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WERNER JAEGER - Introducción a los Estudios Literarios UNRN

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intentar reconstruir aquella forma mediante la simple supresión de la granamonestación de Fénix, como lo hacen siempre tales restauraciones aun donde, comoaquí, son tan obvias. En la forma actual del poema la figura del educador se halla eníntima conexión con <strong>los</strong> otros dos mensajeros. Como hemos indicado, 37 en su idealeducador, Áyax personifica la acción, Odiseo la palabra. Sólo se unen ambas enAquiles, que realiza en sí la verdadera armonía del más alto vigor espiritual y activo.Quien tocara el discurso de Fénix no podría detenerse ante <strong>los</strong> discursos de <strong>los</strong> otrosdos y destruiría la estructura artística total del canto.Pero no sólo a esta consecuencia conduce la crítica ad absurdum, sino que elsupuesto motivo por el cual se admite la inclusión del discurso de Fénix descansa enel completo desconocimiento del designio poético del conjunto. El discurso delanciano es, en efecto, extraordinariamente largo, comprende más de cien versos yculmina en la narración de la cólera de Meleagro que, para el lector superficial,parece bastarse a sí misma. Se pudo creer que el poeta sacó el motivo de la cólera deAquiles de un poema más antiguo sobre la cólera de Meleagro y que quiso aquí citarsu fuente, haciendo una alusión literaria a la manera helenística y dar una especie deresumen de aquel poema. Lo mismo si existía, en el tiempo del nacimiento de estecanto, una elaboración poética de la saga de Meleagro que si la recibió el poeta deuna tradición oral, el discurso de Fénix es el modelo de una protréptica locución deleducador a su discípulo y la larga y lenta narración de la cólera de Meleagro y de susfunestas consecuencias es un paradigma mítico, como otros muchos que se hallan en<strong>los</strong> discursos de la Ilíada y de la Odisea. El empleo de <strong>los</strong> paradigmas o ejemp<strong>los</strong> estípico en todas las formas y variedades de discursos didácticos. 38 Nadie con mejorestítu<strong>los</strong> que el anciano educador, cuya fidelidad y afecto a Aquiles ninguno podíadesconocer, para aducir el ejemplo admonitor de Meleagro. Fénix podía pronunciarverdades que Odiseo no hubiera podido decir. En su boca, (41) este intento extremode doblegar la inquebrantable voluntad del héroe y de traerlo a razón, adquiere sumás grave e íntimo vigor: deja aparecer, en el caso de su fracaso, la trágicaculminación de la acción como consecuencia de la inflexible negativa de Aquiles.En parte alguna de la Ilíada es Homero, en tan alta medida, el maestro y guía de latragedia, como lo denominó Platón. Así lo sintieron ya <strong>los</strong> antiguos. La estructura dela Ilíada toma, así, un matiz ético y educador y la forma del ejemplo pone de relieveel aspecto fundamental del caso: la acción constructiva de la némesis 39 sobre laconciencia. Todo lector siente y comparte íntimamente, en toda su gravedad, ladefinitiva decisión del héroe, de la cual depende el destino de <strong>los</strong> griegos, el de sumejor amigo Patroclo y, en último término, su propio destino. El acaecimiento seconvierte necesariamente en un problema general. En el ejemplo de Meleagro seadivina la importancia decisiva del pensamiento religioso de até para el poeta de laIlíada, tal como se nos ofrece actualmente. Con la alegoría moral de las litai, lassuplicantes, y del endurecimiento del corazón humano, resplandece este pensamiento37 11 Ver supra, p. 24.38 12 Ver infra, pp. 46 y 52. Ya <strong>los</strong> antiguos intérpretes indican esto.39 13 I 523.41

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