¿es analizable el paciente pobre?

A• • • • •F O N D Ola desde la cultura, no es posible hacerlo desde ella misma.Se puede observar la naturaleza a partir de nombrarla y, deeste modo, separarla, tipificarla y clasificarla.Auxiliados por la razón, por la ciencia, por la comprensión,por el discurso, podemos dar cuenta de la naturaleza,tratando de abarcarla, de tragarla desde la cultura conese nombrar el mundo que le es propio. La cultura nombra,nombra llenando, cubriendo los huecos de lo que no podemoscomprender. Si buscamos en la lista de la izquierda,nos encontramos que hay huecos, vacíos, formas, nada,conceptos significantes que, al nombrarlos, les damos contenido,los llenamos, les damos presencia.De este juego participan autores como Derrida, quienconsidera que la cultura de Occidente está fincada en unfalocentrismo, al que puede agregarse el logos, para hablarde un logofalocentrismo, y después ampliarse a un logofalofonocentrismo.Aparecen entonces varios conceptos implicados:el logos de la razón, el falo como presencia y laidea de fono que remite a la palabra hablada. Esta palabranos constituye y nombra al mundo de una manera razonable,es decir, racional; racionalidad que está íntimamenteligada a la posibilidad de aprehensión y comprensión, procesosque sólo son posibles frente a la presencia, presenciaque, a su vez, es constitutiva de los hombres tomadoscomo género masculino.A partir de lo anterior, aparecería la pregunta por lamujer. Si nos remitimos al listado, el hombre se ubica dellado de la cultura, la mujer del lado de la naturaleza. Aquíhabría que evitar caer en el lugar común de considerar quela mujer es naturaleza, es tierra, es materialidad, pues deeste modo entraríamos en el ámbito de la presencia, que esmasculina. Todo lo que se nos escapa está en el ámbito dela mujer, y todo lo que podemos asir está en el ámbito delhombre.La presencia masculina eslabona un discurso de representaciónque busca dominar lo femenino; sin embargo, lamujer se escapa siempre. La cultura de Occidente es unacultura asumida en la presencia del ser del hombre, del sermasculino.Entre los pares considerados aparecieron también,bien y mal. El mal está del lado de la mujer, del lado dela naturaleza, está en el lugar del hueco, en el lugar dela nada, se ubica junto a la pobreza, la locura, la poesíay la muerte. El bien, por el contrario, es todo aquelloque es presencia, que es controlable, que es asible, quees comprensible, que es nombrable. Cuando nos enfrentamosa un discurso como el de la razón, como el de laciencia, que comparte estas "bondades", el discurso sevuelve accesible, da seguridad frente al mal, frente a lohueco, frente a la naturaleza. Ese sentirse seguro, ese nosentirse anonadado frente a la nada -como diríaHeidegger-, es la afirmación del ser frente al vacío, es elintento de dominio de la cultura sobre la naturaleza.El gran avance de la ciencia es, precisamente, ese eficientecontrol que puede ejercerse sobre la naturaleza,abriendo así un mundo de comprensión y, por tanto, detranquilidad. El quehacer histórico de los discursos deOccidente apunta a transformar en textos los conceptosdel lado derecho, para poder, desde ahí, atrapar al lado izquierdo.Surgen, sin embargo, problemas al interior de estalógica, a pesar de la razón y de los avances científicos, losconceptos de la izquierda brotan permanentemente en lacotidianidad. Todo el edificio construido por la ciencia quedafalto, siempre está en falta, no logra llenar los huecosque subsisten amenazantes.39• ••