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Lorris el Elfo - Laura Gallego

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-¿Itchyak...?<strong>Lorris</strong> se volvió bruscamente.Al duende no se lo veía por ningún sitio.-Esto me da mala espina -murmujeó Elga-. ¿Dónde demonios seha metido? Súbitamente una estridente risa resonó por todo <strong>el</strong> bosque.Y todos los duendes despertaron.-¡Mirad! -gritó alguien-. ¡Querían engañarnos y robarnos a losfugaces! ¡Pero nosotros los hemos engañado a <strong>el</strong>los, los hemosengañado como a bobos!-¡Itchyak nos ha traicionado! -gritó Elga-. ¡Te lo dije, <strong>Lorris</strong>!<strong>Lorris</strong> soltó una maldición y desenvainó su espada. En aqu<strong>el</strong>laocasión, resultaba más contundente que <strong>el</strong> arco.-Termina de liberar a los fugaces, Elga -dijo-. Yo te cubro.Elga obedeció. <strong>Lorris</strong> se enfrentó con <strong>el</strong> círculo de duendes, quede ningún modo estaban borrachos, encabezados por <strong>el</strong>: Rey y <strong>el</strong>traidor Itchyak, cuyos ojos r<strong>el</strong>ucían maléficamente.-¡Esto sí va a ser divertido! -dijo rechinando los dientes-. ¡<strong>Elfo</strong> ala brasa!<strong>Lorris</strong> preparó su espada. Se maldijo a sí mismo por habersefiado d<strong>el</strong> duende y por creer que, al lado de lo que había tenido quepasar en <strong>el</strong> Reino de los Enanos, aqu<strong>el</strong>lo era pan comido.Lo que <strong>el</strong> <strong>el</strong>fo no vio fue que, detrás d<strong>el</strong> círculo de duendes, enla oscuridad de los árboles, un par de ojos r<strong>el</strong>ucían como carbonesencendidos.Elga sí los vio. Y supo de pronto por qué entre <strong>el</strong> grupo defugaces que habían sido capturados tenía que hallarse precisamenteOna. Todo aqu<strong>el</strong>lo, comprendió de golpe, había sido una trampa paraatraer al <strong>el</strong>fo hasta la p<strong>el</strong>igrosa Eerei, territorio de los duendes, queseguramente estaban aliados con <strong>el</strong> enemigo de <strong>Lorris</strong>, quienquieraque fuese y dondequiera que se encontrase.<strong>Lorris</strong> no se entretuvo en hacer conjeturas. En su mente,martilleando su cabeza, resonaban machaconamente las palabras queun día pronunciara su hermana Larisa, allá en la lejana Ysper<strong>el</strong>: "Noconfíes en nadie... no confíes en nadie... no confíes..."

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