1. La paz CATEQUESIS DE ADULTOS - Editorial Sal Terrae

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terrorismo financiados desde fuera hasta la guerra desatada por los viejos rencores tribales.
La paz no vale nada cuando hay por medio una franja, por pequeña o caprichosa que sea,
de poder.
La diferencia:
puede ser de raza o de cultura, de religión o de situación económica, de ideas o de
formas políticas... Casi todo lo que diferencia, que debiera enriquecer, crea intolerancia
y hostilidad y ha sido, y sigue siendo, pretexto para romper la paz y provocar la
hostilidad y la guerra. Sin olvidar que hay diferencias tan injustas que en ese caso
desde muchas instancias de pensamiento se justifica la guerra para alcanzar la justicia
y, desde ella, una paz justa.
La enorme variedad en la que viven los hombres es causa frecuente de enfrentamientos que
hacen imposible la paz: blancos y negros, negros y blancos, pobres y ricos, ricos y pobres,
indígenas e invasores, invasores e indígenas, una religión y otra religión, otra religión y una
religión, sur y norte, norte y sur, paralelo arriba y paralelo abajo, frontera abajo y frontera
arriba... y así hasta nunca acabar.
Las armas:
hay una negra ironía en el viejo dicho “Si quieres la paz, prepara la guerra”, porque
de ahí han nacido buena parte de las guerras entre las naciones. La carrera de
armamentos, como supuesto elemento de disuasión, ha provocado guerras sin cuento
y ha sumido en la miseria a naciones enteras. El negocio de las armas necesita guerras
para aumentar ganancias. ¿Qué haría un fabricante de paraguas si pudiera provocar
la lluvia?
Hay información abundante y de fácil acceso sobre la fabricación y la venta de armas, así
como sobre la incidencia del gasto en armamento en el presupuesto anual de cada país y
en la quiebra económica de no pocos países pobres. La guerra es un negocio sin límites y
España es uno de los países más implicados en el negocio de las armas.
La injusticia:
es fuente interminable de violencia, contenida o manifiesta, social o bélica, controlada
o desatada, pero violencia siempre real y llena de dolor y muerte para los que la
sufren. La paz no es sólo ausencia de actos armados, es sobre todo un ordenamiento
justo de todas las relaciones sociales. Cuando esto falta, la paz no existe, aunque no
haya guerra ni suenen las armas.
Esta situación, sin guerra y sin paz, la viven muchos pueblos y países del mundo, en los
que la injusticia está asentada tanto en sus estructuras sociales, como en sus relaciones
económicas y comerciales con otros países. Para muchos países, hoy sin paz, sigue siendo
cierto que la paz es obra de la justicia.
Las naciones, ante la abundancia de guerras y las dificultades para la paz, crearon
organismos supranacionales que pudieran controlar, más allá de la soberanía nacional,
los peligros de guerra y los pasos para la paz. Así nació la ONU como espacio de
diálogo y de presión política, para cortar cualquier peligro de guerra y para facilitar
las gestiones de paz; pero en muchos casos, controlada y maniatada por el veto de los
grandes, sólo responde a los intereses de quienes tienen el poder de aceptar o vetar
sus decisiones.
CATE
QUE
TICA