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TerBi Nº 6Asociación Vasca de CF Fantasía y TerrorTimisoara recogió su ropa y se vistió sin dejar de sonreír, aunque su sonrisa habíaperdido parte de luz. Después se marchó. Parecía decepcionada. Cuando Bernard se acostó,se preguntó si la historiadora no habría escogido aquella opulenta cama por motivos ajenosa la historiografía.Bernard no era inmune a los encantos de las mujeres. Se sentía atraído por ellas.Pero había descubierto, ya en la adolescencia, que sólo podía satisfacerse con mujerespensando en ellas. La proximidad física lo alteraba profundamente, de una manera casifóbica. Sólo pensar en ello le resultaba incómodo. Pero la hermosa figura desnuda deTimisoara continuaba bien grabada en su memoria fotográfica, y en su mano podía confiar.Bernard van Finkke había nacido en Maastricht, y la tercera guerra mundial leencontró con seis años. Su padre había muerto en el frente, y vagó durante semanas con sumadre por las ruinas, refugiándose de la lluvia ácida entre los cascotes de los edificios.Fueron dos de las apenas doscientas personas que sobrevivieron a la devastación delBenelux. Se alimentaban de la carroña que podían encontrar, y con el tiempo la única quepudieron encontrar era humana. No fue algo excepcional, ya que el canibalismo seconvirtió en un denominador de aquella tercera guerra mundial, al igual que los campos deexterminio lo fueron en la segunda.Ellos dos eran las únicas personas vivas en muchos kilómetros alrededor, y pronto lacarne de que se alimentaban estaba demasiado descompuesta para poder comerla. Elhambre, la sed, y el dolor, enloquecieron a la madre de Bernard, que vio en su hijo la únicafuente de alimento posible para sobrevivir. Él salió de mí, pensaba, es justo que a mívuelva.Durante tres días Bernard se encontró huyendo y escondiéndose de su madre, queahora le buscaba en una caza implacable. El niño se debatía entre un instinto que le instabaen buscar protección en los brazos de su progenitora, y la certeza de que si ella leencontraba, lo mataría.Mientras él se escondía, aterrado, su madre recorría las ruinas llamándole, fingiendocariño y arrepentimiento. El niño salía de su escondite, llorando, suplicando protección,para encontrarse con que a su madre, al verle, se le encendía el brillo de la demencia.104

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