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Lorris el Elfo - Laura Gallego

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-Poca cosa -respondió Fr<strong>el</strong>a Darildia-. Después d<strong>el</strong> Bosque, es<strong>el</strong> lugar más misterioso de Ilesan. Es <strong>el</strong> país de las nieves eternas.Pocos sobreviven mucho tiempo a sus tormentas h<strong>el</strong>adas. Y los daraison apenas conocidos en Ilesan. SuReino es aún más inaccesible que <strong>el</strong> de los enanos, y <strong>el</strong>los apenassalen de él. La Reina no dijo más.-Entonces nos dirigimos directamente hacia la boca d<strong>el</strong> lobo -musitó Elga.-Elga, nadie te obliga a seguir -le dijo <strong>Lorris</strong> mirándola a losojos-. Puedes volver a tu casa, Ona te acompañará hasta la fronteracon <strong>el</strong> Reino de los Humanos y...-Olvídalo, <strong>Lorris</strong> -cortó <strong>el</strong>la-. Yo voy contigo.<strong>Lorris</strong> había colocado las manos sobre los hombros de lamuchacha y la miraba fijamente. Se quedó mirándola a los ojos unmomento más, tratando de sondear su alma, pero <strong>el</strong>la apartó la cara ybajó los ojos. <strong>Lorris</strong> la soltó, con un suspiro.-Está bien -dijo-. Tú sabrás lo que haces.-Os deseo mucha suerte -dijo entonces la Reina de los fugaces-.Me gustaría, por otro lado, obsequiaros con algo que os será de muchautilidad.Se dio la vu<strong>el</strong>ta y se alejó por <strong>el</strong> bosque, tras hacerles una señapara que la siguieran. <strong>Lorris</strong> y Elga fueron tras <strong>el</strong>la.Les guió a través de la espesura, por los parajes más b<strong>el</strong>los d<strong>el</strong>lugar, hasta detenerse, tras un corto paseo, junto a un estanque deensueño, de plateadas aguas, nenúfares dorados que se inclinabangrácilmente sobre la superficie y anémonas blancas y rojas quealegraban la escena con su colorido.Fr<strong>el</strong>a Darildia se inclinó sobre <strong>el</strong> estanque y cantó.Era un canto en una lengua que ni <strong>Lorris</strong> ni Elga habían oídonunca. Una lengua alegre, musical, que parecía <strong>el</strong> murmullo de lasaguas de un arroyo al caer sobre las piedras.Era la lengua de Los fugaces.El canto de Fr<strong>el</strong>a Darildia se <strong>el</strong>evó entre los árboles, puro ycristalino, y era tan hermoso que conmovió profundamente a los dosvisitantes. Parecía que todo <strong>el</strong> bosque se estremecía al escuchar la

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