preferirían que fuérais a hablar con <strong>el</strong>la.-¿Cuánto nos retrasará eso?-Cinco días, a lo sumo.-¡Pero no podemos esperar tanto!-El Reino de los Fugaces es su Reino, y no puedes entrar en élsin su permiso porque tendrás problemas, así que tendrás que ir asolicitárs<strong>el</strong>o.-¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas?-Tú no me tomas en serio porque soy pequeña. Pero los fugacessomos muchos. Y unidos somos poderosos. La prueba es que nuestroReino jamás ha sido invadido, pese a limitar con <strong>el</strong> de los b<strong>el</strong>icososhumanos y <strong>el</strong> de los salvajes duendes.<strong>Lorris</strong> miró a Elga.-¿Tú qué opinas?-Si la Dama de la Lechuza ha podido esperar tanto tiempo, noimportarán varios días más -dijo <strong>el</strong>la-. Además, tengo ganas deconocer a la Reina de los fugaces.<strong>Lorris</strong> suspiró con resignación.-Está bien -dijo-, iremos a hablar con <strong>el</strong>la.Desde un árbol se oyó un ulular molesto.-Es Argéntea -dijo Ona-. Ha estado escuchando nuestraconversación. Creo que no está de acuerdo.<strong>Lorris</strong> soltó una maldición por lo bajo.-Dile que no tenemos <strong>el</strong>ección -le dijo a Ona.Pero en aqu<strong>el</strong> momento la lechuza lanzó un poderoso grito, alzó<strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o y se perdió entre la espesura.-¿A dónde va? -protestó <strong>Lorris</strong>.-No lo sé -respondió Ona-. Pero estaba bastante molesta.<strong>Lorris</strong> refunfuñó algo entre dientes.-Está bien -dijo finalmente-. Ona, llévanos ante esa Reina tuya yacabemos con esto cuanto antes.Recogieron las cosas y, guiados por Ona, se desviaron hacia <strong>el</strong>sur.Dos jornadas más tarde llegaron al lugar donde vivían lamayoría de los fugaces.
Se trataba de una parte d<strong>el</strong> bosque donde, junto a un río, <strong>el</strong> su<strong>el</strong>oestaba cubierto de flores, y, en los huecos de los árboles, los fugaceshabían fijado sus residencias.-Ésta es la zona más b<strong>el</strong>la d<strong>el</strong> bosque -dijo Ona.Los condujo a través de <strong>el</strong>la, siguiendo <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> arroyo. A supaso se asomaban, curiosos, multitud de fugaces, desde detrás de losmatorrales, de las hojas, desde <strong>el</strong> interior de las flores o desde loshuecos de los árboles.-Es muy hermoso, Ona -dijo Elga.-Es mi casa -suspiró la fugaz.Un grupo de fugaces les salió al paso, y los escoltaron -manteniéndose a una prudencial distancia- al palacio de la Reina d<strong>el</strong>os fugaces.-Os tienen miedo -susurró Ona al oído de <strong>Lorris</strong>-. ¡No estánacostumbrados a ver a gente tan grande!<strong>Lorris</strong> sonrió. Apartó una rama que le impedía <strong>el</strong> paso.Se movía con total soltura entre la espesura. Se sentía a susanchas en <strong>el</strong> reino de los Fugaces. No sucedía lo mismo con Elgaquien, acostumbrada al pueblo que la había visto crecer, no estabahabituada a caminar por la maleza.-¡Mira eso! -exclamó Elga excitada, dando botes de alegríasobre <strong>el</strong> hombro d<strong>el</strong> <strong>el</strong>fo-. ¡El palacio de Fr<strong>el</strong>a Darildia!Elga apartó un matorral que le tapaba la visión y echó unvistazo.En mitad de un pequeño claro se alzaba, purísimo, un palacioblanco como la nieve y d<strong>el</strong>icado como <strong>el</strong> cristal. Sus picos más altosr<strong>el</strong>ucían bajo los rayos de luz que se filtraban entre las hojas, y,pretendiendo llegar al ci<strong>el</strong>o, se <strong>el</strong>evaban como afiladas agujas dehi<strong>el</strong>o...todo aqu<strong>el</strong>lo, por supuesto, a un tamaño minúsculo, a medidade un fugaz, que no sobrepasaba los diez centímetros de altura. Aúnasí, <strong>el</strong> palacio era de la altura de Elga, lo que hacía suponer que paralos fugaces era gigantesco.-No vamos a poder entrar ahí, Ona -dijo la muchacha con unasonrisa-. Somos demasiado grandes.-No hará falta, joven humana -respondió entonces una voz.
- Page 1 and 2:
Lorris el Elfo2. El vuelo de la lec
- Page 3 and 4: -Es lo que llamamos "el Puño de Gr
- Page 5: hecha de un material que relucía c
- Page 8 and 9: la compuerta-Oye, tú -le dijo, imi
- Page 11 and 12: fue encadenada a la roca y le pusie
- Page 13 and 14: -Dice la verdad -concluyó Nerida,
- Page 15 and 16: Capítulo III: "La Brigada Invisibl
- Page 17 and 18: -¿Y podrá él libertar a nuestro
- Page 19 and 20: preocupación.Lorris consideró la
- Page 21 and 22: -Su poder es increíble -fue lo ún
- Page 23 and 24: Capítulo IV: "Rebelión"Los enanos
- Page 25 and 26: ¿Cómo te atreves a llevarnos a la
- Page 27 and 28: la facultad de leer el corazón de
- Page 29 and 30: Capítulo V: "Ante Ordulkar"Con el
- Page 31 and 32: -¡Lo que pasa es que al elfo le re
- Page 33 and 34: -¡Te recuerdo que tengo el doble d
- Page 35 and 36: Capítulo VI: "La providencial Ona"
- Page 37 and 38: odio.* * *Bajo tierra, no muy lejos
- Page 39 and 40: Lorris avanzó por los lóbregos pa
- Page 41 and 42: Capítulo VII: "Los rayos de Arsis"
- Page 43 and 44: vía libre, si lograba despistar a
- Page 45 and 46: explicaciones! Él nos necesita.Sub
- Page 47 and 48: Capítulo VIII: "El Manantial"Ordul
- Page 49 and 50: quería saber. La respuesta del ave
- Page 51 and 52: Ona asintió.-Conozco la historia -
- Page 53: Capítulo IX: "Frela Darildia"Al d
- Page 57 and 58: Cuando estuvieron ya a bastante dis
- Page 59 and 60: música de la Reina de los Fugaces,
- Page 61 and 62: dispuesta a seguir hablando de la m
- Page 63 and 64: -¡Fugaces!-Hablando claramente, du
- Page 65 and 66: Elga lo soltó. Lorris la miró sor
- Page 67 and 68: y laberínticos pasillos. Ni un sol
- Page 69 and 70: -Mañana -informó una voz.Cuando L
- Page 71 and 72: -¿Itchyak...?Lorris se volvió bru
- Page 73 and 74: pequeños cuerpecitos, sus ojos rel
- Page 75 and 76: ojos. Cuando los abrió, sus atadur
- Page 77 and 78: tiempo para preguntas.-Creen que no
- Page 79 and 80: Izan se volvió bruscamente hacia e
- Page 81 and 82: del bolsillo, comenzó a tallarla.E
- Page 83 and 84: Capítulo XIV: "El Oso Bicéfalo"-C
- Page 85 and 86: único que se me ocurre es seguir l
- Page 87 and 88: como si estuviera calculando las di