lo que
me dio es una basura, una completa basura, de los veintidós escritos no
pude rescatar uno como Dios manda! ¡Ni siquiera un niño que comienza
a escribir puede hacerlo tan mal…!
Quince minutos tardé para poder calmar al profesor, hasta que al
fin me explicó que de haber sido él quien recibía esos escritos, sin
pensarlo y salvaguardando el gusto de los lectores, él mismo hubiera
matado a los autores en forma violenta para que sufrieran lo que los
lectores hubieran tenido que sufrir de haberse publicado semejantes
bazofias.
Una semana después recibí en mi correo personal un mail escrito y
firmado por los directivos de Valencia Escribe, en el que decían que
habiéndose enterado acerca de la investigación llevada a cabo por mí y
mencionando el nombre de cada una de las veintidós victimas, se hacían
cargo del asesinato de cada una de ellas, recalcando que no solo no se
sentían apenados sino que estaban orgullosos de haber borrado de la
faz de la tierra a personajes que osaban por desprestigiar la literatura y
el buen gusto, olvidándose y hasta faltando el respeto al lector,
escribiendo lo que escribían sin mostrar siquiera un ápice de humildad; y
aunque no había un sentimiento de remordimiento ni culpa por lo que
hicieron, querían hacer saber que estaban dispuestos a indemnizar a los
familiares de las víctimas y a entregarse a la ley.
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