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El fotorrealismo y otras figuraciones 7.5 MB - Grupo Leon Jimenes

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Capítulo 3 | <strong>El</strong> <strong>fotorrealismo</strong> y <strong>otras</strong> <strong>figuraciones</strong> |244||245| <strong>El</strong> <strong>fotorrealismo</strong> y <strong>otras</strong> <strong>figuraciones</strong> | Capítulo 3|279|Nuñez, <strong>El</strong>sa.Entrevista yreferencia ende Tolentino.Idem.Página 210.|280|Peña Defilló,Fernando.Op. Cit.|281|De Tolentino,Marianne.Listín Diario.Noviembre 23 de1981. Página 2-D.|282|De Tolentino,Marianne.<strong>El</strong>sa Núñez:de los MundosInteriores.Op. Cit.Página 111.había mucho expresionismo, había mucho misticismo. Estaba el tema bíblico, por ejemplo,Adán y Eva…|279|Peña Defilló es el primero en observar en la nueva pintura de <strong>El</strong>sa Nuñez una recurrenciaromántica, un romanticismo simbólico, anota el crítico al pie de un icono que ilustra suscomentarios. Se trata del Beso de los brujos (óleo, 1973), obra que tal vez le permite agregarque en ella «el mensaje está fuertemente ligado a consideraciones literarias y anecdóticas,lo cual –a su entender– requeriría de una factura más simplista». <strong>El</strong> crítico se refiere ala gestualidad y a la carga tectónica de su paleta materizada con el uso cromático.|280| Consus constantes discursos expositivos de inspiración romántica como la califica Marianne deTolentino en 1976 cuando ella presenta dos vertientes en cuanto a la temática: la primeraes criolla, la segunda universaliza sus personajes y sus escenarios, y se eleva hasta las zonasdel sueño, del ideal del mito o de la mitología. Esta fuente de inspiración se enmarca en lacorriente romántica la cual identifica en parte a <strong>El</strong>sa, rasgo que ella admite y reconoce. Unade las obras que la pintora expone es la titulada Adela H (díptico, 1976) inspirada en la hijadel poeta Víctor Hugo; inspiración surgida cuando la pintora vio la película de FrançoisTrufaut, «La historia de Adela H», que le causó una impresión profunda.|281|ñez, según muchos de sus lienzos.|283| Es tal vez por una frustración colectiva dominicanaque ella vive y asume, como suya, como la propia de su generación –la del 1960–que ella transborda del desgarramiento socio-expresionista al expresionismo romántico,en donde mitiga sus colores y mitifica un mundo irreal, de intimismo y soledad, un mundoaparentemente más poético en donde la alegría de los cantos visuales suplanta la tristezade antaño, debemos apuntar con Diógenes Céspedes, quien al evaluar el cambioneofigurativo de la pintora dio una opinión concluyente: Nótese bien que la tristeza dela pintura de <strong>El</strong>sa Núñez no es en modo alguno la tristeza de <strong>El</strong>sa Núñez.|284|La pintora <strong>El</strong>sa Núñez representa, con su discurso reorientado desde 1970, el caso máselocuente de un transborde a la neofiguración dominicana preservando el expresionismolingüístico que es a la vez fusionado con la retrospección de un romanticismo tan renovado,tan personal, tan suyo, tan autobiográfico, que no se corresponde con las viejas corrientesrománticas –la europea del XIX y la dominicana de entre siglos–.A propósito, esválida la opinión de Francisco Comarazamy quien juzga que <strong>El</strong>sa Núñez es una pintoraque ha sabido ganarse un privilegiado sitial enriqueciendo la belleza de la figuración y lafilosofía de la estética pictórica, mediante un honrado uso de elementos que se encuentranen la modernidad actual y en la modernidad anterior, consumiendo un inteligentepaso hacia adelante con un paso hacia atrás, situándose en el punto justo de la realidad yla fantasía, dos condiciones inapelables de la creatividad artística. (…) Es la artista que evolucionadel teatro a la pintura y de la pintura al teatro (…) quiero decir al retrotraer estasimágenes que el teatro y la pintura enmarcan explícitamente la obra de <strong>El</strong>sa Núñez (…)es, a todas luces, representativa y no representativa (…). La impulsa una quimera de proyectarel mensaje de su alma hacia sus semejantes.Y de ahí la fuerza intimista que yo veoy ausculto en sus cuadros. Cada rasgo del pincel, la brocha o los cinco dedos de su taumaturgamano derecha, es como una voz que en lugar de dirigirse a los otros lo hace para símisma, egoístamente. Este vislumbre de su pintura de múltiples facetas no viene de la tristezani de ninguna nostalgia o trauma.Al contrario, nace y se manifiesta rigurosamente líricaen trepidantes trazos de estados del alma, como si estuviera constantemente fusionandosu indeclinable subjetividad con la realidad esencialmente individualista|285||283|Idem.Páginas 111-112.|284|Céspedes,Diógenes.Op. Cit.|285|Comarazamy,Francisco.Prologo enMarianne deTolentino.<strong>El</strong>sa Núñez:de los MundosInteriores.Op. Cit.Páginas 12-13.|286|De Tolentino,Marianne.<strong>El</strong>sa Núñez:de los Mundos(...). Op. Cit.Página 19.Seguidora constante del discurso de la Núñez, de Tolentino habla del romanticismo vigorosode su pintura cuando ella expone en base a «Las cuatro estaciones» de AntonioVivaldi. En este discurso la crítica aprecia particularmente en su paleta: iluminación, frescory dominación de los blancos, contrario a sus anteriores registros cromáticos de sombra,de nocturnidad, de claridades ensordecidas desde los negros calcinados y los azules-–cobalto (…) A pesar de resaltar el vigor romántico de la artista, la crítica aclara que loque se da en ella es una cierta forma de romanticismo,|282| que es aproximación a lagran corriente del siglo XIX.Tratándose de una artista dominicana de hoy, es evidenteque por razones de geografía e historia, las motivaciones son totalmente distintas de lasdel romanticismo «original» (…) lo romántico en ella, en su lenguaje pictórico, reside enciertos valores y posturas ontológicas. Luego ya en consideraciones ajenas al arte, aunqueno dejen de incidir, no descartamos la nostalgia de una época particularmente admiraday sentida por ella, a través de la música y la poesía.También hay coincidencias cuando sereflexiona «panorámicamente» acerca de los temas y de los ciclos o períodos del discursode <strong>El</strong>sa Núñez, observa la crítica en relación al romanticismo del XIX, el cual se manifiestacomo resultado de la frustración que producen los retrocesos sociopolíticos enuna juventud que, esperanzada de cambios, en vez de buscar mutuo acuerdo o compañíase refugia en la soledad, en los ámbitos imaginarios e introspectivamente en el propio«Yo y sus angustias».Así mismo se manifiesta el temperamento plástico de <strong>El</strong>sa Nú-Comarazamy emite las opiniones citadas como prologuista de la monografía que sobrela pintora escribiera Marianne de Tolentino quien, clara y sistemáticamente, ofrece ensu ponderado estudio rasgos definitorios del universo neorromántico suyo, conformadopor «Mundos interiores», en los cuales logra plasmar el sentir individual y angustiascolectivas, la representación, la estilización y el símbolo|286| (…) pintora de mundossubjetivos (…) la tipología de sus protagonistas hombres y mujeres (…) casi siempre

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