entrevistoClaudio Abbado y Maunzio Pollmi, amigos en la vida y en la música desde hace años.que precisaban de insirumemos de naturaleza y característicasdeterminadas? Por ejemplo, en relación con la reproducción hoy,en un piano moderno, de una sonata de Mozart escrita en principiopara un fortepiano.R—Yo en esle lema concreto no me muestro demasiado rígido.Pienso que lo verdaderamente imponante es la imaginaciónde Mozart. La idea de los compositores creo que no estaba necesariamenteligada al instrumento que tenia a su disposición. Recordemosla famosa contestación de Beethoven a aquel violinistaque se lamentaba de la dificultad de algunos pasajes: «Créameque pienso en su miserable instrumento cuando escribo». Hablemosde Chopin: el piano era ciertamente más moderno, máspróximo al aciual que el existente en la época de Beethoven ode Mozart. En este caso nos encontramos con una adherenciaclara, con una escritura extraordinariamente feliz de un compositorpara un instrumento. Pero es evidente que si esla escriturala trasladamos, la ponemos en práctica sobre un piano actual,el resultado es aún mejor. Insisto en que para mi es más relevanteel edificar la interpretación más a partir de la imaginación delcompositor que a partir det tipo de instrumento. La propia fantasíacreativa debe ir más allá de la realidad precisa y de las posibilidadesde aquél.S.—¿Estos son los criterios que ha empleado para acercarse,por ejemplo, al Clave bien temperado?P.—Sí, aunque este es un ejemplo extremo. Durante muchosaños tuve reservas en relación con el uso del piano en una obradestinada en principio para el clave. Hace ya algún tiempo queme decidí a ello y comencé a tocar el primer cuaderno. Estoycontento de la experiencia. Pienso realmente que es una posibilidadde acercarse a la música de Bach. Hoy no debe haber demasiadasrestricciones sobre este tipo de fidelidad ceñida alconcreto instrumento. Hay que tener en cuenta que el propio Bachrealizó un incontable número de transcripciones de sus obras. Porejemplo, transformó el preludio de la Suitepara violi'n en Mi mayoren una pieza sinfónica para órgano y orquesta ubicada enuna cantata. Convertía un concierto para clave en un conciertopara violín o viceversa. Ha hecho todo tipo de transcripcionesde su música... Y de la de otros. Pero lo que importa señalar esque la esencia de sus composiciones iba más allá que las característicastímbricas de los correspondientes instrumentos. Al menosen la mayoría de los casos.S.—¿Con qué compositor o compositores se identifica más?P.—Me identifico con la música que toco; no con un autor másque con otros. En realidad toco las obras que amo; aquellas conlas que ¡a identificación es posible.S.—Su repertorio es, en verdad, amplísimo. Toca usted muchascomposiciones de distintas épocas. No es especialista enun autor determinado, en un tipo de música particular. ¿Puededecirse que es especialista en todo y en lodos?P.—(Con franca risa). ¡No! Sobre todo no soy especialista, ni48 <strong>Scherzo</strong>
entrevista-"La direcciónde orquesta requiere una dedicacióny una constancia queno soncompatiblescon las exigencias de mi profesión • tquiero serlo. Los pianistas leñemos la fortuna de contar con unrepertorio extraordinario, único para nuestro instrumento, lo quenos permite una enorme multiplicidad de iniereses y experienciasdiversas.S.—Además de Benedetti-Michelangeli y Ciani, ¿a qué oírospianistas admira?R—¡A muchos! He admirado profundamente a Rubinstein, aSchnabel, al que conozco solamente a través de sus discos; aBackhaus; a Lipafii, igualmente por sus discos; Cortot... Y, naturalmente,Horowitz y Arrau; y a algunos de mi generación.S.—Y lodos muy disiimos.P.—A f o rt uñad ame n te.S.—¿Por Qué razón ha empezado a dirigir recientemente ópera?¿Que le movió a ello?P.—Bueno... Esto en realidad fue una experiencia ya pasadaimpulsada por mi interés por la orquesta. Dirigí algún conciertode Mozart, un número no crecido de conciertos sinfónicos... Yposteriormente tuve la oportunidad de dirigir La donna del lagode Rossini en Pesaro, que me atrajo por la posibilidad de descubrirel Rossini serio, no muy conocido. Pero luego decidí interrumpiresta actividad. Creo que la vastedad del repertoriopianístico es tal que, al menos para mí, no es posible hacer lasdos cosas al tiempo. La dirección de orquesta requiere, por otraparte, si se desea desempeñarla con rigor, una dedicación y unaconstancia muy grandes que no son compatibles con las exigenciasde mi profesión pianística. Así que por el momento la heabandonado.S.—¿Estudia mucho, es amigo de estar horas y horas ante elteclado?P.—Sí (dudando), bastante. Sin embargo, creo que no se debetocar el piano demasiado tiempo seguido. Hay que dejarlo despuésde un cierto número de horas. Se puede pensar en la música,se puede pensar en la interpretación, que, después de todo,son modos de estudiar, de profundizar en ta música. Pero debehuirse de estar mucho tiempo físicamente sentado ante las teclas.Acaba por hacerse inútil.S.~Da la impresión de que durante sus conciertos se halla totalmenteconcentrado, inmerso en lo que toca.P.—... Sí; cierto...S.—Sin embargo, esa concentración no le impide percatarsede lo que sucede en la sala cuando ello hace peligrar precisamenteese grado de ensimismamiento. Sin ir más lejos, ayer, enel curso del segundo movimiento de la Appassionata, hubo dospersonas que Te levantaron en el patio de butacas y salieron; yusted se dio perfecta cuenta: dirigió una mirada, y no precisamentede aprobación, hacia ellas.P.—¡Ah! ¿También usted lo vio? (Riendo). Sí. La verdad es quehay como una especial sensibilidad, un sexto sentido que nos informade lo que ocurre en la sala.S.—¿Necesita al público para tocar? ¿Es importante para elacto interpretativo?P.—Sin duda. Es fundamental. Otorga sentido a nuestra profesión,define la propia manera de tocar. Es lo que proporcionavida a una sesión concertistka. Creo que entre el artista y el públicose puede establecer un intercambio muy importante. En todoslos órdenes. Algo que no siempre sucede, claro.S.—Aunque el público tiende a aplaudir siempre de la mismamanera.R—No crea. En todo caso, el aplauso es io menos interesante.Lo que tiene significación es la forma en que el público escuchay lo que ocurre durante la ejecución. Por supuesto que. el aplausoes importante, pero ei grado de atención del oyente es lo queanima; atención que viene promovida tanto por la preparacióny disposición de aquél como por la intensidad y calor —y, desdeluego, nivel artístico— del pianista. He ahí lo fundamental, loque promueve la especial atmósfera que une a ambos.S.—En el condeno de ayer se produjo esa atmósfera. Perohabía demasiadas toses inoportunas, ¿no cree?P.—No hubo tantas, me parece, Yo toqué muy a gusto. Y elpúblico siguió atentamente una primera parte bástanle difícil. Quizá,esa impresión me dio, estuvo algo desconcertado en Schoenbergy Stockhausen; pero eso, después de todo, no es tan raro.S.—Usted graba bastante. ¿Encuentra el necesario punto deconcentración en los estudios?R—No tengo especial dificultad. Pero he de reconocer que prefierolas tomas realizadas en las propias salas de concierto. Lavida de las ejecuciones públicas es única, tienen una dimensiónimposible de encontrar en la frialdad de un estudio. Pese a laslógicas imperfecciones, como hecho artístico, las grabaciones envivo son preferibles.S.—¿Proyectos discográ/icos?P.—Continuar con las sonatas de Beethoven. Hace años grabélas del último periodo. Ahora me centraré en el del medio.Luego registraré en Berlín el Concierto de Schoenberg con Abbado,que irá en el mismo disco con el de Schumann, cuya grabaciónestá prevista para el año próximo. Hay muchos proyectos,algunos todavía sin concretar: Liszt, Debussy, Chopin...S.—¿Conciertos?P.—Sí, también; aunque he reducido bastante mi actividad alrespecto. He limitado el número de actuaciones: ahora hago menosde cincuenta al año.S.—Es importante en la música concertante contar con batutasde confianza. ¿Con qué maestros se compenetra en mayormedida?P.—Quizá Abbado en primer lugar. Tengo con él una relacióninmejorable. Somos amigos desde hace muchos años. Pero recuerdofelices experiencias con otros. Me acuerdo, por ejemplo,de la magnífica relación con Bóhm a propósito de incisiones deMozart, Beethoven y Brahms. Tengo en la memoria conciertosmuy afortunados con Karajan, con Boulez, etc.S.—¿Alcanzó a ver en Italia a Toscanini?P.—Solamente durante un ensayo en la Scala. Era yo muy niño.Debió de ser hacia el 52. Pero era demasiado pequeño paradarme cuenta de las cosas; aunque ya estudiaba música. De niñotambién, un poco más tarde, tuve oportunidad de escuchary ver a muchos grandes artistas del piano, como Rubinstein, Backhaus,Fischer, Cieseking, etc. A directores de orquesta, como Mitropoulos,Bruno Walter...S.—Para ir terminando, maestro Pollini, ¿le gusta la sociedaden la que vive?R—¿En Italia?S.-~En Europa, aunque la italiana sea más conocida por usted.p.—Quizá debería abrirse con esto,,, (riéndose) una nueva entrevista...Puedo decirle lo que pienso de mi país. Creo que sevive muy bien, dentro de una atmósfera agradable. Pero flota enel ambiente una cierta desilusión que, hay que decirlo, no impidea la nación desarrollarse, esto es verdad. Pero no se hace absolutamentenada para resolver los grandes problemas...S.—Lo cual guarda bastante similitud con lo que sucede enEspaña-Arturo Reverter<strong>Scherzo</strong> 49