Caza de la mujer - Viento Sur

Sin embargo, Martínez Alier pierde de vista la especificidad del enfoque
conceptual de Marx. Éste nunca da una definición definitiva de las fuerzas
productivas. A veces su contenido parece derivar de la enumeración descriptiva,
incluyendo tanto las materias primas, los equipamientos técnicos, la organización
del trabajo, como el desarrollo del saber científico y las condiciones
institucionales de su producción. Marx procede como Hegel, no por definiciones,
sino por determinaciones sucesivas.
Las fuerzas productivas, como también las clases sociales o el trabajo productivo,
no tienen el mismo significado, según se las considere en sentido amplio, común a
diferentes modos de producción, o en sentido específico del modo de producción
capitalista. Así, aunque productivas desde el punto de vista del capital, estas fuerzas
pueden perfectamente mostrarse destructoras para el porvenir de la humanidad. A
medida que nos elevamos desde las determinaciones más abstractas de las fuerzas
productivas (naturales, tecnológicas) hacia las más concretas (incluyendo la relación
social de trabajo, la producción y la aplicación de conocimientos científicos, etc.), no
existe solamente una contradicción externa entre fuerzas productivas y relaciones de
producción; esta contradicción se anida en el propio corazón de las fuerzas
productivas y afecta a nociones tales como crecimiento y desarrollo.
Como destacaba Henri Lefébvre, hay crecimientos sin desarrollo, en los que la
expansión cuantitativa de la razón instrumental se divorcia de sus finalidades
sociales. La idea de una transformación de fuerzas potencialmente productivas en
fuerzas efectivamente destructoras en otro registro temporal es, sin duda, más
fecunda que el esquema mecanicista de la contradicción entre fuerzas productivas
y las relaciones de producción que las obstaculizan. Tiene además la ventaja de
abrir la vía a una elaboración crítica del concepto mismo de progreso, en tanto que
progreso diferenciado (según una fórmula de Ernst Bloch) opuesto a la abstracción
unilateral que alimenta las ilusiones del progreso.
Un saber negativo
"Nosotros, economistas ecologistas, no proponemos una nueva teoría del valor:
rechazamos la conmensurabilidad, sea en términos de precios, de calorías o de
tiempos de producción" /3. Sin embargo, también Joan Martínez Alier considera
el cálculo energético como una contribución a las críticas de las teorías del valor.
Afirmando la inconmensurabilidad, y por consiguiente la existencia de
temporalidades heterogénas, Martínez Alier duda en llegar a las consecuencias
lógicas. La teoría del valor-trabajo es una crítica de la economía política
inmanente a su objeto. No pretende fundar una nueva ciencia económica;
constituye un saber negativo, una crítica llamada a extinguirse en la superación de
su objeto específico: la economía en tanto esfera separada. La crítica ecológica, en
términos de balanza de materias primas o de energía, exige por el contrario un
cambio de terreno, una salida del campo cerrado de la economía política hacia el
punto de vista de la biosfera. Por consiguiente, se sitúa en otro plano lógico y
deriva de una racionalidad distinta a la de la teoría del valor, y por consiguiente no
puede pretender invalidarla.
3/ Ibid.
VIENTO SUR Número 17/Octubre 1994 103