VE-12 ABRIL 2015
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Cachito<br />
Deambulaba sólo y triste por la calle, sus pocos años cargaban<br />
ya una pena. Nunca supo porque lo abandonó, dicen que era muy<br />
joven, que tuvo miedo. Lo trajo al mundo en secreto, soportó el dolor<br />
de parir, como no tuvo valor, le permitió vivir, y apenas envuelto en<br />
una toalla, lo abandonó en el portal del viejo templo.<br />
En el hospicio creció, sin caricias, sin un pecho que lo apañe,<br />
soportando sus miedos. Le pusieron un nombre, no sabe quien lo<br />
eligió, aunque hoy todos lo llaman Cachito.<br />
Ya la tarde noche va cubriendo de sombras la ciudad, desde que<br />
el sol se ocultó el frío implacable penetra los huesos, el hambre roe<br />
sus tripas, pero él no presta atención, busca, siempre busca.<br />
Se acerca a la mujer que luce su caro visón. — ¿Una moneda<br />
señora? Es para comer…<br />
Ella lo mira con desdén, e impasible continua su camino, la ve<br />
alejarse y masculla un insulto, tiene frío, busca refugio en un bar<br />
acercándose a las mesas para pedir una moneda, al verlo el mozo se<br />
acerca pidiéndole que se retire, que molesta a los clientes, quiere<br />
protestar pero es muy chico.<br />
Casi a los empujones lo lleva a la calle, entonces él se levanta,<br />
llama al mozo, pidiéndole que lo deje, este trata de explicar que los<br />
clientes se sienten incómodos, pero insiste, toma al niño y lo lleva a<br />
su mesa. El mozo está nervioso, desde la barra el patrón hace señas<br />
que lo deje.<br />
En la mesa ambos se miran en silencio, Cachito agradece con un<br />
encogimiento de hombros al extraño que le permitió quedarse, él<br />
pide una taza de reconfortante chocolate y algunas masas, que el<br />
muchacho devora con unción.<br />
— Soy Aldo— se presenta.<br />
— Me dicen Cachito, gracias por el chocolate.<br />
— ¿Dónde vives? ¿tienes familia?<br />
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