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WERNER JAEGER - Introducción a los Estudios Literarios UNRN

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la sorda sujeción en actividad libre y gozosa. Todo ello es un ímpetu divino, unmilagro natural. Así como Homero considera el fracaso del educador, en su última ymás difícil tarea de doblegar la orientación que el destino ha impuesto a Aquiles,como una acción adversa de <strong>los</strong> demonios, reconoce y venera piadosamente, en latransformación de Telémaco de un joven indeciso en un verdadero héroe, la obra deuna charis, de la gracia divina. La conciencia y la acción educadora de <strong>los</strong> griegos ensus más altos momentos es plenamente consciente de este elemento imponderable. Lo(45) hallaremos de nuevo, de la manera más clara, en <strong>los</strong> dos grandes aristócratasPíndaro y Platón.La misma Atenea señala el discurso que, en la figura de Mentes, dirige aTelémaco, en el canto primero de la Odisea, como una amonestación educadora. 43Deja madurar en Telémaco la resolución de tomar la justicia por su mano, deenfrentarse abiertamente con <strong>los</strong> pretendientes y hacer<strong>los</strong> responsables de su conductaante la publicidad del agora y de pedir ayuda para su plan de averiguar el paradero desu perdido padre. Fracasado su intento ante la asamblea, decide, por un súbitocambio, lleno de consecuencias, abordar el problema con sus propias manos yemprender secretamente el peligroso viaje, por cuyas experiencias llegará a ser unhombre. En esta Telemachou paideia no falta ningún rasgo esencial: ni <strong>los</strong> consejosde un viejo amigo experimentado; ni el influjo delicado y sensible de la madretemerosa y llena de cuidado por su único hijo y a la cual no será convenienteconsultar en el momento decisivo, porque no sería capaz de comprender la súbitaelevación de su hijo, largo tiempo mimado, sino más bien de frenarlo con sustemores; ni la imagen ejemplar de su padre perdido, que actúa como un factor capital;ni el viaje al extranjero, a través de cortes amigas, donde entabla conocimiento connuevos hombres y nuevas relaciones; ni el consejo alentador y la benévola confianzade hombres importantes que le prestan su ayuda y entre <strong>los</strong> cuales halla nuevosamigos y bienhechores; ni la prudencia protectora, en fin, de una fuerza divina que leallana el camino, le tiende benignamente la mano y no permite que perezca en elpeligro. Con la más cálida simpatía pinta el poeta su íntima confusión cuando en unapequeña isla, Telémaco, educado en la simplicidad de la nobleza rural, entra porprimera vez en el gran mundo, para él desconocido, y es huésped de grandes señores.Y en el interés que todos toman por él, dondequiera que vaya, se muestra que, aun enlas más difíciles e insospechadas situaciones, no abandonan al inexperto joven <strong>los</strong>beneficios de sus buenas costumbres y de su educación y que el nombre de su padrele allana el camino.En un punto es preciso insistir, porque es de la mayor importancia para lacomprensión de la estructura espiritual del ideal pedagógico de la nobleza. Se trata dela significación pedagógica del ejemplo. En <strong>los</strong> tiempos primitivos, cuando no existeuna recopilación de leyes ni un pensamiento ético sistematizado, aparte unos pocospreceptos religiosos y la sabiduría proverbial, trasmitida oralmente de generación en43 17 α 279 u(poti/qesqai, verbo de u(poqh~kai, que es la palabra propia para"discurso instructivo"; cf. P. FRIEDLAENDER, Hermes 48 (1913), 571.45

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