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Argentina - CLUB BERLIN (Buenos Aires)

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El acorazado de bolsillo había partido el 21 de agosto<br />

de 1939 de Wilhelmshaven hacia el Atlántico Sur. Poco<br />

después se inició la Segunda Guerra Mundial.<br />

(Foto: AGN)<br />

les y para enterrar a sus muertos en el cementerio de la capital<br />

uruguaya. Queda la anécdota de Langsdorff rindiendo su homenaje<br />

con el saludo naval internacional, al tiempo que todo el<br />

resto de la tripulación lo hacía con el brazo derecho en alto, el<br />

saludo impuesto por el régimen nacionalsocialista.<br />

Al entierro humano le siguió la destrucción del Graf Spee,<br />

decidida tras una consulta con Berlín. La razón debía buscarse<br />

en el temor de que el buque cayera en manos británicas si la<br />

tripulación se internaba en Uruguay. Los uruguayos ya se inclinaban<br />

hacia el bando de los aliados en contrapunto con sus<br />

vecinos argentinos, que en 1939 se mostraban más cercanos a<br />

las naciones del eje.<br />

Una vez hundido su barco, con su tripulación internada en<br />

un campo para refugiados en la <strong>Argentina</strong> y los documentos del<br />

navío entregados en la delegación alemana en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>,<br />

Hans Langsdorff se suicidó. Fue el 19 de diciembre, en un hotel<br />

céntrico de la capital argentina. Entre los posibles motivos del<br />

suicidio está el deseo de cumplir con aquella ley no escrita, que<br />

dice que un comandante está atado a la suerte de su barco.<br />

Algunos entendieron, además, que Langsdorff quiso realizar<br />

con su muerte un acto de protesta contra el régimen nazi que<br />

comandaba a su país.<br />

Más allá de su contexto dramático, el hundimiento del<br />

Graf Spee representó para muchos de los casi mil marinos<br />

alemanes del acorazado de bolsillo la oportunidad de iniciar<br />

una nueva vida. Aplicados y capacitados en diversos rubros<br />

que la creciente economía argentina necesitaba, muchos se<br />

instalaron cerca de sus centros de internación como Bahía<br />

Blanca o Villa General Belgrano. Gran parte de los 135<br />

marineros enviados a esta pequeña aldea cordobesa se asentaron<br />

definitivamente allí.<br />

Así ha quedado escrito en la historia de Villa General<br />

Belgrano, que a fines de los años 30 todavía era conocida como<br />

Villa Calamuchita y aspiraba a convertirse en un nuevo modelo<br />

de desarrollo agrícola, en base a los planes del agricultor Paul<br />

Friedrich Heintze. Éste había llegado en 1929 al pueblo con la<br />

idea de poner en práctica su ideal de cooperativas agrícolas y<br />

forestales al estilo alemán. Con sus conocimientos técnicos los<br />

marinos alemanes incentivaron el desarrollo del pueblo.<br />

El Graf Spee ante las costas uruguayas. (Foto: gentileza Fam. Gollhardt)<br />

No mucho más tarde la colonia cambió de nombre para adoptar el actual. Hoy Villa General<br />

Belgrano es uno de los centros turísticos y cerveceros más característicos de la región, con una población<br />

estable de 6.000 habitantes.<br />

Pero el último capítulo en la leyenda del Graf Spee todavía no se ha escrito. La discusión iniciada en<br />

2004 sobre los derechos para rescatar los restos del navío del lecho del Río de la Plata aún sigue vigente.<br />

Para los sobrevivientes y para los familiares de los tripulantes sería un sacrilegio. El barco, dicen, debería<br />

ser considerado un cementerio marino y tendría que quedar tal como está, intangible. Para otros, sus restos<br />

podrían dar testimonio invaluable de una época pasada.<br />

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