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WERNER JAEGER - Introducción a los Estudios Literarios UNRN

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depende de las grandes líneas del problema religioso y ético que desarrolla.Con todo, esto es sólo un aspecto de un fenómeno mucho más rico. Del mismomodo que ordena Homero el destino humano en el amplio marco del acaeceruniversal y dentro de una concepción del mundo perfectamente delimitada, sitúatambién sus personajes dentro de un ambiente adecuado. Jamás toma a <strong>los</strong> hombresen abstracto y puramente desde el punto de vista interior. Todo se desarrolla en elcuadro plenario de la existencia concreta. No son sus figuras meros esquemas queocasionalmente despierten a la expresión dramática y se levanten a extremosprodigiosos hasta caer, de pronto, en la inacción. Los hombres de Homero son tanreales que podríamos ver<strong>los</strong> con <strong>los</strong> ojos o tocar<strong>los</strong> con las manos. Por la coherenciade su pensamiento y de su acción, su existencia se halla en íntima relación con elmundo exterior. Consideraremos, por ejemplo, a Penélope La expresión delsentimiento hubiera alcanzado una mayor intensidad lírica mediante actividades yexpresiones más exageradas. Pero esta actitud hubiera sido insoportable, en relacióncon el objeto y para el lector. Los personajes de Homero son siempre naturales yexpresan, en todo momento, su propia esencia. Poseen una solidez, una facilidad demovimientos y una íntima trabazón a la que nada se puede comparar. Penélope es, almismo tiempo, la mujer casera, la mujer abandonada del marido ausente, en presenciade sus dificultades con <strong>los</strong> pretendientes, la señora fiel y afectuosa con sus sirvientas,la mujer inquieta y angustiada por la custodia de su único hijo. No tiene más apoyoque el honrado y anciano porquerizo. El padre de Odiseo, débil y anciano, se halla enun pequeño y pobre retiro, lejos de la ciudad. Su propio padre está lejos y no puedeayudarla. Todo esto es sencillo y necesario y en su múltiple conexión desarrolla laíntima lógica de la figura mediante un efecto reposado y plástico. El secreto de lafuerza plástica de las figuras homéricas se halla en su aptitud de situarlas, de un modointuitivo y con precisión y claridad matemáticas, en el sólido sistema de coordenadasde un espacio vital.La aptitud de la epopeya homérica para proporcionarnos la intuición del mundoque describe como un cosmos completo que descansa en sí mismo y en el cual semantiene el equilibrio entre el acaecer móvil y un elemento de permanencia y orden,arraiga, en último (66) término, en una peculiaridad específica del espíritu griego.Maravilla al espectador moderno el hecho de que todas las fuerzas y tendenciascaracterísticas del pueblo griego, que se manifiestan en su evolución históricaposterior, se revelan ya, de un modo claro, en Homero. Esta impresión es,naturalmente, menos evidente cuando consideramos <strong>los</strong> poemas aislados. Pero siconsideramos a Homero y la posteridad griega en una sola vista de conjunto, se ponede relieve su poderosa comunidad. Su fundamento más profundo se halla encualidades innatas y hereditarias de la sangre y de la raza. Nos sentimos, al mismotiempo, ante ellas, próximos y alejados. En el conocimiento de esta diferencianecesaria de lo análogo se funda la fecundidad de nuestro contacto con el mundogriego. Sin embargo, sobre el elemento de la raza y el pueblo, que sólo podemosaprehender de un modo sentimental e intuitivo y que se conserva con rarainmutabilidad a través de <strong>los</strong> cambios históricos del espíritu y de la fortuna, no63

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