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TerBi Nº 6Asociación Vasca de CF Fantasía y Terrorparte de él, el resto se disgregó en una miríada de pequeñas almejas flotantes que sealejaron, escondiéndose entre las simas del cometa.Cada diez días, requería un día de caza intenso, o apacible si lo efectuaba cada cinco.Conforme se acercaba a Neo Gaia, bajaba a cazar cada dos o tres días. Estaba casimás tiempo en las grutas que en las zonas habilitadas del antiguo cometa.Cazar le distraía y le apartaba de la expectación, a veces insoportable, de la espera.Vio un brillo verde escabullirse entre las rocas, unos diez metros por debajo de él.Ajustó los mandos de su visor. La oscuridad casi absoluta de la cueva, sólo rasgada por undébil rayo proyectado por su casco, se le mostraba con una claridad semejante a la de undía terrestre nublado.Manejando su mochila, se aproximó a la grieta donde había visto a su presa y enefecto, allí estaba la mancha verdosa del tamaño de una mesa camilla, reptando con susseudópodos cambiantes en forma y en número.Bernard ajustó su proyector de calor para adecuarlo a la masa del Polyaus. Y en esemomento, su presa desapareció, escabulléndose entre las grietas pétreas.El hombre persiguió al organismo metiéndose tras él en el laberinto de peñascos.Desconectó su mochila impulsora. Allí era mejor desplazarse apoyándose en laspiedras. Mantuvo en todo momento su proyector de calor, del tamaño de un secador,apuntado frente a él. Era un arma peligrosa, que irradiaba un haz de tamaño variable, capazde calentar las moléculas a una temperatura graduable. Para deshacer el Polyaus más alláde toda posibilidad de regeneración, bastaba con 800º Fahrenheit, un calor inofensivo parasu equipamiento ignífugo y que apenas chamuscaba las rocas del interior del cometa.Bernard vio un brillo verde en un rincón y disparó una tenue ráfaga de calor. Era unjuego delicado. El Polyaus se alimentaba de energía. Una proyección exagerada de calorhacía estallar sus tejidos, pero calentar la roca cercana a él lo hacía más grande y activo.Debía sacarlo cuanto antes de aquellos vericuetos rocosos. La mejor manera era calentarlas rocas con un haz muy delgado, atrayéndolo poco a poco a terreno abierto.97

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