PATentrevistaEn su hipotético catálogo de "imágenes chilenas", Tejeda incluiría obras de Alonso de Ovalle, Mauricio Amster,la Lira Popular, Mauricio Rugendas, Claudio Gay e imágenes de la cultura popular, entre otras. (archivo BibliotecaNacional, salvo última imagen a la derecha del archivo de Verde).Alo largo de su vida, Juan GuillermoTejeda ha practicado el oficio deartista visual, diseñador, docente,escritor y columnista entre muchosotros. Como director artístico delpabellón chileno en la Expo Sevilla92, cofundador del diario The Clinic,diseñador de los “artefactos” de NicanorParra, columnista en diversos medioschilenos e ilustrador en otros tantoseuropeos (con el seudónimo TEX), Tejedaha transformado en imágenes muchasde las tendencias de las sociedadesactuales, explorando los vínculos entreidentidad, cultura y visualidad.También ha estudiado estos vínculos enlibros como Diccionario crítico del diseño(Paidós, 2006) y Diseño. La forma de locotidiano (UDP, 1998) 1 . En la siguienteentrevista, Tejeda habla acerca de esasimágenes que miramos, buscandodescubrir (o disimular) las identidadesde Chile.¿Qué es lo “chileno”, valga laredundancia, en las imágenes de Chile?Las imágenes de los países estándesapareciendo, porque los paísesestán desapareciendo. En Google Images,por ejemplo, hay una cascada deimágenes de todo tipo y sobre muchascosas, todas entremezcladas. En esavorágine, las imágenes de los países sevan disolviendo, pues su historia y su1 También nos ha legado unas memorias conbastante humor: Allende, la señora Lucía y yo(2002) Santiago, Ediciones B.territorio —que están en la base de susimágenes, porque es lo que sus miembroscomparten— se disuelven en unpatrimonio común, global: hoy es másprobable que una persona en Instagramse relacione más con otra persona enInstagram al otro lado del mundo quecon el casero del almacén de la esquina.En ese sentido, construir “imágenespaís” parece hoy un ejercicio inútil. Yanadie compra guías turísticas ni buscaimágenes “oficiales” de un lugar."El significado y elvalor de las imágenesdependen, en granparte, del poder quehay tras ellas".Pero ciertos estudiosos 2 dicenque la presión de lo global originaprecisamente lo contrario: unaexacerbación de las identidades locales.Sí, aparece una resistencia de lo local aser barrido por lo global.2 García Canclini, Néstor (1996) Consumidoresy ciudadanos. Conflictos multiculturales dela globalización, México, Grijalbo. Montoya,Jesús y Esteban, Ángel eds. (2008) Entre lolocal y lo global, Madrid, Iberoamericana. DíazG. Viana, Luis comp. (2004) El nuevo ordendel caos. Consecuencias socioculturales de laglobalización, Madrid, SCIC.¿Y esa resistencia de lo local acaso no serepresenta en imágenes?¡Por supuesto! No son tendenciasabsolutas, sino al contrario: ambasson reales y se complementan. Lasexperiencias globales reafirman el gustopor lo propio, por lo conocido. Yo vivícatorce años en España y volví porquequería tener la sensación de pertenenciaa un lugar: a la marraqueta, al dulcede membrillo, a la señora regandoel jardín, a todo lo que uno percibecomo “propio” y que podrían ser losrasgos de lo identitario. La suma de loque hay aquí, y que no está en otrospaíses, podría ser un sedimento para loidentitario y, por tanto, para una imagendel país. En lugar de eso, lo que se haceen las ferias y agencias que manejan“imágenes país” tiene más que ver conla actividad económica, con exportar eimportar. Más que la identidad, lo quemuestra la “imagen país” es que Chilees un país seguro para invertir, un lugarbien organizado para el turismo. De esose trata.ENTRE LO PROPIO Y LO ADQUIRIDOLejos están los años en que Tejeda sepreocupaba de producir una imagen paraChile en el exterior. A comienzos de los90, el Iceberg de la Expo Sevilla intentómostrar un país diverso y fascinantepara el extranjero; uno que no se agotabaen las asociaciones con Pinochet y ladictadura, “lo único que se asociaba30 Primavera, 2013 / Nº <strong>57</strong>
con Chile en esos años”, cuenta. En latranquilidad de su taller, se ocupa ahorade “lo propio”.“A mí lo que me gusta es aquello que unono encuentra en otros lugares: un gesto,un tono de la voz, la manera de prepararun desayuno o celebrar un cumpleaños.Hacer las cosas de la manera en que unolo ha hecho siempre es muy bonito ysiento mucha afinidad con eso".La sensación de estar en casa…De pertenencia, yo diría. Esa es la palabra.Pertenecer a un grupo, formar parte deunos ritos y ceremonias, de unos hitos,de nombres, lugares y palabras. Esoconstituye parte de nuestras identidadescontemporáneas, pero a la vez sonexperiencias que se van demoliendoen medio de una cultura cada vez másinternacionalizada, en la cual objetosfamiliares, como un cuchuflí, vanperdiendo su sentido por el marketing yla estandarización.Las cosas adquieren un sentido a partirde sus usos cotidianos; se formanhábitos, relaciones de pertenencia,añoranzas que están en el centro denuestra identidad. La tetera y la pailason, por ejemplo, imágenes poderosasde mi infancia, pero que empiezana ceder terreno a otros objetos quelos reemplazan, como el hervidoreléctrico, con el cual ya no tengo lamisma familiaridad ni siento la mismapertenencia.Eso suena nostálgico.Es que el sentido de pertenencia esbien nostálgico, tiene relación con latradición y lo pasado, que es lo que seenfrenta a esta globalidad moderna ydepredadora.En su Diccionario crítico, Tejeda nombra“vernáculos” a estos objetos hacia losque siente pertenencia: “Llamamosvernáculo a lo estrictamente local, aaquello que de modo espontáneo se"Producimos unvolumen de imágenesinfinitamente mayoral de cualquier períodoanterior, pero lossistemas digitalesno garantizan suconservación".enfrenta y resiste a la homologaciónuniversal impuesta por agentesmorfológicos más poderosos”. 3Explica que vernáculos son los objetosy actividades que nacen de un mododistintivo, “propio”, y que, además,no han variado en el tiempo: se han3 Tejeda, Juan Guillermo (2006). Diccionario críticodel diseño. Santiago: Paidós.hecho siempre igual, con los mismosmateriales, y de un modo distinto acomo se harían en cualquier otro lugar,sin ceder a las presiones globalizantes nitransformarse en souvenir.“La artesanía y la cocina, por ejemplo,tienen unas recetas y unos modosque simplemente son como son, nose le añade ni cambia nada. Hay eneso algo tranquilizante. Lo vernáculoes lo familiar, lo opuesto a lo queviene de afuera. El filósofo HumbertoGiannini dice que la casa es el lugardonde está alojada nuestra identidad 4 .Nosotros salimos al mundo y luego delcontacto con la calle, con los otros, se vadesgastando nuestra ‘carga identitaria’.Entonces volvemos a casa y allí nosesperan nuestros olores, nuestroscachureos, nuestras fotos: todos lossímbolos de la pertenencia”.Entonces, ¿para ti la identidad resideen lo vernáculo, en el sentido depertenencia?No. Lo propio —lo vernáculo, lofamiliar— es lo contrario a lo ajeno.Pero la identidad es algo distinto y máscomplejo, porque las personas están encontacto tanto con sus usos cotidianoscomo también con lo que pasa en elmundo exterior. Un aficionado al fútbolsigue las ligas internacionales y unaficionado a la música escucha muchasbandas extranjeras. Entonces, lo “casero”4 Ídem, p. 72.31