Argentina - CLUB BERLIN (Buenos Aires)
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dad: el economista Raúl. El arquitecto Prebisch, nacido en 1899, hizo en sólo dos días la maqueta, convencido de que lo<br />
que se le pedía era que diseñara todo el espacio de lo que sería la Plaza de la República. El resultado fue un conjunto que<br />
se componía de fachadas de diez niveles y una rotonda en un círculo sencillo más el Obelisco.<br />
El diseño se encontró con una crítica feroz. Se lo calificaba de desolador, oscuro y vacío. Los comentarios negativos<br />
coincidían en un punto: un monumento nacional no podía tener forma abstracta.También se decía que un monolito<br />
no podía ser hecho en partes ni estar revestido y que, además, era muy alto.<br />
No obstante, según lo recuerdan todavía hoy los especialistas (Cuaderno de Historia N° 9 del Instituto de Arte<br />
Americano) el diseño era coherente con la tendencia urbanística del momento. Además, su forma había sido anticipada<br />
en las discusiones que, según los registros históricos, se habían iniciado en 1905 con motivo de los preparativos para el<br />
Centenario. Allí se había propuesto la construcción de un monolito de piedra de 162 metros de altura.<br />
La discusión llegó a las primeras planas. Prebisch eligió el diario Noticias Gráficas para defender su creación. El 9<br />
de abril de 1936 publicó una carta abierta en la que presentó sus argumentos. Cerró la nota anticipando: “Mi obra, por<br />
sí sola, acabará con todas las objeciones”.<br />
La construcción quedó a cargo de la Siemens-Bauunión, filial de la empresa alemana que venía participando en la realización<br />
de importantes obras de infraestructura como, por ejemplo, la ampliación de la red de subterráneos. En el caso del<br />
Obelisco la empresa empleó 31 días para realizar la obra. Usó 680 metros cúbicos de cemento para levantar la estructura<br />
de base, que se cubrió con 1.360 metros cuadrados de piedra blanca calcárea, traída especialmente de San Luis. Ciento<br />
cincuenta obreros trabajaron en doble turno para levantar el monumento, cuyo costo fue de 200.000 pesos de la época.<br />
El impacto favorable que causó el Obelisco cuando se inauguró el 23 de mayo de 1936 en presencia del presidente<br />
de la Nación, Agustín P. Justo, convalidó la enérgica respuesta de Prebisch a sus críticos.<br />
Sin embargo, dos años más tarde se volvía a levantar la polémica. La legislatura porteña llegó incluso a discutir la<br />
demolición del Obelisco. El motivo era el desprendimiento de varias de las placas de piedra desde sus paredes. Sólo el<br />
veto del Intendente frenó la moción. Para acallar los temores, Siemens retiró las placas y pintó la cubierta con pintura<br />
látex, tal como todavía hoy se ve.<br />
Desde aquel momento inaugural los porteños retoman día a día con especial cariño su relación con el Obelisco, defendiéndolo<br />
cuando sienten que se lo ridiculiza. La última vez fue el 1° de diciembre de 2005. Para conmemorar el Día<br />
Mundial de la Lucha contra el SIDA el Obelisco amaneció teñido de rosa. Los organizadores lo habían enfundado con un<br />
preservativo gigante, lo que generó no pocas protestas. Un<br />
año más tarde, para festejar sus 70 años, había recobrado<br />
su habitual sobriedad con un vestido nuevo, que demandó<br />
650 litros de pintura. Así se refrescaba el presente de una<br />
presencia urbana insoslayable, que su impulsor, el<br />
Intendente Vedia y Mitre, había definido como “la materialización<br />
del alma de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.”<br />
Una vista aérea de la Plaza de la República,<br />
en 1941. (Foto: AGN)<br />
El día de inauguración del monumento, el<br />
23 de mayo de 1936, contó con la presencia<br />
del Presidente Agustín P. Justo.<br />
(Foto: AGN)<br />
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