VE-10 FEBRERO 2015
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VALENCIA ESCRIBE<br />
Número <strong>10</strong> – Febrero <strong>2015</strong>
Lost in a book – Kyle Keali (EUA) http://indie-cisive.deviantart.com/<br />
© de los textos: Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias,<br />
fotografías o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en<br />
exclusiva a sus respectivos autores.<br />
Ilustración de la portada: Sueño literario, fotomontaje de Manuel<br />
Esteban (Valencia) confeccionado ex profeso para nuestra revista.<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
Para ver y descargar esta revista en formato pdf (5.73 mb):<br />
http://www.mediafire.com/view/95ae200h7f41psu/<strong>VE</strong>-<strong>FEBRERO</strong>.pdf<br />
Visita nuestro blog: http://valenciaescribe.blogspot.com.es/
Índice<br />
Esas inofensivas neuras (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
La colección (David Rubio) Pág. 3<br />
Ausencia (Concha García) Pág. 7<br />
Cupido no sabe de edades ni de lugares<br />
(Pilar Descalza) Pág. 9<br />
Cuando se van los sueños (Rubén Vázquez) Pág. 11<br />
La gran mentira (Puri Otero) Pág. 13<br />
Tarros de luz (Malén Carrillo) Pág. 17<br />
Historia del perro que se muerde la cola<br />
(José L. Sandin y Nélida Vidal) Pág. 19<br />
Gracias (Isabel Sifre) Pág. 23<br />
Flores (Aldana Giménez) Pág. 25<br />
Renaceres (Germán Repetto) Pág. 27<br />
Nosotros solíamos esperar (Esther Moreno) Pág. 29<br />
Maldita la hora (Rafa Sastre) Pág. 31<br />
Eterna (Nicolás Jarque) Pág. 33<br />
Cristales rotos (Eva Franco) Pág. 35<br />
Tres metros de cuerda (Lu Hoyos) Pág. 37<br />
Sin distrito ni estafeta (Rosi Serrano) Pág. 39<br />
El argentino (Luis Molina) Pág. 43<br />
Leyenda de un Pierrot (Adrián García) Pág. 47<br />
Bruja (Javier Vayá) Pág. 49<br />
La insoportable vulnerabilidad (Cari Blázquez) Pág. 51<br />
Tránsito (Faine) Pág. 53<br />
Al caer la noche (Marco A. Torres) Pág. 55<br />
Como un Quijote (Yolanda Nava) Pág. 57<br />
Sueño cumplido (Fran Rubio) Pág. 59<br />
El aprendiz (Elliot Bourdin) Pág. 61<br />
Noche de estreno (Matilde Lledó) Pág. 65<br />
Pasiones (Marisol Santiso) Pág. 69
Alas de mariposa (Lucía Uozumi) Pág. 71<br />
A solas frente al mar (Marga Alcalá) Pág. 73<br />
Trato preferente (Benjamín Blanch) Pág. 75<br />
¡Adiós, ingrato! (Asun Ferri) Pág. 77<br />
El acantilado (Luisa Berbel) Pág. 81<br />
Mujer (Alejandro Ramos) Pág. 83<br />
Venganza, dulce venganza (Aziza Akherraz) Pág. 85<br />
Afortunado/Lucky (Pernando Gaztelu) Pág. 87<br />
Acechada (Lidia Castro) Pág. 89<br />
Océanos de metal (Christine Carcosa) Pág. 91
Esas inofensivas neuras<br />
Muchos amigos, 37 historias. Y el número de colaboradores que<br />
no para de crecer. En esta ocasión damos la bienvenida y nos<br />
felicitamos de tener entre nosotros a Rosi Serrano, Luisa Berbel, Fran<br />
Rubio, Nélida Vidal y Elliot Bourdin (aunque detrás de este<br />
rimbombante seudónimo se oculte la nueva personalidad literaria de<br />
un autor que ya colaboró en ocasiones precedentes). Hemos de<br />
agradecer también al buen amigo Manuel Esteban que nos preste un<br />
espectacular fotomontaje para la portada de febrero.<br />
Como no paramos de elucubrar nuevas formas de conocernos<br />
personalmente y divertirnos con nuestras particulares si bien<br />
inofensivas neuras, además de los encuentros mensuales en Valencia<br />
hemos organizado un recital de relatos y poesía que se verificará el<br />
sábado 7 de febrero a las 19:00 horas en Kaf-Café (ver en la<br />
contraportada el maravilloso cartel que nos ha preparado Dani<br />
Sebastián). Ni que decir tiene que estáis todos invitados a asistir y<br />
participar en este acto.<br />
Por otro lado, el proyecto de Buffet Libre sigue su curso. Una vez<br />
agotado el plazo de publicación de obras, es el momento de hacer una<br />
minuciosa selección a fin de obtener un libro digno de la calidad de<br />
esta incorregible banda de “plumíferos”.<br />
Y sigamos escribiendo. Es una de las claves de la felicidad, no lo<br />
digo yo, lo dijo Jean Paul Sartre: Si consideramos que ya<br />
hacemos por obligación demasiadas cosas que preferiríamos no<br />
realizar, empeñémonos en llevar a cabo eso que realmente nos<br />
motiva.<br />
Sed felices y presumid de ello; vuestros amigos se alegrarán y…<br />
¿a quién le importa lo que piensen los demás<br />
Rafa Sastre<br />
1
Good shit – Derek Bacon (Reino Unido-Holanda)<br />
http://derekbacon.tumblr.com/<br />
2
La colección<br />
La puerta del despacho del Señor le parecía un infranqueable<br />
muro de madera de roble tan maciza como el oro del pomo. Sacó una<br />
foto de Laura y la acarició mientras el mayordomo informaba, a<br />
través del intercomunicador, de su solicitud de audiencia.<br />
—Señor, el ejemplar Jaula25 pide permiso para hablar con<br />
usted.<br />
Un sonido agudo anunció que la petición era aceptada. El<br />
sirviente le invitó a pasar. El hombre guardó la foto en el bolsillo y<br />
apañó el nudo de su corbata. Siguió la alfombra que marcaba el<br />
recorrido hasta la mesa de estilo victoriano, como el resto de la<br />
estancia, tras la que se encontraba el Señor.<br />
—¿No deberías estar ya en tu celda<br />
—Sí, Señor —respondió; de pie, apoyado sobre el espaldar de la<br />
silla de visitas.<br />
—Y, sin embargo, te encuentras en mi despacho a escasos diez<br />
minutos de la revista. ¿Qué deseas, Jaula25 —preguntó haciendo<br />
especial énfasis en la denominación.<br />
—Mi nombre es Martín.<br />
—¿Cómo dices ¿Tengo que recordarte la cláusula primera del<br />
contrato<br />
—Por… por eso estoy aquí. Quiero rescindirlo.<br />
—¿Rescindirlo —El Señor se quitó sus gafas de montura<br />
redondeada y comenzó a aplicar un líquido para limpiarlas— ¿Acaso<br />
he incumplido alguna de mis obligaciones<br />
—No, al contrario, tengo todo lo que nunca podría haber<br />
soñado.<br />
3
—Bien, entonces, ¿cómo se llama ella<br />
Martín notó un súbito rubor, solo mencionarla en ese despacho<br />
le pareció sucio.<br />
—¿Por qué tendría que haber una mujer —preguntó<br />
intentando apartarla de la conversación.<br />
—Vamos, eres un jaula y cuando te compré no tenías pareja.<br />
Solo el enamoramiento puede haceros atrevidos.<br />
—¿De verdad cree que el ser humano es tan previsible<br />
—La individualidad humana está muy sobrevalorada. En<br />
realidad, solo existen tres patrones y apenas cien variedades de cada<br />
uno de ellos. Ya casi los tengo todos.<br />
—¿Patrones<br />
—¿Recuerdas qué pregunta tuviste que responder antes de la<br />
compraventa<br />
—Sí. Se pedía que eligiera con qué objeto me definía: teléfono,<br />
jaula o sombrero.<br />
El Señor volvió a colocarse las gafas y accionó un botón de la<br />
consola que se encontraba en la esquina de la mesa. En ese instante,<br />
la pared situada a su espalda se deslizó lateralmente mostrando un<br />
mosaico de pantallas de televisión; cada una emitía el interior de una<br />
celda, y, en cada celda, una persona. Todo el conjunto constituía un<br />
muestrario de hombres y mujeres de toda índole.<br />
—Ser coleccionista es algo con lo que se nace, y siempre ansías<br />
la pieza única. Yo poseo la colección única —El Señor no pudo ocultar<br />
regocijo en sus palabras —. Míralos. Los tres patrones en los que<br />
puede dividirse la especie humana. En la fila de arriba, los sociables,<br />
simples y extrovertidos teléfonos; en la de abajo, los pensadores y<br />
retraídos jaulas; y, por último, los que más me gustan, los más<br />
4
complejos: los adaptables, manipuladores e inteligentes sombreros.<br />
Siempre saben cuándo mostrarse u ocultarse.<br />
Al firmar el contrato, Martín pensó que le había tocado la lotería.<br />
Saldo ilimitado en su cuenta bancaria, libertad para hacer lo que<br />
quisiera durante el día y solo una obligación: regresar cada noche, a<br />
las once, a esta mansión, recluirse en una celda y esperar a que el<br />
Señor pasara revista a todos los que, como él, formaban parte de su<br />
colección.<br />
—Es macabro —dijo mientras observaba la pantalla que<br />
mostraba su celda vacía y el rótulo sobreimpresionado que, como el<br />
panel de un zoológico, indicaba: “Espécimen: Jaula25”.<br />
—No voy a negarte cierta lujuria en la satisfacción que me<br />
produce saberos por ahí, relacionándoos con el resto del mundo, pero<br />
míos al fin y al cabo. —El Señor miró a Martin con severidad—<br />
¿Piensas que por rescindir el contrato vas a ser más libre de lo que<br />
eres ahora<br />
—Sí.<br />
—Muy bien. Recuerdas lo que implica, ¿verdad<br />
Lo primero que dejó sobre la mesa fue la tarjeta de crédito<br />
ilimitado. Después, sacó las llaves de su apartamento y las del Ferrari.<br />
Finalmente, dejó un sobre con la carta de dimisión como director de<br />
su empresa.<br />
—Eso es todo —dijo Martín mientras acariciaba la foto de Laura<br />
en el interior de su bolsillo. Todo lo perdido no era comparable con la<br />
libertad de poder iniciar una vida con ella: sin ataduras ni vasallajes.<br />
—¿Estás seguro<br />
—Ya no me queda nada más.<br />
—No. Todavía tienes algo —El Señor cogió el teléfono—.<br />
Querida, puedes pasar.<br />
5
Martín sintió morirse cuando vio a su amada Laura entrar por la<br />
puerta.<br />
—Te presento a Sombrero37. Me satisface anunciarte que en<br />
breve nos casaremos. Ahora, márchate. Eres libre.<br />
David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />
http://elreinorobado.blogspot.com.es/<br />
6
Ausencia<br />
MoonLight - Rashed Al Falasi (Emiratos Árabes)<br />
http://bindubai.deviantart.com/<br />
No sabré si fue el Prozac o la luna llena. Y qué más da. Al<br />
menos recuerdo llevarle orquídeas, que siempre le gustaron, a la<br />
cima donde ocurrió.<br />
Desperté temprano, hoy todo es distinto. Soy capaz de ver su<br />
ropa en el armario y aguantar el tipo. Me atrevo a salir a la calle sin<br />
arrastrar los pies al andar. Mis ojos no están enrojecidos ni tengo la<br />
mirada extraviada. Hasta devuelvo el saludo.<br />
Es el secreto. Sé que esta madrugada, como todos los<br />
plenilunios, un aullido quebrado se colará furtivo por mi ventana y<br />
volveremos a ser dos.<br />
Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />
http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />
7
Old couple – Vero (Canadá) http://batosail.deviantart.com/<br />
8
Cupido no sabe de edades ni de lugares<br />
Era el día de san Valentín, un día como otro cualquiera, ni<br />
siquiera era un día festivo pero lo quería celebrar de una forma<br />
especial.<br />
Hacía ya unos años que vivía en una residencia de la tercera<br />
edad. Se quedó viudo y cada uno de sus hijos hacía su vida, por eso<br />
decidió vender su casa y mudarse allí.<br />
Había citado a una mujer en su habitación esa noche. Vivía dos<br />
habitaciones más allá de la suya. Se habían conocido en la residencia<br />
y desde el principio habían conectado. Ella era viuda y también<br />
estaba sola, como él.<br />
Los preparativos le habían llevado casi toda la tarde, pero el<br />
esfuerzo valía la pena. Las auxiliares de la residencia habían sido sus<br />
cómplices y le habían ayudado a hacer realidad su sueño. Preparó la<br />
mesa, colocó dos velas en ella y puso, debajo de la servilleta, su<br />
regalo. Ya lo tenía todo, dio un último vistazo para ver si no se le<br />
había olvidado nada y esperó en el sillón a que se hiciera la hora.<br />
Estaba nervioso, no hacía nada más que mirar la hora en su reloj de<br />
muñeca.<br />
De pronto oyó unos toques en su puerta y se levantó,<br />
encaminándose hacia la entrada. Abrió la puerta y vio que era ella. Su<br />
chica. Hacía tiempo que su pelo ya no era castaño, ahora era blanco<br />
como la nieve, su cara era bonita aunque estuviera surcada por<br />
arrugas, sus ojos eran vivos y expresivos y su boca tenía esos dos<br />
hoyuelos a cada lado que le volvían loco.<br />
La hizo pasar y acercándole la silla, la ayudó a sentarse cerca de<br />
la mesa. Ella descubrió debajo de la servilleta el regalo y con una<br />
sonrisa lo abrió. Era una sencilla pulsera. Se inclinó hacía él y se lo<br />
agradeció con un beso.<br />
9
Estaban nerviosos los dos pero la cena transcurrió sin<br />
contratiempos, en un ambiente romántico gracias a la melodía que<br />
sonaba de fondo. También la música era un logro de sus hadas<br />
madrinas.<br />
Al llegar a los postres, él se levantó y cogiéndole de la mano la<br />
invitó a bailar. Lo hicieron abrazados, sin apenas moverse,<br />
balanceándose al son de la música y mirándose a los ojos, esos ojos<br />
verdes de él y azules los de ella. Ese baile era el cierre de una noche<br />
perfecta.<br />
Tocaba despedirse. No había toque de queda pero ya le habían<br />
advertido que a ciertas horas pasaba el celador para asegurarse de<br />
que todo estuviera en orden. Le acompañó a su habitación y con un<br />
último beso se despidieron hasta mañana.<br />
Había sido una noche mágica y esperaba que hubiera más<br />
veladas como esa.<br />
Pilar Descalza (Valencia)<br />
http://micuartosecret.blogspot.com.es/<br />
<strong>10</strong>
Cuando se van los sueños<br />
Imagen aportada por el autor<br />
Para mí no eres el mundo entero,<br />
solo lo que no puedo ver, tener y tocar,<br />
todos mis recuerdos se reducen a tu sonrisa,<br />
y de mi voz solo se escucha tu nombre.<br />
Algunos tienen una voz interna,<br />
que los hace sentirse inmortales,<br />
yo la tenía a mi lado,<br />
tomándome de la mano.<br />
11
Y cómo soltar tu mano,<br />
sin despertar de un sueño,<br />
y cómo se puede volver a soñar,<br />
si no hay otros dedos entre mis dedos.<br />
Rubén Vázquez Charolet (Puebla, México)<br />
http://dependientedeltiempo.wordpress.com/<br />
12
LA GRAN MENTIRA<br />
Dibujo realizado por la autora, Puri Otero<br />
Pepa es la portera del inmueble número treinta de la calle<br />
Trasosventos, allí desempeña su trabajo desde hace dos años con<br />
toda la profesionalidad que requiere el cargo.<br />
¡¡Pepa!! -grita por el hueco de la escalera la vecina del Segundo-<br />
¿Llegó el correo<br />
—Estoy en ello, señorita Sofía.<br />
—Buenos días Pepa -saluda don Ernesto, el vecino del Primero-<br />
¿Hay algo para mí<br />
—No, don Ernesto.<br />
—Qué va, ¿a comprar el periódico -pregunta Pepa saliendo de<br />
13
la portería.<br />
—Si hija sí, aprovecho que hace sol para dar un paseo y darle<br />
movimiento a mis ya cansadas piernas.<br />
Este hombre, desde que enviudó ya no es el mismo -comenta<br />
Pepa entre susurros-. Su mujer lo era todo para él. Llevaban cincuenta<br />
y cinco años de matrimonio y eso es mucho tiempo…<br />
— Pepa, que.... ¿cuándo me vas a subir la correspondencia<br />
-vuelve a gritar la del Segundo.<br />
—Buenos días, Pepa -saludan las hermanas López, del Tercero,<br />
entrando en la portería-. ¿Tienes alguna carta para nosotras<br />
—Sí, varias del Banco.<br />
—Esas no nos interesan -responden ellas, al tiempo que recogen<br />
la correspondencia que les entrega Pepa y la rompen -tú ya sabes que<br />
solo abrimos las cartas que nos envía don Andrés -comentan en alta<br />
voz, al tiempo que las dos salen por el portal.<br />
Qué infelices, siempre esperando la carta de don Andrés y así<br />
desde hace dos años, que fue cuando el susodicho se marchó a buscar<br />
trabajo y jamás regresó, comenta Pepa entre dientes.<br />
Se abre la puerta del ascensor y sale el matrimonio del sexto<br />
compuesto por doña Lola, de 40 años y su marido don Augusto de 45,<br />
la pareja perfecta, aunque Pepa cree que ella no es feliz, siempre tan<br />
callada, tan triste, con la mirada siempre esquiva.<br />
—Buenos días -saluda el marido-, si hay algo para nosotros lo<br />
echas debajo de la puerta.<br />
—Así lo haré, no se preocupe don Augusto.<br />
Salen los dos agarrados del brazo, y una vez más Pepa se da<br />
cuenta de que en esa pareja la cosa no va bien, ya que ella no ha<br />
levantado la vista para saludarle.<br />
Una vez ordenada toda la correspondencia, se dispone a<br />
14
distribuirla por los pisos, empezando por Sofía la del segundo, una<br />
mujer joven que sueña con ser actriz y se pasa el día enviando cartas<br />
a productoras para conseguir algún papel, continúa por la pareja del<br />
cuarto, formada por Sixto y Jacinto, trabajadores de la noche, que<br />
esperan carta de un empresario importante que reconozca su talento,<br />
y para terminar la ronda está la mujer del Quinto, Sole, viuda y de<br />
buen ver que espera noticias de su último amor....<br />
El resto del día en la vida de Pepa transcurre con normalidad,<br />
desempeñando las tareas acordes con su puesto, pero cuando llega a<br />
su casa a la hora de dormir, se mira en el espejo y descubre la verdad<br />
de su mentira: allí entre sus piernas luce con gran descaro su<br />
miembro viril atiborrado de incontinencia sexual que lo trastoca todo<br />
al recordar a Sole, la mujer a la que ama en silencio.<br />
Desde aquel día en que decidió ser Pepa en lugar de Pepe para<br />
conseguir aquel trabajo en el que concretamente pedían a una mujer<br />
para el puesto, su vida es una lucha constante. Todo tiene que seguir<br />
igual, su gran mentira nadie debe saberla, solo le corresponde a él<br />
vivir dentro de aquella dualidad.<br />
Puri Otero Domarco (Vigo, Pontevedra)<br />
http://puri-dulcinea.blogspot.com.es/<br />
15
Imagen aportada por la autora<br />
16
Tarros de luz<br />
En aquella extraña tienda se prestaba cualquier producto que<br />
uno necesitara con urgencia. Esperaban expuestos en las estanterías:<br />
botes de risas, de abrazos, tarros de luz, de mimos...<br />
Aquel día Amanda ansiaba la luz solar. No soportaba tener que<br />
vivir en un lugar tan frío y triste. La mortecina claridad la convertía<br />
en un ser anodino. Necesitaba la energía de los rayos del sol. Quería<br />
pasear y vibrar con los brillantes colores del verano, que no podía<br />
disfrutar. Sentía nostalgia de su tierra, allá en el lejano sur.<br />
También se llevó la luz de la luna llena para colgarla de su<br />
ventana por si le apetecía bailar descalza y la brisa del mar, para que<br />
le acompañara.<br />
Malén Carrillo, “Maga” (Sóller, Mallorca)<br />
http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es<br />
17
Most wanted – Lauren Mortimer (Reino Unido)<br />
http://www.laurenmortimer.co.uk/<br />
18
Historia del perro<br />
que se muerde la cola<br />
entró al bar y pidió una ronda de tragos para él<br />
bebió nostálgico y al terminarlos salió en chinga del lugar<br />
al llegar a la esquina recordó que había olvidado algo y regresó...<br />
entró al bar y pidió una ronda de tragos para él<br />
bebió nostálgico y al terminarlos salió en chinga del lugar<br />
al llegar a la esquina recordó que había olvidado algo y regresó...<br />
el perro bebe<br />
bebe con la mordida en la cola<br />
la cola en el hocico<br />
las patas alrededor de la cola<br />
el hocico entre las patas<br />
poco a poco el hocico se va comiendo la cola<br />
en un momento más el hocico terminará completamente engullido<br />
por las patas<br />
y las patas pasando al estómago...<br />
las patas se acurrucan dentro de<br />
panza del perro que se retuerce sobre sí mismo hasta volverse del<br />
revés<br />
19
lo que bebía fuera beberá adentro<br />
lo que libaba dentro libará fuera...<br />
en el bar<br />
los turistas pagan para fotografiar la borrachera<br />
borrachera de los huesos<br />
huesos del perro<br />
perro que bebe<br />
bebida que brinda<br />
por los huesos del perro<br />
que no puede brindar por la nostalgia<br />
ni salir corriendo<br />
ni regresar apresurado<br />
a la tristura que le gana<br />
cuando bebe<br />
para olvidar<br />
para olvidarte<br />
para olvidarse de los huesos<br />
que antes de ser huesos<br />
fueron perro...<br />
cuando olvide<br />
se olvide<br />
te olvide<br />
20
entonces<br />
su olvido pertenecerá al recuerdo<br />
su recuerdo<br />
tus recuerdos<br />
memorias de perro mordido dentro fuera<br />
ladridos que se ahogan en estómago<br />
digestión de la piel<br />
ojos en la oscuridad perturbada por el hocico de dientes al aire<br />
hocico que se prende a la cola de huesos desnudos<br />
y la engulle<br />
se engulle<br />
te engulle<br />
antes de salir en chinga a la calle<br />
detenerse en la esquina<br />
regresar<br />
y pedirte de nuevo<br />
Addenda<br />
I<br />
nadie ha dicho algo de la risa del cantinero<br />
que suena a porcelana postiza<br />
gua gua clap clap tris tras guau guau<br />
21
porque perdió la suya<br />
cuando lo mordió el perro<br />
el perro borracho<br />
frota la cola contra las manos del cantinero<br />
que frota sus manos<br />
contra la cola<br />
del perro<br />
borracho<br />
para no enfriarse con el cristal de las copas<br />
II<br />
el perro borracho<br />
jugó y eligió papel<br />
terminó en una hoguera de fin de año<br />
en el movimiento de smog de gran ciudad<br />
fue ladrido de perro en verso blanco<br />
sobre fondo azabache de vitriolo<br />
cuando hubiera preferido ser soneto<br />
para tristear mejor<br />
sus ebriedades<br />
José Luis Sandin y Nélida Vidal (Valencia)<br />
22
Gracias<br />
Imagen aportada por la autora<br />
A un lado de la mesa he arrimado lápices y carboncillos. He<br />
abierto el caballete, me he enfundado el mandil. Vengo dispuesta a<br />
mezclar los colores sin dibujo alguno, solamente buscando la<br />
belleza... en los matices.<br />
A dónde vas, ilusa, mujer de años vividos... ¿acaso no te dejaron<br />
huella los traspiés que sigues inventando sueños<br />
Aún cuando la piel esté super ajada, a mí me sigue distrayendo<br />
la inventiva. ¿Es un pecado acaso fabricar ilusiones a sabiendas<br />
23
Vivir quisiera yo de modo que me las creyera, pero de tanto<br />
pelear con un cerebro en el que apenas creo, me acostumbré a ser<br />
descreída.<br />
Qué desazón produce andar enmarañada en una telaraña de<br />
dudas y consejos aprendidos. La turbiedad me deja inerme y a veces<br />
malherida.<br />
Se nos van acortando los trayectos. A mí, por ley de vida,<br />
presumo que me quedan ya pocos paseos, pero me gustaría apartar<br />
antiguos y bien amarrados tambaleos a fin de caminar con paso firme<br />
sabiendo lo que pinto y lo que veo. Lo que espera de mí el habitual<br />
razonamiento y el calor de la hoguera que me invento.<br />
El lienzo está en el caballete. Los tubos de pintura y los pinceles<br />
aguardan expectantes al otro lado de la mesa y yo, aún dubitativa,<br />
tratando de buscar colores nuevos.<br />
Que lo consiga o no esa será la historia de otro día. Hoy intento<br />
darle a la figura movimiento.<br />
Que tengáis buen día.<br />
Isabel Sifre Puig (Valencia)<br />
24
Flores<br />
Fern flower – Katerina Plotnikova (Rusia)<br />
https://500px.com/katerina_plotnikova<br />
Soplando dientes de león<br />
que se lleva el viento,<br />
descubre que ha perdido el corazón<br />
y le ha pasado el tiempo.<br />
¿Acaso es muy joven,<br />
para llorar un rato<br />
¿Acaso es algo vieja,<br />
para rodar en el pasto<br />
25
Necesita volver a creer,<br />
que el mundo es de ella,<br />
así que déjala perder<br />
la conciencia en las estrellas.<br />
Cortando flores,<br />
que atora en su cabello,<br />
encuentra razones<br />
para empezar de cero.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
26
Renaceres<br />
A dark starry night – Sabrina K. (EUA) http://s3vendays.deviantart.com/<br />
Cada día, puntual, a las tres de la mañana, asomaba su carita tras<br />
la blanca cortinilla de una pequeña ventana y, echando su pelo atrás,<br />
se sentaba en el alféizar y soñaba en descifrar el secreto de la Luna; y<br />
la Luna, agradecida, henchida por ser mirada, le guiñaba sus ojillos<br />
cada vez que respiraba. Una lágrima escapaba de cada cráter lunar<br />
cuando ella no miraba, le podía la vergüenza de sentirse acongojada<br />
por la muerte de esa niña en una edad tan temprana. El día llegó sin<br />
27
pausa, lloraron sus pocos trastos y sus ositos de trapo, tomaron su<br />
cuerpo inerte y la vistieron de blanco, le pintaron un lunar en su<br />
carita de santo, la llevaron en volandas y la enterraron al lado del<br />
muro más afectado por los rayos de la Luna cuando sale a iluminarlo.<br />
Hoy, la Luna y la niña, en la noche de los tiempos, sueñan juntas en la<br />
playa de una costa muy lejana, mezclan en las suaves arenas pasos de<br />
amor y de damas, juegan, corretean, ríen, danzan y chapotean entre<br />
las blancas espumas de las agüillas de plata…, y cantan al dios del sol<br />
una sencilla balada cuando cierran sus miradas al amanecer<br />
temprano tras los visillos del alma.<br />
Germán Repetto (Albalate de Zorita, Guadalajara)<br />
http://grepettoblog1949.wordpress.com<br />
28
Nosotros solíamos esperar<br />
Marta Syrko (Ucrania) http://martasyrko.deviantart.com/<br />
Antes solía escribir,<br />
coger la pluma y desgastar mi ingenio.<br />
Antes solía reír,<br />
carcajadas limpias invadían el desierto.<br />
Antes solía soñar,<br />
las luces se establecieron dentro de mi cerebro.<br />
29
Antes era el pasado,<br />
ahora, un momento traicionero.<br />
Nosotros solíamos esperar,<br />
ahora nuestras vidas cambian apresuradamente.<br />
Esperamos que algo puro pueda durar,<br />
ahora se escapa el tiempo en nuestras manos.<br />
No recordamos cuando te perdimos,<br />
ahora queremos caminar de nuevo a través del dolor.<br />
En todo momento esperábamos.<br />
En todo momento esperamos.<br />
Antes fue el pasado,<br />
ahora, la felonía.<br />
Siempre nunca llegó,<br />
siempre nunca llega.<br />
Nosotros seguimos esperando.<br />
Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
30
Maldita la hora<br />
Fashion Illustration – Judith Van den Hoek (Holanda)<br />
http://judithvandenhoek.blogspot.nl/<br />
La barbilla enhiesta, volátil el cabello, sonrosadas mejillas que<br />
enmarcan una sonrisa deslumbrante y ese sutil movimiento de<br />
brazos, trasero y caderas que realza sobre la pasarela su incipiente<br />
pubertad. La niña vestida de puta maldice la hora en que sus padres<br />
decidieron inscribirle en aquel concurso de pequeños monstruos.<br />
Rafa Sastre (Valencia)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
31
Pop Woman – Joseph McDermott (EUA)<br />
http://www.joemcdermottillo.com/<br />
32
Eterna<br />
—Para mí un café con leche, tocado de anís y dos sobres de<br />
azúcar. ¿Me dejas intentarlo, Olga—le dije como si fuésemos turistas<br />
de una ciudad sin nombre y quisiera chapurrear el idioma recién<br />
aprendido. —Y para ella… A ver si me acuerdo. Ah, ya. Un cappuccino<br />
con mucha nata, unas gotitas de ron, canela y azúcar, mucho azúcar.<br />
Cuando se marchó el camarero y la miré, supe que me había<br />
equivocado, pero ella me sonrió en vez de corregirme y la volví a<br />
querer como a un libro de Benedetti en una tarde gris de domingo.<br />
«¡Cuánto tiempo!», exclamó ella y se calló como si hubiese olvidado la<br />
lección o tuviese miedo a desvelar el final de una película de Julia<br />
Roberts. Ello me sirvió para radiografiarla sin disimulo: Estaba<br />
hermosa, a pesar de las gafas de sol que le cubrían la cara, del exceso<br />
de maquillaje que le restaba naturalidad o del paso del tiempo, que<br />
no perdona ni siquiera a las musas. Por eso la piropeé y ella titubeó<br />
como si tuviera quince años y fuese la primera vez que recibía la<br />
caricia dulce de un cumplido. Y ello me enterneció, aunque intuí que<br />
había algo más en esa pose de otra época. Y como si el cielo se abriera<br />
de repente, empezó a hablar del pasado. El colegio, la era, la plaza del<br />
pueblo, los domingos y se detuvo en el día en que partió. Rememoró<br />
con ternura aquel lunes de agosto en el que la estación se llenó de<br />
todos los amigos que la queríamos, de sus primos y de su madre, que<br />
en paz descanse; y maldijo con toda su rabia a Juan, el tipo que se la<br />
llevó y a los pocos meses la abandonó a su soledad en Madrid. Amagó<br />
con llorar, pero no se lo permitió y, como buena oradora que era, viró<br />
hacia otros asuntos más alegres. Me preguntó mi opinión por sus<br />
novelas, sus relatos, sus artículos en El País, si había seguido su<br />
trayectoria… Y le tuve que mentir. «No, sólo los libros dedicados que<br />
de vez en cuando me envías». Y entonces, le pregunté: «¿No habrás<br />
33
egresado al pasado para documentarte». A traición, se le dibujó en<br />
la cara esa sonrisa nerviosa que tan bien conocía de ella y que la<br />
obligó a desnudarse de sus gafas de sol para contestarme con<br />
sinceridad que no y, abriendo la boca tan lentamente como en una<br />
moviola, añadió: «En rea-li-dad es-toy a-quí por-que...». Y<br />
apiadándome de ella, la callé con un beso de película, que lejos de<br />
sorprenderla, me agradeció, acariciándome el cuello. Y es que entre<br />
amigos íntimos, entre hermanos, las palabras tristes, las malas<br />
noticias, sobran. Y ahí se inició la despedida de ese último fin de<br />
semana que pasamos juntos y hasta siempre.<br />
Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />
http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />
34
Cristales Rotos<br />
Mirror of a broken soul – Sumire (España)<br />
http://loba-chan.deviantart.com/<br />
En mil pedazos quedó el espejo, esparcido en el camino que<br />
transité. Solo me quedaba un pequeño destello de su prisma, que<br />
apenas me permitía ver el centro de mi mirada. Pensé que era muy<br />
tarde para regresar y retomar lo que había perdido. Después de todo,<br />
era evidente que jamás uniría cada parte de él, porque algunos<br />
fragmentos eran tan diminutos que difícilmente encajarían, y otros<br />
extraviados estarían, entre nardos y espinas, de tantas rocas caídas.<br />
Me detuve, esperando despedirme con el último suspiro de una<br />
tarde vestida de gris horizonte, al igual las cenizas de mi cabello. Pero<br />
recordé que mantenía un pedazo del espejo en mis manos, que al<br />
apretarlo para no perderlo, provocó la caída de las pocas gotas de<br />
vida que permanecían en mí. Así se derramaron, una a una, hasta<br />
35
desvanecerse con la brisa gélida del hado, que terminó acariciando<br />
cada una de mis evocaciones.<br />
Fue en ese instante, que un destello de luz reflejó lo único que<br />
lograba ver con claridad, en lo que quedaba de aquel espejo. Que no<br />
era más que el reflejo del iris de mi ojo, pero tatuado con hilos de<br />
profundos sentimientos. Imágenes que permanecían grabadas con<br />
cada uno de mis momentos, que refrescados por la llovizna de mi<br />
llanto, despejaron la grandeza de mi existencia, develando la dulce<br />
sonrisa de un ángel, que un día terminó abrazada sobre mi pecho.<br />
Desesperada, al querer buscar mis gratos recuerdos, terminé<br />
buscando a mí alrededor con la esperanza de retomar los pedazos<br />
perdidos en el camino, más sólo quedaba el que permanecía en mi<br />
mano ensangrentada y desvaída, reflejo de lo que quedaba de mí. Por<br />
lo que caí de rodillas, implorando regresar a mis afables momentos,<br />
empañados por la tormenta que permití los arroparan. Sin embargo,<br />
rendida, sentí diluirme con ese triste sentimiento.<br />
Casi sin aliento, pensé morir en mi última evocación y en mi<br />
desconsuelo, pensando en mi soledad inducida, me di cuenta que<br />
cada lágrima había caído en sus pies, y como una María Magdalena<br />
más, agradecida de su presencia, con mis cabellos los sequé. Después<br />
de todo, no esperaba nada, ya todo me había sido dado, más no lo vi.<br />
Pero aun así, extendió su mano y me levantó para mostrarme el<br />
espejo que había armado para mí, al que sólo le faltaba un pedazo;<br />
justo el que yo tenía, con la sangre de Él.<br />
Así comprendí, que cada trozo dejado en el camino, sólo era una<br />
etapa vivida, cada una con sus anhelos, sueños y despedidas, junto<br />
con cada una de mis alegrías. Porque mucho había recibido, más de lo<br />
que había perdido. Que jamás había sido deshojada por el desamparo,<br />
al contrario, había sido yo la que había dejado germinar la<br />
desesperanza, olvidando la grandeza de su amor, soltando el reflejo<br />
de lo que realmente era, y que Él sostuvo siempre para mí.<br />
Eva C. Franco (Isla de Margarita, Venezuela)<br />
36
Tres metros de cuerda<br />
Hanged – Clarice Fatality (EUA) http://claireonclouds.deviantart.com/<br />
Era una mañana soleada y abrumadoramente calurosa en pleno<br />
mes de noviembre, parecía que el frío había olvidado acudir a la cita<br />
otoñal de todos los años. Las playas estaban llenas de bañistas<br />
jubilados o de parados que pasaban al sol todos los días de la semana.<br />
Juan Pedro estaba trabajando en su ferretería sofocado porque se<br />
37
negaba a poner el aire acondicionado, gastaba mucha luz. Entró un<br />
joven con aire despistado en el local y se dirigió a él.<br />
-Buenos días, necesito tres metros de cuerda.<br />
-¿Cómo la quieres –le contestó solícito.<br />
-Que sea fuerte, que me sostenga.<br />
- ¿Qué la quieres para ahorcarte –le dijo en tono socarrón.<br />
-Sí –le contestó el cliente.<br />
El ferretero no le dio importancia a lo que pensaba que era una<br />
broma y le despachó la cuerda introduciéndola en una de sus bolsas.<br />
Al cabo de un rato recibió la llamada de un amigo que le informó de<br />
que la policía había impedido el suicidio de un joven en el último<br />
momento. Se estaba intentando colgar en el Parque del Oeste, de un<br />
árbol, y la cuerda parece que provenía de tu tienda –le dijo- la han<br />
identificado por el envoltorio. Juan Pedro se quedó impresionado y<br />
anduvo todo el día cabizbajo. Parece que era una verdad, silenciada<br />
por los medios de comunicación, que la crisis atroz que sufría el país<br />
estaba produciendo un montón de suicidios. Se dijo que tendría más<br />
cuidado en adelante al vender sus cuerdas.<br />
Lu Hoyos (Valencia)<br />
http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />
38
Sin distrito ni estafeta<br />
Camino – Victor (Noruega) http://uforic.deviantart.com/<br />
Querida madre:<br />
Lo prometido es deuda, te dije que tendrías noticias mías<br />
asiduamente -Pero el móvil lo utilizaré solo en caso de emergencia.<br />
¡No me llaméis!- Fueron mis últimas palabras -¡Salvo una urgencia!-<br />
Recalqué.<br />
Nadie entendió mi postura, como muchas otras. Nací siendo<br />
rebelde. Y pensasteis que esta era otra de mis rebeldías. Dejé que lo<br />
hicieseis.<br />
39
Expresé el deseo de realizar el camino de Santiago sola;<br />
necesitaba hacerlo así. Juan y la niña se han quedado en casa, dije<br />
que a la vuelta de este viaje las cosas cambiarían. ¿Mamá, dónde te<br />
vas de viaje, te vas muy lejos -me preguntó Claudia. Tuve que hacer<br />
un gran esfuerzo para no abrazarla hasta hacerle daño, y decirle que<br />
mamá no se irá lejos de ella, nunca. Aún parece que estoy acariciando<br />
su cabello, explicándole.<br />
“Mamá se va de viaje, pero de este regresa”…, no te preocupes.<br />
¡Es tan bonita y pequeña mi niña, mamá! ¿Cuántas veces me has<br />
dicho que se parece a mí, cuando tenía su edad Infinitas.<br />
Hasta hoy no me he sentido con fuerzas para sentarme a<br />
escribirte esta carta, que seguramente no llevará ni distrito ni<br />
estafeta…, porque su destino es incierto. Todavía no sé lo que haré<br />
con ella…, pero necesito hablarte de esta manera. Tú y yo, solas.<br />
Estoy cerca, solo me quedan unos kilómetros para llegar al final<br />
del camino. Estoy deseando vivir ese momento que dicen que es<br />
mágico…, cuando subes la cuesta y vislumbras los campanarios de la<br />
catedral. ¿Recuerdas madre, aquel día que estábamos en la plaza del<br />
Obradoiro e iban llegando los peregrinos<br />
Yo no entendía todo aquel jolgorio, pero me llevaste a un banco<br />
de piedra y me sentaste allí, con mi espalda en la fachada del hostal<br />
de los Reyes Católicos, antaño el hospital de los peregrinos. Y<br />
abrochándome el gorrito de lana, me dijiste: “Observa lo que sucede a<br />
tu alrededor.”<br />
Yo no entendí lo que querías decirme en aquel momento, pero<br />
con mis ojos grandes como platos quise atrapar todo lo que allí<br />
acontecía.<br />
Iban llegando personas solas como yo, que según he ido<br />
avanzando he ido encajando las razones y ordenando con prisa mis<br />
ideas para ubicarme en la realidad; como si un orden invisible,<br />
hiciese girar mi universo en órbitas.<br />
40
Parejas que sonreían, se abrazaban y se tiraban al suelo<br />
cogiéndose de las manos, acariciándose con la mirada y volviendo a<br />
sonreír.<br />
Personas en grupos que iban depositando sus mochilas en aquel<br />
suelo empedrado, mudo testigo de años de historias. ¡Ay, si las<br />
piedras hablasen! -murmurabas una y otra vez. Yo también quiero<br />
hacer el camino de Santiago, como ellos…, demostrando coraje y<br />
valor en cada uno de sus pasos. Vi a papá sonreír, mientras nos hacía<br />
una fotografía, que quedaría perdida entre las páginas de alguno de<br />
los libros que habitan en la estantería del salón.<br />
Hoy llueve, madre. Es esa lluvia débil que llaman chirimiri, o<br />
sirimiri o…, dependiendo de los pueblos por los que pasas.<br />
Aún así, he salido del albergue y con el chubasquero y la mochila<br />
a cuestas, he emprendido mi camino. A veces resulta complicado<br />
sortear ese camino, con las piedras incrustándose en las suelas de<br />
mis zapatillas. Ya me aconsejaron que llevase unas buenas botas…,<br />
pero ya me conoces, siempre llevando la contraria a las normas. Y así<br />
estoy siempre, con los pies helados. El orballo, como llaman aquí al<br />
rocío, es quien me da la bienvenida cada mañana al alba. Soy feliz<br />
caminando y encontrando buena gente, madre.<br />
A veces me pregunto si no será porque no quiero pedir las cosas<br />
que necesito. Debería hacerlo, debería ser menos egoísta y pensar<br />
más en vosotros.<br />
Hace unas semanas recibí una llamada. Estoy pensando si no<br />
hubiese sido mejor que de alguna manera me hubiese llegado una<br />
carta, como la que te estoy escribiendo ahora.<br />
Al menos hubiese tenido la oportunidad de poder acariciarla<br />
con mis manos temblorosas mientras la abría. Y que en esos<br />
segundos interminables, mientras arrancaba un trozo del sobre y<br />
desplegaba la carta, me sentiría aliviada al saber que vuestra pena<br />
ahogaría la mía.<br />
41
Pero no fue así, recibí una llamada a primera hora de la mañana<br />
y la voz de una mujer, más o menos de mi edad, me decía que pasara<br />
por la consulta del Dr. Cid, a ser posible ese mismo día.<br />
Si hubiese leído el diagnóstico sobre papel, este hubiese<br />
resbalado de mis manos. Mamá, lo que sucedió en aquella consulta te<br />
lo contaré a la vuelta, te daré la peor de las noticias que una madre<br />
pueda recibir..., por eso estoy aquí… para darme cuenta que quiero<br />
hacerme mejor persona. Dicen que este camino cambia a la gente, y<br />
yo quiero invertir mi recorrido, creo que ya lo hice en el primer<br />
momento que el polvoriento camino me dio la bienvenida y comencé<br />
a andar, a menudo bajo un sol de justicia, que parece querer<br />
fundirme en plomo líquido.<br />
Pero llegaré madre el domingo. ¿Recuerdas, cuando me vestías<br />
con el vestido blanco de fiesta Siempre te acompañaba la inquietud,<br />
de que lo manchara y me perdiera los arrumacos de la abuela a la<br />
salida de la iglesia. Ahora no importará en qué estado llegue, porque<br />
lo que deseo es abrazaros con todas mis fuerzas y manchar vuestros<br />
vestidos con el roce de mis labios.<br />
Sé que estaréis allí esperándome. Conozco a Juan y os llevará. Y<br />
deseo que lo haga, porque ahora más que nunca, os necesito.<br />
No quiero que me dejéis sola, ante el camino que voy a<br />
comenzar la próxima semana. De repente me he dado cuenta de que<br />
todo esto es desconocido para mí. Durante estos días me he<br />
preguntado cuántas veces quiero estar con vosotros.<br />
La suma ha resultado sencilla. Siempre.<br />
Rosi Serrano Romero (Móstoles, Madrid)<br />
Nota: Este cuento mereció el Primer Premio de la última edición del<br />
Concurso “Cartas desde el Camino de Santiago”, organizado por la<br />
Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Ávila.<br />
42
El argentino<br />
Nuclear Love – Ben Heine (Bélgica) http://benheine.deviantart.com/<br />
— ¿Qué pasó —gritó el jefe en medio del tumulto.<br />
En medio del caos todos corrían, algunos presa del terror. El<br />
sonido intermitente de la alarma no dejaba de sonar.<br />
— ¡El núcleo va a estallar! ¿Qué hacemos<br />
— Que salga urgente el personal, todos los hombres afuera.<br />
— Traten de bombear agua para enfriarlo.<br />
Se inició la evacuación de inmediato, rápidamente se hicieron<br />
presentes los ingenieros para evaluar la situación, este era el mayor<br />
43
eactor jamás construido, aunque estaba en período de prueba ya<br />
proveía de energía a un amplio sector.<br />
¿Qué podría haber pasado, el protocolo se cumplía a rajatabla,<br />
nada quedaba librado al azar, científicos de todo el mundo<br />
monitoreaban los sistemas las veinticuatro horas, pero algo había<br />
disparado el sistema y provocado el caos, el inmenso edificio estaba<br />
repleto de ordenadores con diversas funciones, inclusive los que<br />
cumplían funciones alternativas por si alguno provocaba una falla.<br />
Los especialistas en seguridad, enfundados en sus trajes a<br />
prueba de radiación, comenzaron a revisar las instalaciones en busca<br />
del problema, monitoreaban constantemente si había alguna fuga de<br />
radiación.<br />
Un grupo de científicos rusos temían que esto se convirtiera en<br />
un nuevo Chernóbil, aún estaban latentes la imágenes de los<br />
reactores japoneses estallando.<br />
Rodrigo Carlos Lacerna, apodado “el argentino”, había nacido en<br />
la provincia de Buenos Aires, de allí su apodo, estudió en la<br />
universidad “Energía Nuclear”, tras recibirse decidió probar suerte<br />
en el exterior, consiguió este puesto en la central nuclear donde su<br />
misión era mantenimiento y limpieza del sector de comando del<br />
reactor.<br />
No era bien mirado por el resto de la comunidad, ya que era un<br />
tanto indisciplinado y no respetaba el protocolo como los demás.<br />
Varias veces fue llamado al orden por tomar decisiones erróneas o no<br />
tener cuidado con lo que hacía. Aquella tarde estaba cambiando un<br />
panel que controlaba la temperatura del reactor, cosa sencilla si se<br />
hacía con cuidado y respetando un orden establecido.<br />
Rodrigo no descansaba adecuadamente, vivía solo y gustaba de<br />
los placeres nocturnos, algunas amigas lo invitaron la noche anterior<br />
a una reunión donde corrió generosamente la bebida, además de<br />
44
alguna sustancia para energizar el ánimo, siempre repetía lo mismo<br />
cual muletilla: “Sexo, droga y rock and roll”.<br />
Al llegar, los investigadores lo encontraron en brazos de Morfeo,<br />
el tablero estaba desarmado, una herramienta había quedado en un<br />
lugar comprometido haciendo un falso contacto.<br />
No fue necesario despertarlo, la explosión lo hizo…<br />
Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />
http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />
45
Leyenda de un Pierrot – © Adrián García Garra<br />
46
Leyenda de un Pierrot<br />
Tan solo un triste Pierrot<br />
Errante por las calles<br />
Inspirado en la musa de mi vida<br />
Compongo estos versos pares<br />
Promesas de castillos<br />
De palacios dorados<br />
Convertidos en palillos<br />
Y dragones alados<br />
Tan solo un triste bufón<br />
Que busca su destino<br />
Entre claros de luna<br />
Confundido en la bruma<br />
Adrián García Raga (Valencia)<br />
http://unaestrellaenelcosmos.blogspot.com.es/<br />
47
Witch – Anita Anti (Ucrania) http://anitaanti.deviantart.com/<br />
48
Bruja<br />
La primera bofetada. Casi duele más su inesperada humillación,<br />
su sorprendente y violenta dosis de realidad.<br />
Es como el golpe seco de la rama en la huida oscura.<br />
La casa está limpia, el vestido esconde cualquier atisbo de la<br />
piel, las mujeres cuchichean en el mercado y los hombres sonríen<br />
maliciosamente desde la barra del bar.<br />
Los hombres furibundos con cruces rojas bordadas vociferan la<br />
saliva de Dios mientras el pueblo asiente atemorizado.<br />
En ese momento solo anhelo el silencio, el momento en que cese<br />
el insulto que más hiere, el grito que hunde mi carne. Que empiece el<br />
partido de fútbol, la hora de oír las llaves y el portazo.<br />
Al tendero no le vale tu dinero, el escupitajo esta vez estuvo<br />
demasiado cerca, el sonido sombrío de puertas y ventanas al cerrarse.<br />
Casi duelen más los reproches de mi madre, la amiga que<br />
insinúa que algo habré hecho.<br />
Casi duelen más las miradas que caen como losas de ultratumba.<br />
No, no duelen más. Duelen los golpes hasta ese punto en que<br />
estás anulada. Su cigarro. Las quemaduras de las plantas de los pies.<br />
Las quemaduras en las plantas de los pies, el calor del acecho de<br />
la muerte, por más lágrimas que paras jamás conseguirás apagar la<br />
hoguera alrededor de la cual los vecinos vitorean.<br />
Por más lágrimas que para, abortos de niños líquidos, no<br />
conseguiré sanar las llagas infinitas alrededor de las cuales la ciudad<br />
vocifera.<br />
Pero recuerda el aquelarre, el rumor cada vez más cercano, el<br />
canto imparable de las compañeras.<br />
49
Recuerdo el aquelarre, las oigo cantar bajo mi ventana, ya están<br />
en la puerta. Él parece asustado por primera vez en la vida, abre sin<br />
comprender nada.<br />
¿Nos reconoces<br />
¿Nos reconoces<br />
Javier Vayá Albert (Valencia)<br />
http://actosinvisibles.blogspot.com.es/<br />
50
La insoportable vulnerabilidad<br />
Jumping Guy – Berkay (Turquía ) http://neizen.deviantart.com/<br />
Cada vida, propia o ajena, se circunscribía a ese espacio<br />
reducido e hipotecado que llamamos casa, ese por el que casi<br />
moriríamos y por el que seguro mataríamos.<br />
Él lo sabía y se daba cuenta de que si perdía la suya terminaría<br />
con todo. Debía reflexionar... Una noche de luna pensó hacer algo al<br />
respecto, imaginó un mundo sin propiedades, sin tasas ni mercados<br />
monetarios, sin bolsa ni bancos, un lugar sin esos pequeños muros<br />
separando habitáculos insignificantes, donde las personas serían más<br />
importantes que sus posesiones.<br />
Por eso cuando saltó por la ventana de su piso lo tenía decidido:<br />
podría expandirse sin limitaciones, no volvería a sentir angustia por<br />
sentirse encerrado ni acorralado.<br />
La luna lo acompañó.<br />
Caridad Blázquez (Cartagena, Murcia)<br />
51
Mademoiselle - Gustave Jean Jacquet (1846 - 1909)<br />
52
Tránsito<br />
Los otoños son la lupa que me precede<br />
Un mirador de cabalgadas escrito al viento<br />
Caídas de recogida en especia de colores vivos<br />
Ternuras que se depositan en ausencias graves<br />
Otros cantares, a la esquina de la vuelta,<br />
Otros lechos que amanecen en otra parte<br />
Y la distancia, conservadora de una hoja celeste,<br />
Cierra sus benditos ojos a la profecía.<br />
Amplía sus ecos la mañana mientras la calma reverdece<br />
Solitaria, en espera impugnada, al correo de las amapolas<br />
Que describen su destino final. Mis ayeres<br />
Son como labios que atormenta la aurora<br />
En solicitud nostalgia rellena de sinsabores,<br />
Infancia que recorrió mi alma<br />
Doblegando la mota de sus pinceles,<br />
Reserva de noches que el creador tuvo a bien injertarme.<br />
Conozco cada bajante del camino a casa, la infatigable visión<br />
Que adelgaza mis lágrimas al contemplarte.<br />
Felicidad Domínguez - Faine (Silla, Valencia)<br />
http://fadaluna-faine.blogspot.com.es/<br />
53
M.Aurelius – Lu(isa/dovica) (Italia) http://lapantera.deviantart.com/<br />
(Estatua ecuestre en el Museo Capitolino, Roma)<br />
54
Al caer la noche<br />
Ha caído la noche. Desde mi tienda puedo escuchar los pasos del<br />
centinela. Si alguien entrara ahora aquí y con una daga,<br />
probablemente comprada a algún traficante de Tracia, atentara<br />
contra mi vida... La soledad... También el viento me trae los sonidos<br />
del torno del herrero. Preparan sus armas para mañana. Armas que<br />
degollarán, cercenarán y se hundirán en las carnes de los cuerpos de<br />
otros hombres. Hombres como nosotros. En las heridas profundas la<br />
sangre siempre mana negra.<br />
Sí, ha caído la noche y los soldados descansan. Descansan y<br />
sueñan. Me acompañarán a la muerte, pero... ¿me acompañarán a mí<br />
o a Roma<br />
La luz del candil tiembla, como mi mano. Es hora de poner por<br />
escrito lo que tantas veces he meditado. Escribir y luchar no se me<br />
antojan hoy cosas muy distintas. Lo primero será agradecer quién soy<br />
a aquellos que así me hicieron. No hay otro modo de comenzar que<br />
echar la vista atrás... ¿Dónde están hoy todos ellos ¿Dónde estaré yo<br />
mañana...<br />
“De mi abuelo Vero: el buen carácter y la serenidad.<br />
De la reputación y memorias legadas por mi progenitor: el<br />
carácter discreto y viril.<br />
De mi madre: el respeto a los dioses,...”<br />
Marco Antonio Torres Mazón (Torrevieja, Alicante)<br />
http://itacadeshabitada.blogspot.com.es/<br />
Nota del autor: pequeño texto en el que me aventuro a imaginar la noche en la<br />
que Marco Aurelio (121-180) comenzó a escribir sus "Meditaciones"<br />
55
Qujiote, cover – Bruno Redondo (Barcelona)<br />
http://www.brunoredondo.blogspot.com.es/<br />
56
Como un Quijote<br />
Mi hermano es barrigón, bajito y de buen carácter. Parece feliz.<br />
Yo sin embargo, soy largilucho, de rostro enjuto y semblante arisco. Y<br />
no estoy conforme con mi destino, de ahí mi carácter agrio. Mi madre<br />
dice que para ella somos iguales, al parecer el amor de una madre es<br />
capaz de igualar lo inigualable.<br />
Yo quiero cambiar el mundo, no entiendo cómo él permanece<br />
impasible ante los atropellos que nos rodean, la última batalla que he<br />
librado ha sido con una orden municipal: han sacado un nuevo<br />
impuesto que nos arruinará. Mi hermano no se ha inmutado, dice que<br />
no participará en batallas perdidas, que mientras tenga pan, queso y<br />
un porrón de vino, lo demás le sobra.<br />
Lo peor de todo ha sido que mi querida Dulci, la hija de Nea, mi<br />
ninfa, mi diosa de ojos almendrados, se ha prendado de ese bajito<br />
feliz, y dice que a ella también le basta con el pan, el queso y la<br />
compañía de mi panzudo hermano.<br />
Enloquezco ante mi desgracia, me viene a la memoria aquella<br />
larga historia de Cervantes y me siento como el incomprendido<br />
caballero protagonista de su historia: solo ante un mundo patas<br />
arriba.<br />
Yolanda Nava (León)<br />
http://microsyotrashistorias.blogspot.com/<br />
57
No more me - Ann Amsterdam (Ucrania)<br />
http://amsterdam-jazz.deviantart.com/<br />
58
Sueño cumplido<br />
La piel cada día más seca, más pálida frente al espejo; la<br />
almohada llena de pelos por las mañanas; los ojos con ese brillo que<br />
ya era crónico. Siempre había deseado viajar a Japón. Soñaba<br />
despierta, por las noches no dormía.<br />
Como si fuese una espectadora, se veía a sí misma en la Pampa<br />
argentina, sintiendo aquel frío, dentro de una realidad abrumadora,<br />
sin resquicios; incluso se escuchaba claramente hablando argentino,<br />
¿vos no viste, pibe O viajaba en el Transiberiano y llegaba a<br />
Vladivostok con el cuerpo molido y el frío en los huesos. El frío,<br />
siempre ese frío que se generaba desde dentro. Alguna vez se había<br />
levantado en plena madrugada para ponerse frente al espejo y hablar<br />
con el revisor en un perfecto ruso durante un par de horas. El tumor<br />
seguía creciendo mientras tanto, no cabía duda. Anteayer, antes del<br />
amanecer, se sorprendió en la cama, inmóvil y completamente recta,<br />
hablando una misteriosa lengua egipcia llena de figuras y jeroglíficos.<br />
Anoche fueron los vecinos quienes avisaron, no contestaba al<br />
teléfono ni abría la puerta; habían dejado de escucharla recitar en ese<br />
extraño idioma de corte asiático. Cuando entraron, estaba en la<br />
alfombra, tumbada y muerta, con la sonrisa acostumbrada ya al rigor<br />
mortis. Una paz densa llenaba la casa y en sus manos sostenía una<br />
ramita de cerezo en flor que aún conservaba restos de nieve del<br />
monte Fuji.<br />
Fran Rubio (Tavernes de la Valldigna, Valencia)<br />
59
Feel free and fly with me – Dave de Haan (Bélgica)<br />
http://davedehaan.deviantart.com/<br />
60
El aprendiz<br />
El fresco césped bajo mis pies y la mirada perdida buscando más libertad de<br />
la que merezco…<br />
Caigo entre hojas y danzo sin tener idea de cómo hacerlo, pero<br />
lo hago, como salga, como nazca de este pesado cuerpo que ahora<br />
solo es aire. Una pompa de jabón que juega con el viento<br />
entrelazándose en una lucha no violenta. Reímos y nos golpeamos sin<br />
la más mínima intención de hacernos daño…<br />
Caigo del ala de un ave que sobrevuela el pico de una gran<br />
montaña. El viento me abraza y me besa en el aire, me cobija, me<br />
abraza y soy yo, sin cuerpo, sin nada que me contenga. Una nada que<br />
es todo alejado de la multitud y solo conmigo mismo, gritando para<br />
ser oído solo por mí, afirmando mi infinita alegría de estar vivo…<br />
Toma mi alma entre tus dedos y verás cómo me zafo de ellos,<br />
como escapo a la esclavitud de pertenecer. La oscuridad de tu palma,<br />
aunque tétrica, la siento cálida y confortable por momentos, parece<br />
ofrecerme una estadía sin preocupaciones, sin altibajos. Estar, esa es<br />
la consigna y que el tiempo pase bajo mis pies sin poder sentirlo ni<br />
siquiera un segundo. Tentación de algo que parece placentero pero<br />
que solo resulta una tortura silenciosa y escondida tras una sonrisa<br />
maléfica…<br />
Corro huyendo del gran castillo donde me encuentro prisionero<br />
y me arrojo a los brazos del vacío que me espera y me reclama. Lo<br />
siento como mi padre que me llama, que me espera. Hincho el pecho<br />
y lo llevo hacia adelante, ubicando mis brazos al costado de mi<br />
cuerpo. Las piernas tiesas una pegada a la otra como hermanas<br />
siamesas, se hace una. Soy un proyectil sin rumbo ni destino. Alegría<br />
hecha carne que toca la felicidad y se empapa en ella, mi gran sonrisa<br />
61
así lo demuestra. Es como si me crecieran más dientes de los que he<br />
tenido, demostrándole al mundo que mi felicidad quiere comérselos a<br />
cada uno de sus habitantes y escupirlos nuevamente a sus hogares<br />
haciéndolos felices para siempre…<br />
La humedad del agua me recibe. Siento el fresco recibimiento en<br />
mi frente que acaricia mi pelo, mi cara, mis hombros, mi torso, mis<br />
piernas y finalmente mis pies. Abro los ojos asombrado de tanta<br />
belleza, todo es nuevo y fascinante y se me presenta uno por uno.<br />
Quiero más y más. La gula se hace dueña de mi ser. Ver, mirar,<br />
extasiarme hasta el borde del desmayo. No puedo cerrar la boca y<br />
dejar de sonreír. Jamás pensé que estar vivo fuera la sensación sin<br />
verbo, la descripción única de una maravilla nunca vista, un cuento<br />
jamás contado por nadie, los ojos de mis hijos mirándome al salir de<br />
su madre, el descanso de mi amada, apacible y tan cerca y lejana a la<br />
vez, en un mundo donde sé que nada la daña, mi madre en la cocina<br />
sonriendo mientras me prepara algo para que yo me alimente…<br />
Tuercas, trajes y ruido quieren interponerse en mi destino,<br />
oscureciendo por momentos mi felicidad única y sola mía. Frunzo el<br />
ceño en señal de dar batalla y me preparo como nunca para salir<br />
airoso de ella, y aunque en muchos momentos el cansancio y el dolor<br />
quieren convencerme de abandonar el campo de guerra, solo miro<br />
hacia adelante, sin mirar siquiera de soslayo entre mis hombros, solo<br />
los recuerdos de los que amo son el sostén que del pasado vuelven a<br />
darme aliento para seguir sin desfallecer y seguir siempre. Me siento<br />
invencible ante los monstruos que se me acerquen. Ni demonios, ni<br />
tentaciones pueden hacerme frente, pues poseo la armadura más<br />
perfecta jamás construida por algún ser vivo, y ese es mi secreto;<br />
secreto que será compartido por quien quiera ver. Lo verá en mis<br />
huellas y en el rastro dejado en mi camino, porque allí, en el ocaso del<br />
final de todo hombre me verá, esperándolo sonriente con más<br />
dientes de los adquiridos, con los brazos más abiertos que hayan<br />
visto y el pecho más ancho que hayan conocido…<br />
62
Mi ida no será ida, será permanencia contigo todos los días,<br />
cuidándote en cada paso en cada respiro para que cuando estés<br />
dispuesto a entender puedas hacer como yo lo hice algún día y te<br />
arrojes desde el pico más alto de la montaña más alta para ser<br />
recibido por el viento, para jugar a los manotazos con el aire, para ser<br />
parte del ala de un ave y mirar al mundo desde arriba, para admirarlo<br />
y ser parte…<br />
Búscame en una piedra, en un tronco, en el aire; porque ahí<br />
estaré disfrutándote, y mirando como entiendes, como al fin puedes<br />
sentir el verde y fresco césped acariciar la planta de tus pies y<br />
disfrutarlo como si fuera lo único y lo más grandioso que jamás haya<br />
existido…<br />
Elliot Bourdin (Buenos Aires, Argentina)<br />
Música sugerida por el autor<br />
https://www.youtube.com/watchv=WJg0zjrOzxw<br />
63
Lady of the camellias - Drazenka Kimpel (EUA)<br />
http://www.creativedust.com/<br />
64
Noche de estreno<br />
Pasa sin mirar por delante de la gran luna de la entrada. Al<br />
llegar al vestíbulo acelera el paso.<br />
-Este teatro huele a rancio con tanto terciopelo sobado y tanto<br />
espejito. No han cambiado nada desde que debuto Alfredo Mayo.<br />
-Buenos días señorita Celia, no la había visto. Ha llegado usted<br />
muy pronto hoy.<br />
-En cuarenta años sería la primera vez que yo llegase tarde una<br />
noche de estreno. ¿Mi camerino está listo<br />
-Si señorita, tal y como usted lo pidió.<br />
El cuarto está casi en penumbra. Solo la luz tenue de una<br />
pequeña lámpara de mesa. El espejo del tocador está cubierto por un<br />
cartel teatral. Una mujer joven, extraordinariamente bella, sonríe<br />
bajo unas grandes letras doradas. Celia se quita el abrigo y se sienta<br />
en la butaca. Comienza a maquillarse despacio, minuciosamente. No<br />
necesita ver su rostro para repetir algo que ha hecho tantas veces.<br />
Solo contempla el cartel.<br />
-¡Dios mío! ¡Qué joven era entonces!<br />
-¡La Dama de las Camelias! ¡Y mi nombre por primera vez en<br />
letras gigantes! ¡Con qué rabia me miraba la Mendoza! ¡Ella, la gran<br />
dama de la escena, reemplazada por una chiquilla!<br />
- Pues que le den a la Mendoza. Yo he sido mucho más grande que<br />
ella. Aún recuerdo los titulares del día siguiente: “La gran Celia Valera<br />
emociona al público con su maravillosa interpretación de Margarita<br />
Gautier”<br />
65
- Y el camerino abarrotado de flores. Y las colas de admiradores a<br />
la puerta del teatro. Y el gran Mariano Ariza muerto de celos, metido<br />
de lleno en el papel de Armando…..<br />
-¿Necesita algo señorita Celia Me ha parecido que me llamaba.<br />
-Nada en absoluto. Solo un poco de tranquilidad si eso fuera<br />
posible.<br />
La ayudante cierra la puerta. Ya está acostumbrada a no<br />
perturbar el genio de la Diva.<br />
-Y ahora Bernarda Alba y con una niñata inexperta como mi hija.<br />
Yo, la Varela, vestida de negro, haciendo de una vieja amargada. Y el<br />
idiota del empresario “Compréndelo Celia, los años pasan. No puedes<br />
hacer eternamente de jovencita enamorada” ¡Gilipolleces!<br />
Alguien golpea la puerta del camerino.<br />
-¡Joder! Como tengo que decirte que no te necesito para nada.<br />
¿Es que te has contagiado tú también de la estupidez de todos<br />
-Perdona Celia, no quería molestarte.<br />
- Ah eres tú. Pensé que era otra vez esa pesada de mi ayudante.<br />
Pasa por favor.<br />
La joven actriz se queda de pie cerca de la puerta.<br />
-Solo quería decirte que es un privilegio trabajar contigo. La<br />
primera cita de mis padres fue para ver tu Dama de las Camelias.<br />
Siempre me hablaban de ti, de cómo llenabas la escena. Tú eres el<br />
motivo de que yo esté aquí hoy.<br />
-Vaya, no tenía ni idea de que fuera tan inspiradora. ¿Hay algo<br />
más que quieras decirme antes de comenzar<br />
-Pues sí, hay algo más que me gustaría que supieras. Algún día,<br />
dentro de unos años, me gustaría mirarme al espejo y ver en él algún<br />
rasgo de la gran dama que tú eres hoy.<br />
66
Celia baja los ojos y contempla sus manos. Su piel ya no es tan<br />
tersa. ¡Cuántos guiones pasaron por ellas! ¡A cuantos personajes<br />
dieron vida!<br />
-Seguro que será así. Tendrás una vida llena de éxitos, lo veo en<br />
el brillo de tus ojos. Y ahora espabila, hay un público que espera que<br />
le hagamos feliz. Y tú y yo, bonita, hoy vamos a quemar la sala.<br />
Matilde Lledó Pérez (Madrid)<br />
67
Love-Hate – Amanda (Singapur) http://scarlet-kiss.deviantart.com/<br />
68
Pasiones<br />
Quizá, seré la noche oscura que se cierne por el horizonte.<br />
Llegaré sutilmente, tragándome la belleza de la luz<br />
hasta que todo el color se desvanezca.<br />
Entonces tú,<br />
te mostrarás temerosa e indefensa<br />
y te acurrucarás, abrazándote las piernas.<br />
Mientras, yo descenderé sobre ti,<br />
enredándome entre tus miedos, te acariciaré levemente,<br />
posándome sobre tu cuerpo,<br />
sofocando tus gritos con mis tenebrosos dedos.<br />
Y me convertiré en amor.<br />
Quizá, seré los celos invisibles que envenenan mi quebrada mente.<br />
Sospecharé del sol en las tinieblas<br />
hasta que de entre las nubes<br />
un rayo te acaricie fugaz y tendré razón.<br />
Entonces tú,<br />
te mostrarás temerosa e indefensa<br />
y te acurrucarás abrazándote las piernas.<br />
Mientras, yo torturaré tu miedo con mi silencio<br />
y asesinaré lentamente la alegría de tus sueños,<br />
apagando con mi ira el calor de tu dulzura.<br />
Y me convertiré en locura.<br />
69
Quizá, seré el engaño amargo con las lágrimas del adulterio.<br />
Buscaré sin descanso a la amante<br />
que se entregue a mi secreto<br />
hasta que el delirio desaparezca.<br />
Entonces tú,<br />
te mostrarás temerosa e indefensa<br />
y te acurrucarás abrazándote las piernas.<br />
Mientras, yo consolaré mi soledad con la decepción de tu indiferencia<br />
y te robaré paulatinamente con mis besos el fuego de tus entrañas.<br />
Y me convertiré en venganza.<br />
Marisol Santiso Soba (Madrid)<br />
70
Alas de mariposa<br />
Imagen aportada por la autora<br />
El viento aullaba como una jauría de fieras salvajes y el frío<br />
rompía sus carnes entradas en años.<br />
Tras intentos fallidos, la tenue llama de la lámpara de keroseno<br />
iluminó el recinto. Avivó la chimenea, se recostó y segundos después<br />
se quedó dormido.<br />
Un quejido lastimero lo sobresaltó.<br />
—Ayuda...<br />
Alarmado, se dirigió a la puerta y buscó el origen de los<br />
lamentos.<br />
Con cuidado, tomó la minúscula criatura y la depositó en un<br />
cojín; la frente le ardía y estaba inconsciente.<br />
71
Secó sus cabellos empapados y la cubrió con mantas. Preparó<br />
un brebaje pastoso y amargo que introdujo en su boca.<br />
Tres días pasaron hasta que por fin abrió los ojos.<br />
Agradecida, desplegó sus alas casi transparentes, hasta posarse<br />
en las manos del anciano.<br />
Miró sus ojos tristes, leyó su alma y le susurró al oído: «La luz<br />
está en ti, vuela en paz».<br />
Las cortinas de tela blanca se movieron con suavidad, un leve<br />
perfume a rosas impregnó el ambiente y su breve figura se<br />
desvaneció.<br />
vio.<br />
El viejo entró en un extraño sopor, levantó la vista, entonces, la<br />
Su amada esposa Sofía venía a su encuentro. Ella lo tomó de la<br />
mano y lo condujo a la eternidad.<br />
Lucía Uozumi (Miyazaki,Japón)<br />
http://www.mishumildesopiniones.com/<br />
72
A solas frente al mar<br />
Fotografía realizada por la autora<br />
En la arena fría de un invierno<br />
que nada tiene ya que ver conmigo,<br />
a solas espero la luz<br />
de cuanto nace de nuevo<br />
al llegar la primavera.<br />
La mirada fija en el horizonte,<br />
sujeta en él la percha del olvido,<br />
colgando allí, con cuidado,<br />
cuanto sé que ha sido y vendrá.<br />
Quedo libre así, en esta mañana,<br />
de cuanto en desmesura ciñe<br />
el talle del instante que se cuela,<br />
empapando de dulzura, frente al mar<br />
un corazón en calma .<br />
Marga Alcalá (Valencia)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
73
Dollarman thumbs his nose - Truthout.org<br />
https://www.flickr.com/photos/truthout/<br />
74
Trato preferente<br />
¿Doña Paquita //. Buenos días, soy Pepe. //. El cajero de<br />
Bancaja. //. ¿Cómo está //. Me alegro, yo también bien, aquí, como<br />
todos los días. //. Le llamo porque estamos lanzando un nuevo<br />
producto que le puede interesar. //. Se trata de una inversión muy<br />
rentable. //. No, no se preocupe que su dinero no corre ningún<br />
peligro. //. Seguro, doña Paquita. Ya sabe que de no ser así yo no se lo<br />
ofrecería. //. Pues ya ve, ahora, si hay algún ratito que no tenemos<br />
cola en caja, nos hacen vender también. //. Si la iba a llamar un<br />
comercial, pero cuando he oído que la nombraban he dicho “a doña<br />
Paquita la llamo yo, que llevo atendiéndola veinte años”. //. Claro que<br />
sé que me aprecia, tanto como yo a usted. //. Lo sé, sé que don<br />
Alfonso también me apreciaba. No crea que no me acuerdo de él. //.<br />
Se lo dejó todo muy bien arreglado y así va a seguir, no tiene de qué<br />
preocuparse, doña Paquita. Ya sabe que para nosotros es una clienta<br />
preferente. //. No, esto es igual que los plazos fijos que tiene, pero<br />
con un poco más de interés. //. Bueno… igual, igual… muy parecido.<br />
Da más intereses porque la Caja invierte su dinero para que sea más<br />
rentable. //. No se preocupe que no hay ningún riesgo. De todas<br />
formas, sólo invertiría una parte de lo que tiene. //. ¿Qué le parece<br />
doce mil euros //. Pues lo dejamos en diez mil. //. Sí, sí, en el<br />
momento quiera lo recuperamos y volvemos a hacer un plazo fijo<br />
normal y corriente. //. No hace ninguna falta que moleste a su hijo.<br />
//. Esté tranquila, yo lo preparo todo y cuando venga a poner la<br />
cartilla al día con el ingreso de la pensión ya me firmará los papeles.<br />
//. Su hijo no se enfadará, me conoce y sabe que la tratamos con todo<br />
cariño. //. ¡Qué quiere hablar con el director! //. Pero doña Paquita,<br />
él no le va a decir nada que no le diga yo y, además, ya sabe lo seco<br />
que es. Si usted nunca ha querido tratar con él. //. Me está usted<br />
75
ofendiendo, ¿no se fía de lo que le digo //. Sí, sí que me ofende.<br />
Siempre la he tratado con el máximo respeto… y ahora, que me<br />
intereso personalmente en ofrecerle algo que le beneficia… usted<br />
duda de mí. //. No, no me pongo agresivo, es que tengo razón en<br />
enfadarme. Esto me pasa por meterme donde no me hace falta. Tenía<br />
que haber dejado que la llamara el comercial y sabría usted lo que es<br />
ser agresivo. //. Vale, acepto sus disculpas… no pasa nada. Acepte<br />
usted también las mías por haberle gritado. Entienda que estamos<br />
muy presionados. //. ¿Ética profesional, dice //. Sí, claro… tiene<br />
usted razón. //. Gracias, doña Paquita… no se preocupe, ya me<br />
firmará cuando venga a final de mes. Cuídese mucho.<br />
Benjamín Blanch (Valencia)<br />
76
¡Adiós, ingrato!<br />
Magical typewriter – Aureli.a (Francia)<br />
http://thelema001.deviantart.com/<br />
Había oído hablar muchas veces de “el miedo a la hoja en<br />
blanco”. Lo había visto escenificado en diversas películas, la<br />
agobiante y muda parálisis de artistas o escritores en el inicio del<br />
proceso de creación, a punto de comenzar su obra. Sin embargo, la<br />
escena fílmica que más le aterraba era aquella de “El resplandor” en<br />
que la joven protagonista descubre que su cada vez más irascible<br />
marido ha estado tecleando, repetida y compulsivamente, la misma<br />
77
frase en todas las hojas del montón de folios que se suponía debía<br />
contener su próxima novela.<br />
Afortunadamente, nunca había experimentado una situación<br />
parecida. Amaba las hojas en blanco, contemplaba los paquetes de<br />
folios de su estantería con gran alivio, sabía que estaban ahí,<br />
disciplinadamente empaquetados, esperando a que los llenara de<br />
palabras, rimas, frases, párrafos, puntos y comas, de historias que<br />
dotarían a cada uno de ellos de una personalidad única, todos iguales<br />
pero diferentes gracias a él.<br />
El apego era mutuo, no sin cierto temor, pues los folios habían<br />
visto con sus propios ojos, cómo si el resultado no era el esperado, la<br />
ira de su protector los hacía trizas, acabando con muchos de ellos<br />
concienzudamente, rotos en pedacitos y tirados a la papelera; era<br />
muy meticuloso, rompía los folios uno por uno, los desgarraba, hasta<br />
convertirlos en minúsculos trozos de no más de uno o dos<br />
centímetros de diámetro, sin dejar entera una sola palabra.<br />
Una tarde hubo mucho trajín en la casa, desde la estantería del<br />
despacho se oían los golpes sordos de pesados paquetes dejados caer,<br />
con mucho cuidado, sobre el parquet de la entrada. Los folios se<br />
morían por saber qué ocurría, pero el peso de unos con otros los<br />
paralizaba. Afortunadamente, uno de ellos había quedado<br />
enganchado, tan sólo por una esquina, en el rodillo de la máquina de<br />
escribir; todos lo animaron a hacer el esfuerzo de soltarse y ayudado<br />
por una ráfaga repentina de viento voló con gran ímpetu hacia el<br />
pasillo.<br />
Desde mitad del corredor se veía perfectamente la entrada del<br />
piso, grandes cajas de cartón reposaban en el suelo y el escritor las<br />
iba abriendo con gran expectación. Al decidido folio no le hizo falta<br />
ver el contenido, las imágenes en el embalaje ya presagiaban su<br />
terrible destino y, sobre todo, el fatal desenlace que le esperaba a su<br />
querida amiga, la vieja máquina de escribir. Ayudado por otra fuerte<br />
78
ventolera volvió rápidamente al despacho alertando a los demás. Un<br />
terrible helor recorrió cada una de las diminutas partículas de su<br />
celulosa, después temblaron presos del pánico y, finalmente, una<br />
incontenible furia se apoderó de todos ellos. La vieja máquina de<br />
escribir soltó un quejido desgarrador, el rodillo dio unas vueltas<br />
frenéticas sobre sí mismo y la cinta se desenrolló casi por completo<br />
saliendo de sus ejes. Sintieron una pena infinita al contemplar el<br />
sufrimiento de su vieja amiga, “doña teclas” la llamaban, por ser<br />
gruñona y quejicosa, aunque ésta vez con toda la razón del mundo.<br />
Decidieron vengar a su anciana amiga, ella no se podía mover de su<br />
emplazamiento, era demasiado pesada, así que, haciendo un esfuerzo<br />
sobremanera, se fueron deslizando poco a poco, resbalando del<br />
paquete que los contenía, hasta caer desparramados por el suelo de<br />
la habitación. Una definitiva ráfaga de viento huracanado, presagio de<br />
una poderosa tormenta, los ayudó a escapar, salieron todos volando y<br />
abandonaron despechados, la casa donde tan servicialmente habían<br />
habitado hasta ahora.<br />
Ajeno a la revolución originada, el escritor fue trasladando al<br />
despacho las cajas. Lo primero era hacer sitio en la mesa, agarró<br />
bruscamente a la vieja máquina de escribir para depositarla en el<br />
fondo de un armario. Emplazó en el lugar elegido el ordenador, la<br />
pantalla, el teclado, la impresora… Cuando hubo terminado, se<br />
distanció un paso de la mesa y con los brazos en jarras, contempló los<br />
nuevos artilugios con gran satisfacción disponiéndose a encenderlos,<br />
estaba impaciente por comenzar a escribir…<br />
… Un tremendo estruendo, seguido de numerosos rayos y<br />
relámpagos, retumbó por toda la casa, las luces se apagaron y todo<br />
quedó a oscuras. Corrió a la cocina a por velas, debía enviar su relato<br />
a la editorial hoy mismo por medio del correo electrónico, se había<br />
entretenido demasiado en el centro comercial y el tiempo se le había<br />
echado encima, lo escribiría a máquina, como siempre, y lo enviaría<br />
por mensajería urgente, no tenía tiempo para esperar a que volviera<br />
79
la luz. Se acercó a la estantería alumbrándose con el pequeño fulgor<br />
de una llama, “¡no podía ser!, ¿dónde estaban sus folios”, un<br />
escalofrío recorrió su columna vertebral de principio a fin, un helado<br />
sudor comenzó a gotear por sus sienes. Ruidosamente revolvió toda<br />
la habitación, casi a tientas, sin encontrar más que paquetes vacíos.<br />
La desesperación se apoderó de él; giraba sobre sí mismo incrédulo,<br />
comenzando un baile diabólico, cuando… oyó un crujido bajo sus<br />
pies, se agachó esperanzado y a la luz de la vela pudo leer en una hoja<br />
escrito repetidamente, cubriendo hasta el borde mismo del folio, sin<br />
márgenes, ni derecho, ni izquierdo, ni superior, ni inferior: “Adiós,<br />
ingrato. Adiós, ingrato. Adiós, ingrato. Adiós, ingrato…”<br />
Asun Ferri (Valencia)<br />
http://patadeelefanta.wordpress.com/<br />
80
El acantilado<br />
Fotografía aportada por la autora<br />
Se despertó muy temprano tras una noche de insomnio como<br />
era previsible. Se dispuso a repasar sus pertenencias con mimo una a<br />
una, casi de manera reverencial. Una vez empaquetadas y bien<br />
clasificadas, las apiló en forma de escalera desordenada. Primero las<br />
cajas grandes, luego las pequeñas y después los objetos inútiles,<br />
aquellos a los que aprecias por la mera insignificancia de su<br />
necesidad, sin los cuales podrías vivir, pero que teniéndolos, te hacen<br />
sentir como en casa. Objetos absurdos que alguna vez tuvieron<br />
sentido por el significado del momento, pongos acumulados a lo largo<br />
de una vida que en momentos así te provocan una nostalgia<br />
inusitada.<br />
81
Oteó el largo pasillo y el tenue recibidor y vislumbró en un<br />
segundo la insignificancia de sus 44 años. Toda su vida se resumía en<br />
una veintena de cajas de cartón, algunos cuadros y cuatro muebles de<br />
Ikea. Y sin embargo, tenía la sensación de que llegar hasta aquí, le<br />
había costado mucho trabajo, mucho esfuerzo y muchas horas de<br />
insomnio. Se ensimismó pensando que pocas veces las pertenencias<br />
materiales nos traducen una existencia llena de significados. Llena de<br />
emociones, de sentimientos, de insatisfacciones, de ilusiones<br />
abandonadas por el camino, de desencuentros, de paisajes no vividos<br />
y nudos no resueltos. Ahora le tocaba deshacer el camino andado,<br />
despedirse de aquella casa y sus fantasmas y comenzar de nuevo. Que<br />
difícil se le hacía. Estaba tan cansada.<br />
“Din don”, las diez de la mañana, -serán ellos-, efectivamente<br />
eran ellos. El séquito esperado, un funcionario del juzgado le depositó<br />
el documento entre sus manos para que lo firmara. Los dos policías<br />
que acompañaban al funcionario la miraban con una mirada ya<br />
vivida, con cierta indulgencia y desasosiego, pero con la tranquilidad<br />
del deber cumplido. Ella tras unos minutos de escalofríos, firmó el<br />
papel que la llevaría a su nueva y desconocida vida. Hacia una vida<br />
llena de incertidumbres que la hacía sentir como el suicida al borde<br />
del acantilado, a la espera de que en cualquier momento pase alguien<br />
por allí, le empuje y se la lleve para siempre del abismo.<br />
Luisa Berbel (Valencia)<br />
82
Mujer<br />
Passion – Richard Rasner (EUA) http://uniquenudes.deviantart.com/<br />
No es tu cuerpo lo que moldeo con mis manos;<br />
es tu alma, que cual barro húmedo se derrama de tu piel<br />
y no quiero que caiga, quiero que vuele.<br />
Que si mis manos se manchan de pecado, sea tuyo, sea nuestro.<br />
Pero no me aprisiones no me envuelvas<br />
porque necesito una vista más amplia<br />
es el trabajo del escultor ver la obra a merced del cincel.<br />
Retocar aquí y allá para que la pieza no se salga de su divinidad,<br />
para que su forma sea más perfecta que la vida,<br />
83
más oscura que la muerte, más sabia que el hombre,<br />
más fría que la noche en la que me he vuelto a quedar a tu merced.<br />
Soy un artista y el tocarte es la obra culminante de mi vida,<br />
-de mi noche y de mi día-<br />
Piernas de mármol, piel canela, con dos ópalos como ojos,<br />
con sus manos de cristal y su sexo de miel;<br />
dime de dónde ha salido esa capacidad de poseer vida<br />
con la que te has empapado, maravillosa obra de Dios.<br />
Ha sido un soplo en tu oído, un susurro impregnado con tu nombre,<br />
una costilla que me has arrancado en una caricia,<br />
un desliz de mi dedo medio que inicia en tu boca baja por tu cuello,<br />
cruza tu pecho y tu torso hasta llegar a la deidad eterna,<br />
al horizonte de tu piel,<br />
el fin del mundo para el navegante nocturno.<br />
Resplandeciente, dorada; figura divina labrada en carne,<br />
estatuilla que se yergue con benevolencia<br />
de unos seres superiores que viven adulando<br />
vuestra imagen y semejanza.<br />
Vives para asesinar a quien de tu boca no puede probar,<br />
-la fuente de la eterna juventuda<br />
quien no duerme a la sombra de tus lunares eclipsados.<br />
Vuélveme de piedra, mírame a los ojos para poder resistir tu fuego,<br />
amada mía, diosa de la muerte, dama de la vida, reina del deseo.<br />
Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />
http://chatomusik.blogspot.mx<br />
84
Venganza, dulce venganza<br />
A través de estos prismáticos observo cómo te intentas ocultar<br />
en esa isla desierta, cómo te alejas zigzagueando a una velocidad<br />
inhumana, cómo rehúyes de mi mirada de hipnotizadora, cómo te<br />
resistes a mi influjo, cómo buscas, desquiciado, algún lugar en el que<br />
camuflarte, algún lugar en el que puedas abrir tu boca de dragón,<br />
encender un cigarrillo con tus manos temblorosas y dar una larga<br />
bocanada de humo sin que yo me plante frente a tu cuerpo escamoso,<br />
te sujete entre mis invertebrados dedos y te lance al agua desde un<br />
acantilado. Me tienes miedo, ¿verdad Me tienes miedo porque sabes<br />
que me hiciste sufrir, sabes que con tus afilados dientes hiciste<br />
migajas mi corazón, sabes que al escupir fuego hiciste que cada parte<br />
de mi cuerpo quedara completamente abrasada y, principalmente,<br />
me tienes miedo porque sabes que me vengaré de todas y cada una<br />
de las cosas que me hiciste. Y ahora mismo, eso es lo que estoy<br />
haciendo: estoy llevando a cabo mi venganza, pedazo de cobarde. Y lo<br />
hago para que sientas el dolor que yo sentí, para que sepas qué sabor<br />
tienen las lágrimas o qué se siente al estar jugando al “Solitario” con<br />
solo cartas negras, con solo oscuridad, y también lo hago para que<br />
entiendas el insoportable sufrimiento que produce el mundo en el<br />
que viví, un mundo de tinieblas, de caos, de armas y sangre. Un<br />
mundo en el que me despertaba a cada amanecer para deshojar los<br />
periódicos mientras me bebía una amarga taza de café y lanzaba risas<br />
esquizofrénicas al aire. Un mundo en el que las noches carecen de<br />
luna porque los lobos no han descansado hasta conseguir devorarla,<br />
y las estrellas, al ver cómo ha muerto su querida madre, han apagado<br />
su luz y se han escondido en los confines de la galaxia. Un mundo<br />
salvaje y despiadado, un mundo en el que deseo con todas mis<br />
fuerzas que vivas.<br />
Aziza Akherraz (Gibraleón, Huelva)<br />
85
Girl – Friedmann Márton (Hungría) http://stievwaxx.deviantart.com/<br />
86
Afortunado / Lucky<br />
En un abrir y cerrar de ojos aquella llanura congelada se<br />
convirtió en un vergel. Desaparecieron las heladas escarchas, el dolor<br />
en las manos, la quemazón en la nariz, el aliento mortal. Fue como si<br />
el sol barriera con toda la mufa de una mañana desolada, fue como si<br />
la penumbra del invierno se borrara de un plumazo con sólo una<br />
mirada suya. Porque ella estaba allí.<br />
Todo aquel tiempo había sido una cárcel fría, gélida, despiadada;<br />
todo aquel tiempo sin sus ojos había sido una tremenda pesadilla que<br />
no tenía más remedio que una sencilla mirada. Una profunda y<br />
perdurable mirada que consoló su alma, que calmó sus espasmos,<br />
que devolvió la vida a sus manos, a sus raquíticos dedos. Pupilas<br />
inmensas que llenaban de ternura los más recónditos rincones de un<br />
cuerpo inerte y vivo a la vez. Estalactitas de amor nacían dentro de su<br />
alma gracias al hondo ser que salía por debajo de unas sutiles cejas<br />
marrones.<br />
Sin prisa, aquella hermosa primavera los cubrió a los dos, poco a<br />
poco, los árboles, las abejas, las flores y las aves atravesaron el polo<br />
norte efímero para dar un marco inexplicable a sus dos luceros. El<br />
amor los cubrió de paz y un río de pasiones creció a partir del<br />
deshielo tan esperado por ambos. Nunca más hubo frío, nunca más<br />
una distancia tan desesperante, nunca. Se amaron como dos<br />
enfermos, se amaron como dos almas que se funden en una sola,<br />
como dos cubos de hielo que se derriten a la par. Y todo por sus ojos,<br />
y todo por estar allí, donde siempre debió estar, donde nunca dejará<br />
de estar.<br />
Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />
http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />
87
Jesus – Ben Heine (Bélgica) http://benheine.deviantart.com/<br />
88
Acechada<br />
La mirada del Cristo que me sigue de un lado al otro de la<br />
habitación se clava en mi nuca como un estilete. El cuadro, única<br />
herencia de un tío que perteneció a la Acción Católica, llegó a mis<br />
manos hace una semana, acompañado de una esquela:<br />
CRISTO TE OBSERVA AUNQUE NO CREAS EN ÉL. Y TE PERDONA.<br />
Lo apoyé en la chimenea del living, demostrando cierto respeto<br />
hacia un ser muy querido.<br />
Ayer me levanté y, sin vestirme, fui a la cocina a desayunar;<br />
todavía estaba con los ojos entrecerrados. Antes de cruzar la puerta<br />
vaivén me detuve en seco. Esa mirada había bajado de la nuca hasta<br />
mi trasero. No pude soportarlo. Me saqué una chinela y se la tiré.<br />
Tambaleó.<br />
Hoy al despertar elaboré una estrategia: imitando a un reptil,<br />
iba a arrastrarme sobre el plastificado por delante del hogar.<br />
A mitad de camino sentí el cansancio del pucho y me recosté<br />
boca arriba. Por alguna razón misteriosa el cuadro, que había caído<br />
hacia adelante, sobresalía lo suficiente como para que los malditos<br />
ojos se clavaran en mis pezones.<br />
Me pregunto qué habrá querido decir el tío Raúl. Ese Cristo, de<br />
verdad me observa, pero todavía no sé qué debe perdonarme. Tal<br />
vez que tengo pensado dibujarle anteojos oscuros con carbonilla. Si<br />
no resulta, con todo el pesar de mi alma no creyente, ¡voy a tirarlo,<br />
tío!<br />
Ya bastante tengo con los ojos de mi marido que están en<br />
cloroformo en el frasco de vidrio sobre la mesita de luz. El cuerpo<br />
enterrado en el jardín no molesta.<br />
Lidia Castro Hernando (Mar del Plata, Argentina)<br />
http://escritosdemiuniverso.blogspot.com<br />
89
Bed stories – Joanne (Polonia) http://soheir.deviantart.com/<br />
90
Océanos de metal<br />
El señor D llegó al hotel Marne muy puntual, como de<br />
costumbre. Saludó con una leve reverencia a la despistada señorita<br />
que se limaba las uñas en la recepción, y se metió rápidamente<br />
dentro del ascensor. Su móvil no paraba de vibrar mientras el<br />
ascensor cerraba sus puertas y comenzaban a subir, pero optó por<br />
ignorarlo. Le llamaban del laboratorio, y esa llamada podría significar<br />
mil cosas, podría estar quemándose en ese mismo instante con todos<br />
los empleados y sus preciadas muestras dentro, pero estaba<br />
demasiado ocupado viendo los números parpadear: 1,5,<strong>10</strong>,14,20,21.<br />
Por fin, el ascensor se detuvo en la planta 26. El hombre arrugó<br />
la nariz y salió con un paso ligero, pensando en lo que haría<br />
exactamente cuarenta y cinco minutos después; parar el coche en<br />
algún lugar cerca del puerto, contemplar las estrellas, y dedicarse a<br />
olvidar, mientras disfrutaba de una buena cerveza bien fría. Después,<br />
al llegar a casa, se quitaría el endemoniado traje y lo metería en la<br />
lavadora, o iría directo a la basura. Incluso se podría permitir un<br />
cigarrillo justo antes de dormir. Lo de dormir era, claro, pura utopía.<br />
Salió del ascensor, vacilante, y caminó unos diez segundos por el<br />
desierto pasillo antes de frenar en seco frente a una de las puertas.<br />
Introdujo la mano dentro del bolsillo y sacó un impoluto pañuelo de<br />
seda, con el que se limpió cuidadosamente las manos, empapadas de<br />
sudor. Carraspeó y se ajustó la corbata. Suite 206. Podía escuchar sus<br />
tacones al otro lado de la puerta; si se concentraba un poco más, casi<br />
podía llegar a imaginarse la escena que vería a continuación. Ella,<br />
sentada en la cama, ataviada de manera exclusiva con un nada<br />
discreto peignoir rojo, mostrando los primeros signos de<br />
nerviosismo, moviendo las piernas de forma intermitente y fumando<br />
sus adorados Vogue mentolados. Ella y sus cigarrillos, un misterio<br />
91
que, a estas alturas, jamás podría resolver. El señor D comenzó a<br />
temblar y el contenido de su estómago se revolvió, provocándole<br />
arcadas. Agachó la cabeza y se obligó a pensar en lo que iba a hacer<br />
inmediatamente después del mal trago: las estrellas, la cerveza fría.<br />
Cogió aire y tocó la puerta con los nudillos.<br />
—Puedes….pasar. Querido. — Una voz ligeramente grave y<br />
aterciopelada le invitó a entrar. Y, aunque sentía que apenas podía<br />
respirar y que, si entraba, iba a morir ahogado ahí mismo, entró.<br />
Tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces hasta acostumbrarse a la<br />
gruesa cortina de humo que cubría la habitación. Sintió una suave<br />
mano rozarle la rasposa mejilla y sonrió sin querer, tratando de<br />
enfocar la vista de nuevo. Estaba justo delante de él, en medio de una<br />
penumbra que magnificaba aún más su sucia belleza. Se había<br />
equivocado al intentar imaginársela momentos antes, al otro lado de<br />
la puerta. Estaba totalmente desnuda, a excepción de unos tacones de<br />
vértigo y el cigarrillo saliendo con cierta elegancia de sus labios color<br />
frambuesa. Sonreía con timidez, y esa sombra perdida de inocencia le<br />
hizo reír.<br />
Se acercó a ella con mucho cuidado y la abrazó, hundiendo sus<br />
largos dedos en su cabello húmedo y rizado, aspirando su perfume<br />
con ansiedad. Deslizó las manos por su cuello y lloró en silencio,<br />
atrayéndola con fuerza hacia sí y hundiéndose aún más en ella,<br />
perdiéndose en su perfume y maldiciendo el día en el que se enamoró<br />
de su mejor creación. Ella percibió un cambio en su actitud, quizás<br />
finalmente había logrado la ardua tarea de transmitirle los instintos<br />
primarios de un ser vivo. Intentó mover los brazos débilmente, y su<br />
diminuto corazón de acero comenzó a imitar los alocados latidos del<br />
suyo propio. Más intermitente, más intenso, rozando la arritmia. El<br />
señor D se apartó de ella, mientras su mano derecha subía por su<br />
oreja y la miró por última vez a los ojos. Ella trataba de analizar el<br />
torbellino de emociones que se había apoderado de su sistema como<br />
92
un virus, pero no comprendía el por qué; su expresión de muñeca<br />
triste denotaba sorpresa, y también, aunque él se intentaba<br />
convencer de lo contrario, le había parecido leer la más profunda<br />
decepción en el océano metálico de sus ojos.<br />
—No…. —Susurró ella, aún a sabiendas, dentro de su preciosa<br />
cabeza de robot, que era demasiado tarde. Él ya se había deslizado<br />
por debajo de su oreja y había activado el minúsculo botón de<br />
reinicio. Ella simplemente cerró los ojos y se dejó hacer, mientras su<br />
cuerpo se desplomaba con elegancia en sus temblorosos brazos.<br />
El señor D la dejó con mucho cuidado en la enorme cama de la<br />
suite, aún sin deshacer. Se acercó al mini bar, encontró bastante<br />
whisky como para olvidarla para siempre, y bebió directamente de la<br />
botella. Al cabo de varios tragos decidió que las estrellas podían<br />
esperar. Se dejó caer en la cama y se acurrucó junto a ella,<br />
acariciando sus mejillas e impregnándose de su olor. Lloraba porque<br />
no comprendía qué le había llevado a tomar aquella decisión. Reía<br />
porque no sabía si estaba tan borracho a causa del whisky o de su<br />
perfume. ¿Y cómo demonios podía gustarle el perfume si no estaba<br />
hecha para oler ¿Cómo demonios la había llegado a querer de una<br />
forma tan demencial, más que a cualquier otro humano, más de lo<br />
que había querido a nadie en toda su vida Demasiadas cuestiones en<br />
su cabeza, demasiadas preguntas sin resolver. Demasiado miedo a<br />
admitir que, a fin de cuentas, había sido un simple cobarde.<br />
Cerró los ojos y se dejó llevar. Sólo sabía que las estrellas podían<br />
esperar toda la jodida noche si hacía falta, que por él, podían irse al<br />
traste, junto al resto del universo.<br />
Christine Carcosa (Murcia)<br />
http://christinecarcosa.wordpress.com<br />
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Número 2 (Mayo 2014)<br />
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Número 4 (Julio/Agosto 2014)<br />
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