Capítulo I: "El Reino de los Enanos"Viajaron hacia <strong>el</strong> noroeste durante varios días. Los enanos eransilenciosos, reservados y adustos, y <strong>Lorris</strong> echó a menudo de menos asus amigos Evren, <strong>el</strong> <strong>el</strong>fo Nocturno, y Elga, la joven humana, ambosconversadores infatigables a quienes no les importaba responder atodas las preguntas que formulaba <strong>el</strong> curioso <strong>el</strong>fo.Un par de jornadas después de haber abandonado Liadarllegaron hasta <strong>el</strong> arroyo que separaba <strong>el</strong> Reino de los Humanos d<strong>el</strong>Reino de los Enanos.<strong>Lorris</strong>, que había estado durmiéndose sobre su montura, recibióun pescozón d<strong>el</strong> príncipe enano y despertó sobresaltado.-Te encuentras en <strong>el</strong> Reino de los Enanos, <strong>el</strong>fo -le dijo Rak.<strong>Lorris</strong> miró a su alrededor, interesado.Entre los peñascos bajaba salvaje <strong>el</strong> arroyo que marcaba lafrontera. Al otro lado había un extenso bosque de abedules, y másatrás se recortaba contra <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o la oscura silueta de una <strong>el</strong>evadacordillera.-Aquéllas son las montañas en las que se encuentra <strong>el</strong> arkal -explicó Kabi-. Por <strong>el</strong>lo, las dos principales fortalezas enanas, Ard yDenils, se encuentran allí.Prosiguieron la marcha durante dos o tres días más. Según ibanavanzando hacia <strong>el</strong> norte, <strong>el</strong> paisaje iba volviéndose más desnudo yagreste, y los árboles escaseaban más. La piedra fue sustituyendopaulatinamente a la hierba, y los arbustos de espinos comenzaron aabundar.Hasta que una noche llegaron al pie de las montañas.Se detuvieron a descansar al amparo de una gigantesca roca.Mientras los enanos se calentaban al fuego de la hoguera, <strong>Lorris</strong>extrajo un mapa de su saquillo y lo estudió atentamente.-Extraña configuración la de las montañas de tu país -lecomentó al príncipe de los enanos-. Es como si formaran una murallaalrededor d<strong>el</strong> Reino.No esperaba que <strong>el</strong> enano le respondiera, pero Rak, después deun breve silencio, contestó:
-Es lo que llamamos "<strong>el</strong> Puño de Gratk".-¿El Puño de qué?Atnik y Kabi levantaron la cabeza y le dirigieron una miradairritada. Pero Rak le explicó pacientemente:-Gratk es <strong>el</strong> dios de los enanos. El dios herrero. Cuenta laleyenda que, antes de que se formaran los reinos, en Ilesan sólo habíauna enorme montaña, la más alta de todo <strong>el</strong> mundo. Entonces Gratk,enojado porque los dioses habían olvidado guardar en la tierra unlugar para los enanos, asestó un terrible puñetazo sobre la superficiede la tierra, y aplastó la montaña. Provocó un fuerte temblor de tierra ehizo que surgieran todas las cordilleras de Ilesan. Cuando retiró lamano, había quedado la hu<strong>el</strong>la de su enorme puño, como un agujero,rodeado de montañas. Y allí depositó a su pueblo, los enanos, y allíquedó establecido nuestro Reino, como una inmensa fortalezadefendida de los ataques de las demás razas.A <strong>Lorris</strong> le había gustado la historia, y así se lo dijo al príncipeenano. Había comprobado que todas las razas tenían sus propiascreencias (así, por ejemplo, los humanos tenían multitud de dioses ymultitud de templos erigidos a cada uno de <strong>el</strong>los) y, aunque para éleran todas una farsa, las respetaba, de igual modo que los otrosrespetaban las suyas.Así que, a la larga lista de dioses humanos que le habíafacilitado Elga (y no podía recordarlos todos) añadió <strong>el</strong> único diosenano: Gratk, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Puño de Hierro.Al día siguiente, cuando <strong>Lorris</strong> despertó, descubrió a los enanosespantando a los tres poneys y al caballo.-A partir de ahora, continuaremos a pie -dijo Kabi, y no dio másexplicaciones.De modo que cargaron con los bultos y prosiguieron la marchaandando entre los escarpados senderos de las montañas.-¿Cruzaremos las montañas a pie? -preguntó <strong>Lorris</strong> durante unalto en <strong>el</strong> camino, echando la cabeza atrás para poder alcanzar con lavista los <strong>el</strong>evados picos de las montañas.-Sí -dijo Atnik con una sonrisa-, pero no las cruzaremos porarriba, sino... por debajo.
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ojos. Cuando los abrió, sus atadur
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tiempo para preguntas.-Creen que no
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Izan se volvió bruscamente hacia e
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del bolsillo, comenzó a tallarla.E
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único que se me ocurre es seguir l
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como si estuviera calculando las di