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Conclusiones y Propuestas<br />
En definitiva, como hemos visto, cientos de jihadistas se han incorporado al conflicto<br />
de Siria e Irak vinculados a Marruecos, con ellos se encuentran muchos que viajaron<br />
directamente desde España. Los de uno y otro país han utilizado los mismos ‘banderines<br />
de enganche’, alguno de los cuales ha sido desarticulado en brillantes operaciones<br />
conjuntas de la Policía de ambos países, ejecutadas en ciudades como Melilla,<br />
Ceuta, Málaga, Tánger, Tetuán o Castillejos, entre otras. Estos individuos se determinan<br />
de forma común para vincularse a un mismo -falsario y manipulado- concepto de jihad,<br />
a una misma estrategia, a las mismas tácticas, a los mismos compromisos, a unos<br />
únicos objetivos. En definitiva, juntos se conforman como ‘nuestros jihadistas’.<br />
Los mensajes amenazantes que éstos elementos difunden en redes sociales, tanto en<br />
discursos expuestos en sus perfiles como en las conversaciones que mantienen en<br />
privado, responden a un perfecto y disciplinado seguimiento de las consignas de los<br />
grupos para los que operan, con un destacado protagonismo -en los últimos mesesdel<br />
Estado Islámico de Irak y Levante (ISIS), re- nombrado finalmente como Estado<br />
Islámico (IS), que lidera el autoproclamado ‘califa’ y ‘Emir al Mouminim’, Abou Bakr al-<br />
Baghdadi.<br />
La globalidad no es sólo la nota característica de la teleología u objetivo final del terrorismo<br />
internacional de etiología jihadista, también es un aspecto que caracteriza a<br />
los sujetos que se vinculan como actores, más o menos protagonistas, a ese criminal<br />
espectro, por su dispar procedencia. Los grupos o movimientos jihadistas, y los individuos<br />
que los integran, lanzan continuas amenazas generales contra Occidente; en<br />
los últimos tiempos, con especial intensidad, España y Marruecos aparecen unidos<br />
en buena parte de las amenazas expresas. Pareciera que ambos países son la misma<br />
cosa para ellos, destinos a conquistar. Las diferencias de matiz las encontraremos<br />
sutilmente expresadas en la pseudo-justificación religiosa e histórica que manejan:<br />
Mientras que España, Al Andalus, es una tierra del Islam que debe ser ‘recuperada’;<br />
Marruecos, por su parte, es un país sobre el que los jihadistas decretan ‘fatwas’ en las<br />
que acusan de apostasía tanto a la sociedad como al estado y sus dirigentes (no es el<br />
único país musulmán situado en su punto de mira). Desde esta perspectiva, en caso<br />
de materializarse cualquier amenaza, cabe esperar -de su conducta- el asesinato de<br />
cualquiera que no comparta su ridícula y verdaderamente apóstata interpretación religiosa,<br />
que deviene de su particular, miope y nociva interpretación salafista- jihadista<br />
del Islam; con una clara orientación takfir si nos atenemos, no sólo al permanente recurso<br />
que hacen de la declaración de apostasía sobre cualquiera, sino a las conductas<br />
criminales que despliegan.<br />
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