-Es lo que pasa siempre -respondió Kerin-. Caen muertos ydesaparecen. No sabemos exactamente qué son. Perciben tu presenciainmediatamente, así que no se les puede matar acercándote con unhacha por detrás. Se vu<strong>el</strong>ven inmediatamente hacia ti y un segundomás tarde estás muerto. Sólo se puede acabar con <strong>el</strong>los de la forma enque tú lo has hecho; desde lejos, y sólo si no ven <strong>el</strong> proyectil, puestoque, para cuando lo perciben, ya es demasiado tarde.-No lo entiendo -musitó <strong>Lorris</strong>-. ¿Qué son?-Nadie lo sabe -respondió <strong>el</strong> enano-. Tienen un poder inmenso.Más de una vez han intuido que atacaríamos con las hondas, y se hanrodeado de una especie de escudo invisible que impedía <strong>el</strong> paso decualquier arma o proyectil. Con <strong>el</strong>los, lo único que puede hacerse escogerlos por sorpresa, para que no tengan tiempo de reaccionar.<strong>Lorris</strong> asintió pensativo. En aqu<strong>el</strong> momento llegó corriendo unenano, que se acercó a los príncipes.-Hemos tenido bastantes bajas -informó-. Pero hemosdescubierto algo importante: llevaban un mensaje hacia Ard. Por esotanta precaución, y por eso había cinco jinetes de túnicas negras.Le tendió a Rak un rollo de pap<strong>el</strong>.Rak leyó <strong>el</strong> mensaje, y frunció <strong>el</strong> ceño.-Hay una reb<strong>el</strong>ión en Denils -anunció-. Liderada por... -Enarcólas cejas, sorprendido-. ¿Una chica humana?A <strong>Lorris</strong> casi se le paró <strong>el</strong> corazón. ¿No podría ser...? ¡No,imposible!
Capítulo IV: "Reb<strong>el</strong>ión"Los enanos de Denils habían tardado dos noches en organizar lareb<strong>el</strong>ión. Discutieron, debatieron, trazaron planos de las minas ydecidieron dónde iba a actuar cada uno. Querían aprovechar laausencia de las criaturas negras para dar <strong>el</strong> golpe.Y cuando por fin lo tuvieron todo planeado, durante <strong>el</strong> díacomenzaron a preparar su levantamiento en silencio, mientrastrabajaban. Los guardianes no notaron nada. A veces algún enano caíaal su<strong>el</strong>o, distrayendo la atención d<strong>el</strong> capataz de turno, y, mientras, asus espaldas, otro enano alargaba la mano para coger un pico, unapala... y ocultarlos en cualquier sitio, para luego introducirlo condisimulo en un carrito tapado con una lona que empujaba Elga por loscorredores de las minas y que, en lugar de arkal, llevaba armas yherramientas.Misteriosamente, un par de capataces desaparecieron aqu<strong>el</strong>lajornada. Se supuso que estarían ebrios en alguna parte y que yaaparecerían.La revu<strong>el</strong>ta, cuidadosamente planificada, se hizo efectiva al díasiguiente. A espaldas de los capataces, sin una palabra, los enanos serepartieron las armas que habían robado <strong>el</strong> día anterior. En la hora dedescanso, un manojo de llaves, sustraído a uno de los guardiasdesaparecidos, circuló por las minas. Los enanos se soltaron losgrilletes.Y al caer la tarde tomaron las armas y comenzó la sublevación.Denils se convirtió en un caos. Los guardias humanos, tomadospor sorpresa y con dos menos, se defendieron como pudieron, perohabían subestimado a los enanos, y no conocían su innata fiereza.La batalla duró varios días. Los capataces se atrincheraron en lazona central, esperando la llegada de los seres de negro que habíanpartido hacia Ard y que debían volver pronto. Lo que no sabían eraque esos cinco jinetes se habían encontrado por <strong>el</strong> camino con laúltima remesa de arkal, que había podido ser enviada a duras penas, yque llevaba a Ard la noticia de la reb<strong>el</strong>ión. Y las criaturas negrashabían decidido acompañarla hasta la capital.
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pequeños cuerpecitos, sus ojos rel
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ojos. Cuando los abrió, sus atadur
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tiempo para preguntas.-Creen que no
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Izan se volvió bruscamente hacia e
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del bolsillo, comenzó a tallarla.E
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Capítulo XIV: "El Oso Bicéfalo"-C
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único que se me ocurre es seguir l
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como si estuviera calculando las di