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TerBi Nº 6Asociación Vasca de CF Fantasía y Terrorlocalizadores recuperaron su funcionamiento correcto, situaron al viejo transbordador en elsistema planetario de la estrella Kepler–22, ¡a 600 años luz de la Tierra! Se comprobó variasveces que no existiera ninguna avería ni lectura errónea en los localizadores de a bordo. Noera así, funcionaban a la perfección. El desasosiego se apoderó de la tripulación. MarkUlrich dio orden de que esta noticia no se difundiera entre el pasaje hasta haber agotadotodas las posibilidades que se les presentaran de volver a casa. Lo primero que hizo elCapitán, fue intentar localizar el punto exacto por el que el Lusitania salió del túnel; pero nole fue posible hacerlo (resultaba lógico pensar que si recorrían el conducto oscuro en sentidoinverso llegarían al Sistema Solar). El ordenador de a bordo tenía recogidos todos los datosconcernientes a la llegada del Lusitania a Kepler–22; sin embargo, al realizar la maniobra lanave no se introducía en el túnel. Era como si no estuviese allí. Mark Ulrich dedujo que, poralgún motivo que desconocía, el conducto sólo podía ser recorrido en un sentido. Estaconclusión le llevó a otra más alarmante: no existía posibilidad de regreso.Una vez que la tripulación asumió la realidad a la que se enfrentaba, comenzaron aestudiar el sistema planetario Kepler–22. La estrella Kepler–22 es una enana amarilla; esdecir, igual en su tipología al Sol, aunque de luminosidad algo inferior. Dentro de su sistemaplanetario se encuentra el planeta Kepler–22b. Este planeta había sido catalogado como unaSupertierra (planeta terrestre extrasolar que posee entre una y diez veces la masa de laTierra; cuenta con características que le hacen potencialmente habitable. Además, unacaracterística común es que todos ellos se encuentran muy cerca de la estrella a la queorbitan.), pero poco se sabía con certeza de él. En busca de un milagro, Mark Ulrich pusorumbo al desconocido planeta.Al ver de cerca aquella enorme esfera azulado–verdosa muchos de los viajeros delLusitania creyeron estar en casa. El planeta al que pusiera rumbo tres meses antes MarkUlrich parecía una réplica de la lejana Tierra; a excepción hecha de su tamaño y la forma delos continentes. A diferencia de la Tierra, este planeta contaba no con una, sino con treslunas; una de ellas, la de menor tamaño, de un precioso color violeta. Mark Ulrich situó alLusitania en órbita del planeta para estudiarlo. Fue en esos días orbitando a su alrededor,cuando el Capitán le dio el nombre de Gea, en honor a la diosa de la mitología griega quepersonifica la Tierra. Con ese nombre fue conocido Kepler–22 de ahí en adelante. La210

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