1. La paz CATEQUESIS DE ADULTOS - Editorial Sal Terrae
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En todos estos casos la <strong>paz</strong> es sobre todo camino y búsqueda: el hombre tiene que seguir<br />
sus huellas y caminar tras ella (<strong>Sal</strong> 34, 15). Y es también un don de Dios (Dt 6, 26).<br />
En el Nuevo Testamento prevalece la <strong>paz</strong> como relación positiva con los demás y, sobre<br />
todo, como relación con Dios, de quien nos viene la <strong>paz</strong> como don y responsabilidad,<br />
como gracia y tarea:<br />
<strong>La</strong> <strong>paz</strong> como don que llega de las alturas de Dios (Lc 2,14)<br />
Promesa de bienaventuranza para los que construyen la <strong>paz</strong> (Mt 5, 9)<br />
<strong>La</strong> <strong>paz</strong> con los demás es condición para ser escuchado por Dios (Mt 5, 24)<br />
<strong>La</strong> <strong>paz</strong> es el don que los discípulos anuncian (Lc 10, 5)<br />
Es el saludo del Resucitado (Jn 20, 21)<br />
Esta <strong>paz</strong> es muy distinta a la <strong>paz</strong> del mundo (Jn 14, 27; Mt 10, 34.39), pues no es una<br />
<strong>paz</strong> armada ni interesada ni impuesta ni de apariencias, sino nacida de Dios, acogida<br />
en el corazón, hecha reconciliación y ejercida con amor. Por eso la <strong>paz</strong> es uno de los<br />
frutos del Espíritu (Gal 5, 22), pues Cristo mismo es nuestra <strong>paz</strong> (Ef 2, 14), Él mismo<br />
ha matado al odio en la cruz (Ef 2, 16) y para vivir en ella, en la <strong>paz</strong>, formamos un solo<br />
cuerpo (Col 3, 15). <strong>La</strong> <strong>paz</strong> es la expresión con la que se abrazan los dones del Espíritu de<br />
Dios (Jn 14, 26-27) y las fidelidades del hombre, y resume todas las gracias de Dios.<br />
Juicio cristiano<br />
Desde esta Palabra queda juzgada nuestra situación de violencia o de <strong>paz</strong>, tanto en<br />
nuestras relaciones personales como en la relación entre las naciones. Y por supuesto<br />
en nuestra relación personal y comunitaria con Dios.<br />
Cada persona, por su misma dignidad y en bien de los otros, necesita vivir y sentirse<br />
en <strong>paz</strong>. Esto es hoy de especial importancia, al vivir y convivir en una sociedad áspera,<br />
ruidosa y violenta. Cada uno debe medir y juzgar, desde la <strong>paz</strong> vivida y ofrecida por<br />
Jesús, su grado de <strong>paz</strong> interior: desde el corazón de cada ciudadano se va levantando<br />
la <strong>paz</strong> de todos. Sólo la construye quien la tiene.<br />
Vivir la <strong>paz</strong> y hacerla cada día con los demás pertenece a lo más irrenunciable del<br />
Evangelio: el mandato de la <strong>paz</strong> atraviesa cada línea del Sermón del Monte, desde<br />
la séptima bienaventuranza (Mt 5, 9) hasta la exigencia de no juzgar ni condenar (7,<br />
1), pasando por la abundancia de justicia (5, 20), por la reconciliación (5, 24), por la<br />
paciencia y la humildad (5, 39), por la solidaridad y la gratuidad (5, 39-42), por el amor<br />
a los enemigos (5, 43), por la verdad y la sinceridad (6, 1-6), por el perdón (6, 12-15),<br />
por el desprendimiento y por la libertad (6, 19-34). Todo un programa para vivir y<br />
hacer la <strong>paz</strong> con todos. Y de obligado cumplimiento.<br />
Finalmente la <strong>paz</strong>, don de Dios y tarea nuestra, es también un modo de relación entre<br />
Dios y el hombre. Y esta <strong>paz</strong>, última por más alta y más honda, es raíz y corona de todas<br />
los demás ejercicios y experiencias de la <strong>paz</strong>.<br />
CATE<br />
QUE<br />
TICA