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La joven humana lo miró sorprendida.-¿Qué te está pasando, <strong>Lorris</strong>? -inquirió-. Ten cuidado con él.Dice cosas muy extrañas y, aunque te parezcan verdades, sólo lo hacepara confundirte. No confíes en él.Las palabras de Elga trajeron al <strong>el</strong>fo <strong>el</strong> recuerdo de un lejanoconsejo: "No confíes en nadie. ¡Vivirás más años!".El duende seguía botando frenéticamente, formando círculoscada vez más amplios en torno a <strong>el</strong>los, hasta que se perdió de vista.<strong>Lorris</strong> y Elga oyeron su risa histérica a lo lejos.-Se fue -dijo <strong>el</strong> <strong>el</strong>fo-. Ya no tienes por qué preocuparte. Pero,por lo visto, tendremos que llegar hasta Eerei nosotros solos.-Lo prefiero antes que ir acompañados de esa... de esa cosa -respondió Elga con un escalofrío.Sin embargo, apenas unos momentos más tarde vieron que algose movía tras un matorral. <strong>Lorris</strong> preparó su arco y le indicó silencio aElga. Se acercó sigilosamente al arbusto, y la muchacha lo siguió decerca. Apenas se atrevían a respirar.-¡¡Uhhh!!¡¡¡Os encontré!!!Súbitamente la cabeza d<strong>el</strong> duende que habían conocido antesapareció tras <strong>el</strong> matorral. <strong>Lorris</strong> y Elga se echaron hacia atrás con ungrito, sobresaltados.-Tampoco soy tan feo -se rió <strong>el</strong> duende-. ¡<strong>Elfo</strong>! Conque un <strong>el</strong>fo,¿eh?-Sí, un <strong>el</strong>fo -respondió <strong>Lorris</strong>, molesto.El duende lo señaló con <strong>el</strong> dedo y estalló en carcajadas.-¡¡Te pillé!! -chilló-. Ahora yo soy <strong>el</strong> burlador y tú <strong>el</strong> burlado,¿no? <strong>Lorris</strong> hizo un gesto de tedio. Elga se ad<strong>el</strong>antó unos pasos yagarró al duende por <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo de su extraña camisa.-Escúchame bien, amiguito, ya estoy cansada de tus bromas. Onos conduces a Eerei o nos dejas en paz, pero ya basta de trucos. Meestoy enfadando, y cuando Elga Worfind<strong>el</strong> se enfada más vale ponersea cubierto, ¿me has entendido?El duende, pese a estar suspendido metro y medio por encimad<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, soltó una risa floja.-Perfectamente -dijo.