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Persio Flaco, Aulo - Sátiras [pdf] - Historia Antigua

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<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 25espada 17 suspendida del artesonado de oro las nucas adornadas de púrpura no sintieron más temorque el infeliz [40] que ha de repetirse a sí mismo: «Vamos, sí, vamos al abismo», y palidece porquesu mujer, que está a su lado 18 , nada sabe?De niño, recuerdo, me untaba con frecuencia los ojos con aceite 19 cuando no me apetecía dirigir aCatón moribundo [45] frases grandilocuentes 20 , destinadas a recibir muchas alabanzas de unpreceptor no en sus cabales, a ser oídas por mi padre sudoroso acompañado por sus amigos. Porquecon razón mi mayor deseo era saber lo que se gana con un buen seis, y también cómo vacía elbolsillo una tirada desafortunada, la del uno, no errar la estrechez [50] del ánfora en su embocadura,y ser el más hábil en hacer girar el trompo de boj con la cuerda 21 . Pero tú ya tienes experiencia paracaptar lo que está mal hecho y de entender los preceptos del sabio Pórtico pintarrajeado con medosen calzones 22 ; a tales sabios les atiende, insomne y con la cabeza rapada, una juventud que sealimenta sólo [55] de legumbres y de una polenta gruesa. La letra del filósofo de Samos, con suspalos divergentes 23 , te ha mostrado el sendero que se encarama a tu derecha. A pesar de todocontinúas roncando, y tu cabeza da bandazos: sus junturas se desarticulan y bostezas el vino deanoche con las mandíbulas por ambos lados desencajadas. ¿Apuntas con tu [60] arco hacia algúnblanco, o bien persigues cuervos por todas partes tirándoles tiestos y fango al buen tuntún, confiadosólo en a dónde te lleven tus pies, y vives al día?Es inútil —te das cuenta— pedir eléboro cuando la piel ya se hincha, negruzca 24 ; atajad el mal deraíz y, ¿qué necesidad habrá de que prometáis el oro y el moro al médico Crátero 25 ? Estudiad,infelices, y aprended las [65] causas de las cosas: qué somos, para qué vivimos, el lugar que se nosha asignado, cuál debe ser nuestro punto de partida y cómo hay que girar para dar la vueltaágilmente a la meta 26 , cuál es la medida exacta del dinero, lo que podemos lícitamente desear, paraqué puede servir una moneda recién salida de la ceca, lo que hay que dar a la patria y a losbienamados padres, qué nos exige ser la [70] divinidad y el sitio que nos ha fijado entre loshombres. Asimila todo esto y no tengas envidia de que muchas jarras, en compañía de pimientos yde jamones, homenaje de un cliente de los Abruzzos, se pudran en la despensa opulenta 27 , pago porla defensa de unos umbros obesos 28 ; no te concomerás porque la salazón aún no ha disminuido en elborde del barril.[75] En este punto algún centurión de la clase de los chivos 29 me dirá: «Con mi buen juicio me16 El toro de bronce en el que Fálaris, tirano de Agrigento, hacía quemar vivos a sus enemigos. En realidad los quegemían eran los que quemaban dentro, de modo que aquí hay una hipálage.17 La conocida espada de Damocles, que el tirano Dionisio de Siracusa hacía pender sobre la cabeza de algún invitado, yque colgaba de un hilo muy tenue.18 Es por la noche cuando más roe el remordimiento.19 Es decir, fingía padecer de legañas, que se curaban con aceite.20 Es decir, hacer ejercicios de elocuencia, aquí recomendando o justificando el suicidio de Catón. Los padres asistían alos ejercicios de sus hijos, e invitaban a sus amigos.21 <strong>Persio</strong> cita aquí tres juegos de niños de su época: los dados, que entre los mayores eran un verdadero juego de azar,las nueces que se tiraban a un ánfora colocada a cierta distancia, y hacer girar la peonza.22 En la Poikile Stoa o Pórtico Pintado, en Atenas, sede de la filosofía estoica, había pinturas murales del pintorPolignoto, que representaban las victorias de los griegos sobre los medos; éstos últimos llevaban unos calzones muycaracterísticos.23 La alusión es a Pitágoras y a su interpretación simbólica de la forma de la letra griega ípsilon (Y), en la que el palorecto significaba la infancia y la adolescencia; luego en el camino de la vida venía una bifurcación; la vía de la derechaera empinada y significaba el bien.24 Tomar eléboro curaba de la locura (cf. nota 18 de la Sátira I), y también la hidropesía, en creencia de los antiguos.25 Médico muy célebre contemporáneo de Cicerón.26 Imagen tomada de las carreras del circo: al llegar a la meta (spina) los corredores debían doblarla por su parte exteriory correr hacia el punto de partida.27 La despensa de un abogado de provincias con éxito profesional se llenaba por los pagos de los clientes, que confrecuencia se hacían en especie.28 La obesidad de los umbros era proverbial.29 Es decir, maloliente. <strong>Persio</strong> era antimilitarista, y ridiculizaba en los soldados su materialismo y su incultura.

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