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Scherzo. Núm. 30

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- actualidadEl 10 de diciembre cumple 80 añosel compositor francés Olivier Messiaen,uno de los grandes nombres de la músicacontemporánea, de los que más hainfluido en las diversas generaciones.Boulez, Stockhausen, Henry, Xenakis,Amy, entre otros, han bebido de sus enseñanzas,impartidas desde 1942 en distintoscentros.Messiaen es un incansable creador,un investigador profundo, una personalidadsubyugante que escribe sobre papelpautado casi a partir de sunacimiento en Aviñón. El mismo seautocalifica de compositor, ornitólogoy especialista en ritmos. En su primeracomposición, La Dame de Shalolt, de1916, para piano, muestra su inquieiud.Su primer maestro, Jean de Gibon, leregala dos años más tarde una partiturade Pelléaset Mélisande. Su vocaciónqueda entonces ya definitivamente fijada.Dukas y Dupré figuran entre susprofesores en el Conservatorio de Parísen donde estudia de todo: piano, armonía,acompañamiento, percusión,órgano (uno de sus grandes caballos debatalla), contrapunto, fuga, composición,orquestación... Luego, sobrevieneuna carrera, larga —todavía confuturo—, rica, llena de éxitos y descubrimientos.Su matrimonio, en segundasnupcias, con la pianista YvonneLoriod, marca buena parte de su creaciónposterior (1961). Desde su salidadel Conservatorio parisino se empeñóen el estudio de diversas materias: rítmicahindú, métrica griega, canto llano...Profundizó en la obra de Mozarty Debussy e inició una sistemática anotaciónde los cantos de los pájaros, laborésta que le ha servido muchísimoen la confección de gran parte de susobras posteriores.Messiaen: 80 añosEs el propio compositor quien clasificasus creaciones en cuatro clases: a)religiosas y teológicas basadas en textosde las Sagradas Escrituras: Trois petilesLiturgies, Visions de /'Amen. LesCorps gloríeux, Messe de la Pentecóte;b) de investigación rítmica: Vingt Regarás,Qualtre Eludes de rythme. Livred'orgue, Chronachromie; c)relacionadas con el mito de Tristan eIsolda: Harami, Cinq Rechants, TurangalilaSymphonie; d) escritas sobre elcanto de los pájaros: Réveit des osiseaux,Sep Haikaí, Catalogued'oiseaux...La producción del octogenario compositores tan caleidoscópica como podíasuponerse en artistas de susingularidad, que mezcla técnicas y estilosdiversos en el tiempo y en el espacio,incluidas las seriales. Recurramosde nuevo a las declaraciones del autor:Olivier Messiaen«...mis preferencias van hacia una músicavariada, refinada, voluptuosa...,una música que arrulle, que cante...»,«una música como una vidriera, unavorágine de colores complementarios»,«un arco iris teológico»Esta miisica, ausente de progresión,de desarrollo se corresponde con unaausencia de intencionalidad. «La perfecciónde su arte consiste en componercomo la naturaleza lo hubierahecho, sin intervención de la voluntadhumana» (Paul Griffiths). Siempre hayen esta música una tendencia hacia lainmovilidad, hacia la persecución de unideal: comprenderla como un color defini torio de su deseo de eternidad. Deahí las relaciones establecidas entreacordes y colores; por ejemplo, entre elde sexta aumentada en la mayor y elazul, el azul de los ríos, de los cielos yde los mares del Catálogo de pájaros.Celebremos desde aquí y desde nuestranatural modestia la efemérides, aunqueno tengamos, al contrario que enFrancia —donde se han programado diversosactos—, ningún concierto con sumúsica que llevarnos al oído. Recordemosal menos su presencia entre nosotroshace dos otoños con moiivo de lainterpretación en versión no escénica degran parte de su ópera San Franciscode Asís.Música neutraEl tono general del concierto queabrió el pasado día 24 de octubre la IXedición del Festival de Jazz de Madridse correspondería aproximadamentecon el que hubiera ofrecido un músicodel estilo denominado new age —estoes, música neutra y ecléctica hasta extremosde intolerante somnolencia—,pero interpretado por un artista que conoceprofunda y extensameme la historiadel piano jazzístico: Keith Jarrett.Jarren apareció en el escenario delAuditorio Nacional de Música conquince minutos de retraso y, sin embargo,la visión de su menuda figura resultócasi inesperada. Saludó en medio deuna ovación moderadamente apasionada,tomó asiento delante de un Steinwayy curvó tanto su espalda que casise da de bruces contra el teclado. A partirde ese momento comenzó el habitualespectáculo escénico que suele brindareste pianista: contorsiones espasmódicas,tocar de pie, a veces casi de espaldas,gestos crispados o inverosímilesque muchas veces son calcados minuciosamentede tos que la madres efectúandiez segundos antes de parir,estufidos, jijeos, gemidos, plañidos yevohés.Fueron tres cuartos de hora de músicasin interrupción, un receso y otroscuarenta minutos de piano. Despuésuna propina, una delicada —tal vezdemasiado— versión de la bellísimaOver the Rainbow.Keith Jarrett es un músico técnicamentesuperdotado y parece conocer todaslas escalas y acordes del universomundo.Pudimos escuchar gigas, minués, tonosfrigios, preludios del Clave bientemperado, música árabe y si me apuran,aires propios del folklore alcarreño.Incluso en la segunda parte se leescaparon unos acordes de blues, pocos.Luego se pasó casi diez minutos tocandosólo las teclas negras del piano: debióde ser una promesa.Si Cecil Taylor es un pianista (actuómuy recientemente en Madrid) que tocaen primer lugar para su propia satisfacciónpersonal, olvidando a vecesque quien escucha puede no estar dotadode su compleja cultura musical yriguroso oído, Keith Jarret quiere seranle todo un divo. Le resulta imprescindibleel reconocimiento público, elaplauso apasionado. Por ello sus concesionesal oyente son infinitas. Toca sinsorpresas, como todo el mundo esperaque toque. O sea, muy bien. Pero esatensión propia del jazz, ese algo indefinibleque distingue a esta música dela que no lo es, eso que llaman swing—vieja palabra que algunos hanolvidado— no se sintió, sino en contadasocasiones.Víctor Uceda<strong>Scherzo</strong> 45

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