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La retórica promisoria de la biotecnología en la esfera pública
no patentarlo. El neem, con sus propiedades benéficas y el conocimiento
en cuanto a su uso, se consideraba un bien común.
Después de todo, el saber cómo utilizar las propiedades medicinales
(y de otros tipos) del árbol es un conocimiento que
se ha ido forjando a lo largo de los siglos. En un acto directo
de agresión colonial, es decir, de ecopiratería, W. R. Grace se
ha apropiado de ello y actualmente controla un recurso tradicionalmente
público.
El último problema es la necesidad ecológica de biodiversidad.
La diversidad biológica entre especies y dentro de
las especies que, como los humanos, comparten un mismo
contexto operativo está reduciéndose. Lo cierto es que la implantación
de monocultivos es rentable a corto plazo, pero
a la larga puede ser sinónimo de desastre, especialmente en
lo que concierne a la producción alimenticia. La agricultura
industrial trata de maximizar el uso de la tierra y de cultivar
productos lo más resistentes posible. Así, las variedades
de plantas menos robustas, o cuya producción requieren por
cualquier motivo demasiados recursos están desapareciendo.
En los albores de este siglo, por ejemplo, había más de siete
mil variedades de manzanas cultivadas en Estados Unidos;
ahora existen menos de mil. Esta diversidad interespecies es
una defensa natural contra los parásitos y las enfermedades.
Si una enfermedad del manzano, parecida a la grafiosis del
olmo, se difundiera entre esta población de diversidad tan reducida,
las probabilidades de que una de las variedades posea
una defensa natural contra la enfermedad serían escasas. Imaginemos
que este problema afectase también a monocultivos
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