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Publicaciones\DIBAM\archivos\PAT_57

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PATREPORTAJEEn la imagen, de 1906, se observa la laguna que emulaba la delparisino Bois de Boulogne, donde se solía pasear en bote.Alrededor de 1870, Santiago tenía 130.000 habitantes,diseminados en unas pocas casonas afrancesadas, diversaschacras y calles fangosas, y numerosas chozas o “tolderías”,como las llamó Vicuña Mackenna. Si a ello se suma la escasezde agua potable y una todavía incipiente red de alcantarillado,no era menor la urgencia de contar con lugares que dieran“respiro” y “exclusividad” a los vecinos bien asentados. Sobretodo cuando —como era el caso— se prometía contar conun “gran salón verde decimonónico; un lugar para accederal aire puro y libre del campo, pero sobre todo un punto deencuentro social”. 5La obra fue encargada al ingeniero Manuel de Arana Bórica,y en ella colaboró el empresario Maximiliano Errázuriz 6 .Cousiño moriría meses antes de la inauguración, sin alcanzara ver el Parque que, en su honor, se bautizaría con suapellido. Apenas un año después, en 1874, la Municipalidadde Santiago comenzaría a solicitar erogaciones a los vecinospara costear el mantenimiento del flamante parque. Tristepresagio financiero.El edén y l a copiaOlmos, acacias, encinas y fresnos crecían en el ParqueCousiño hacia 1888. Para entrar al recinto había que pagar40 centavos por carruaje y 20 por jinete. Según se cuenta,la atmósfera del lugar no podía ser más glamorosa. Así loconsigna Alfonso Calderón, señalando que, para el centenariode 1910, “ni en el Hyde Park en Londres, en el Central Park deNueva York, o en el Palermo de Buenos Aires, se encontraríanequipajes mejor presentados que los que concurren al paseodel Parque Cousiño”. 7Según el historiador Armando de Ramón, lo que se buscó conel Parque era “realizar allí los ritos inimitables de la clase altacuando, ataviada con sus mejores joyas y trajes y montadasobre lujosos carruajes importados, daba inicio al paseo quelos ‘mostraba’ al resto de las clases sociales”. 8 La nostálgicafrase de Luis Orrego Luco resume el sueño: “A veces creíaencontrarme en París…”.5 Montealegre (2010), op. cit.6 Errázuriz habría importado personalmente varios miles de árboles desdeFrancia.7 Calderón, Alfonso (1973). Cuando Chile cumplió 100 años, Santiago,Quimantú.8 De Ramón, Armando (2001). Santiago de Chile (1541-1991). Historia de unasociedad urbana, Santiago, Sudamericana.48 Primavera, 2013 / Nº <strong>57</strong>

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