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Persio Flaco, Aulo - Sátiras [pdf] - Historia Antigua

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<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 9expresión natural, incluso la más sencilla, era tabú. Ahora bien, haciendo caso omiso deexageraciones y leyendas, ¿qué carácter presenta esta obscuridad, que llegó a parecer impenetrable?En primer lugar, un hecho es indiscutible. Para glorificar la obra de <strong>Persio</strong>, sus contemporáneostuvieron que entenderla: afirmar que la admiración es un resultado frecuente de la incomprensión,como alguien ha apuntado, no es sino escaparse por la tangente; en tales casos, dicha admiracióngrotesca, que todos hemos conocido en alguna ocasión, se reduce a pequeños núcleos de pedantes yalabarderos, pero no encuentra eco en los ámbitos conscientes. Pese a todo, no puede negarse que amenudo una neblina, tal vez pasajera, se extiende ante los ojos del lector y no le permite seguir elproceso y encadenamiento de las ideas. Se necesita, en una palabra, la máxima atención y el máslaborioso análisis para no creer de vez en cuando que nos hallamos ante una esfinge.Esta obscuridad, frecuentemente confundida con la ambigüedad o la anfibología, ya fueadvertida por los antiguos. Elocuentes, aunque del todo legendarias, son las anécdotas, tantas vecesrepetidas, según las cuales San Ambrosio, irritado por no lograr entender a <strong>Persio</strong>, tiró el librogritando: Si non vis intellegi, non debes legi, mientras que San Jerónimo, por el mismo motivo, lolanzó al fuego para que las llamas alumbraran el pavoroso antro. Sería ocioso buscar en las obras delos dos Santos Padres ninguna expresión que justificara la leyenda; San Jerónimo, por el contrario,cita constantemente a <strong>Persio</strong>, haciendo ver que lo entiende y aprecia de veras. Pero en la bajalatinidad, y especialmente entre los escritores no romanos, la lectura de <strong>Persio</strong> se había hechosumamente difícil. La penosa impresión persistió a través de los autores de los siglos X y XI, puestoque en no pocos manuscritos de las Sátiras aparecen un Incipit y un Explicit parafraseados en rudosepigramas, que comparan al autor, por su obscuridad, al mismo infierno. Valga como ejemplo:«Comienza <strong>Persio</strong>, por todas partes obscuro orco; como el infierno, así permanece él en sustinieblas». En otros epigramas, la poesía de <strong>Persio</strong>, por sus contorsiones de lengua y estilo, escomparada al rabo de un cochinillo. Probablemente estos versos, breves y harto vulgares, derivan deuna fuente única, muy anterior a los mismos manuscritos que nos los transmiten, sin que parezcaarriesgado sospechar que se entroncan con la emendatio de Barcelona de que luego hablaremos.De donde se desprende que, alejados por siglos de distancia de la época del poeta, los copistastropezaban con dificultades que a la sazón no podían descifrar la filología ni los conocimientos dellatín. Fácilmente se comprende que, frente a las construcciones violentas, a los pensamientos pococlaros y no siempre trabados entre sí, a los vocablos nuevos o usados en sentido distinto delcorriente, los amanuenses poco expertos perdiesen los estribos. Todavía en unos tiempos máscercanos a los nuestros, J. César Escalígero y su hijo José se enfurecían contra <strong>Persio</strong>, un ostentatorfebriculosae eruditionis, declarándolo ineptus, porque cum legi vellet quae scripsisset, intelleginoluit quae legerentur 9 . El mismo Casaubon, pese a su decisiva contribución al esclarecimiento delas dificultades de <strong>Persio</strong> y a su defensa contra el ataque de Escalígero, admitía que el poeta,especialmente en las Sátiras I y IV, gustó de refugiarse en el enigma, mientras Cornuto le debía desusurrar insistentemente al oído la antigua palabra skoJtison “obscurece”. De esta forma, <strong>Persio</strong> fuesiempre retenido por el autor más obscuro de toda la latinidad. Auctor difficillimus y obscurus vatesse lee en la portada de diversas ediciones y explanaciones antiguas. Dicha obscuridad, yaproverbial, halla todavía un eco en sor Juana Inés de la Cruz y en Boileau, el cual, sin embargo, enL'Art poétique, señalaba acertadamente que <strong>Persio</strong> en ses vers obscurs, mais serrés et pressants, /affecta d'enfermer moins de mots que de sens.Desde su punto de vista, la crítica no era del todo incongruente. El problema, finalmente, fueplanteado con precisión por O. Jahn, en su edición fundamental de <strong>Persio</strong> (1843), cuando reconocíaque es imposible procurarse un texto crítico del poeta prescindiendo de un comentariointerpretativo; a su vez, C. F. Hermann precisó que las dificultades del satírico dependen más de lanaturaleza del texto que de las dudas de lectura, es decir, que en el caso de <strong>Persio</strong> es más necesariala tarea del intérprete que la del crítico. ¿Qué grado de verdad, en suma, hay que reconocer en laencarnizada hostilidad de los detractores del poeta?9 J. C. ESCALIGERO, Hypercrit. 6, y Ars Poet. III 97.

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