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SALTANDO LAS FRONTERAS (DEL ESTADO ESPAÑOL) - 1953. El exilio voluntarioEl exiliado <strong>de</strong> hoy pue<strong>de</strong> ser el turista <strong>de</strong> ayer?VICTOR BURGIN: Paranoic SpaceSi pensamos en un grupo <strong>de</strong> artistas que, tras ponertierra <strong>de</strong> por medio, realizan su trabajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el otrolado <strong>de</strong> la frontera, inevitablemente nos viene a lacabeza la figura <strong>de</strong>l exilio, y <strong>de</strong>l artista como exiliado;pero antes <strong>de</strong> continuar, convendría que hiciéramosuna serie <strong>de</strong> matizaciones y consi<strong>de</strong>raciones sobre laverda<strong>de</strong>ra naturaleza <strong>de</strong>l exilio.El artista exiliado es sin duda una figura clave enla cultura <strong>de</strong> nuestro tiempo, como nos recuerda elescritor <strong>de</strong> origen palestino –y él mismo exiliado–Edward Said 10 pues, <strong>de</strong> hecho, buena parte <strong>de</strong> la culturaocci<strong>de</strong>ntal durante este siglo que finaliza havenido siendo <strong>de</strong>sarrollada por personas exiliadas:una cultura <strong>de</strong>l exilio que, como nos recuerda Said,siempre se ha caracterizado por similares visionestrasnacionales e interculturales, y que paradójicamentesuele ver surgir a su lado, asociada, la figura<strong>de</strong>l nacionalismo, oponiéndose a veces, pero constituyéndosemutuamente.“y justo más allá <strong>de</strong> la frontera entre ‘nosotros’ y‘los <strong>de</strong> fuera’ está el peligroso territorio <strong>de</strong> la no-pertenencia:allí es don<strong>de</strong> en tiempos primitivos se <strong>de</strong>sterrabaa la gente, y don<strong>de</strong> en la era mo<strong>de</strong>rnainmensos colectivos humanos vagan como refugiadosy <strong>de</strong>splazados”.Sin embargo, a diferencia <strong>de</strong>l nacionalismo, el exiliosupone un estado discontinuo <strong>de</strong> existencia, nosdice Said: y por ello la persona exiliada siente unaverda<strong>de</strong>ra urgencia por reconstruir su vida rota, bienpor medio <strong>de</strong> verse a sí misma como parte <strong>de</strong> un pueblorestituido (sería el caso <strong>de</strong> una opción nacionalista),o bien como parte <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ología dominante(creo que caben pocas dudas respecto a pensar que<strong>de</strong>terminadas formas <strong>de</strong>l lenguaje audiovisual contemporáneopue<strong>de</strong>n ser con si<strong>de</strong>radas como tal).El pathos <strong>de</strong> la persona exiliada está en su pérdida<strong>de</strong> contacto con la soli<strong>de</strong>z y la satisfacción <strong>de</strong> la tierra:volver “a casa” está fuera <strong>de</strong> lugar. Y aquí es don<strong>de</strong>preci samente <strong>de</strong>beríamos comenzar a matizar las primerascuestiones respecto al caso que estamos tratando,pues como el mismo Said nos recuerda, “sibien es cierto que cualquiera que no pue<strong>de</strong> volver asu casa es un exiliado, <strong>de</strong>ben ser hechas algunas distincionesentre exiliados, refugiados, emigrantes yexpatriados”: es pre cisamente con este último conceptocon el que él distingue a quienes “voluntaria -mente viven en un país extranjero, habitualmente porrazones personales o sociales”.Es curioso observar en este sentido cómo el trabajo<strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> los “exiliados ocasionales”, lejos<strong>de</strong> tomar conciencia <strong>de</strong> la periferia <strong>de</strong> la que proce<strong>de</strong>n,se foca liza por el contrario en retratar la periferia(racial, sexual, o <strong>de</strong>l tipo que sea) <strong>de</strong> esa metrópolia la que han emigrado, en una suerte <strong>de</strong> apresurada“concienciación” política más bien mimética, y conlos problemas que esto implica respecto al <strong>de</strong>s -conocimiento, la superficialidad, o la ligereza en larepresentación <strong>de</strong>l “otro”.Pasemos ahora a fijarnos en cómo las personasexiliadas (y con ellas las “expa triadas”, pues comorelata Said comparten casi todas las características,salvo la opción al regreso) se convierten habitualmenteen seres excéntricos –<strong>de</strong> nuevo habitantes <strong>de</strong> una periferia–que sienten su diferencia como una suerte <strong>de</strong>“orfan dad”, y pue<strong>de</strong>n utilizarla como un arma con laque insistir celosamente en su <strong>de</strong>re cho a rechazar cualquierpertenencia. Llegados a este punto nos veremosobliga dos a introducir otro matiz respecto a los y lasartistas que nos ocupan, pues nor malmente el saltodado en su carrera preten<strong>de</strong>ría funcionar más bien enel sentido contrario, es <strong>de</strong>cir, como un paso <strong>de</strong> la periferiaa lo que consi<strong>de</strong>ran centro (<strong>de</strong> la colonia a lametrópoli, podríamos <strong>de</strong>cir: París, Nueva York). Laúnica excentricidad experimentada en este sentidosería el <strong>de</strong>splazamiento <strong>de</strong> un “centro afectivo”, pro -blema que a<strong>de</strong>más se ve fácilmente solucionado conla posibilidad <strong>de</strong> viajar <strong>de</strong> forma más o menos regular“a casa”, pues no existe, como ya <strong>de</strong>cíamos, impedi -mento alguno para hacerlo: un exilio simulado.Evi<strong>de</strong>ntemente, este es con toda probabilidad elcaso ante el que nos encontramos. Pese a que elEstado español ha tenido una gran tradición <strong>de</strong> emigracióntrabaja dora (hasta tiempos muy recientes)no creemos que los y las artistas <strong>de</strong> ví<strong>de</strong>o que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>hace años, <strong>de</strong> forma intermitente, saltan más allá <strong>de</strong>sus fronteras, lo hagan viéndose en tal necesidad: formandoparte <strong>de</strong> dicha tradición. (¿Y si se tratara másbien, al menos en algunos casos, <strong>de</strong> otra tradición,tal vez más lejana en el tiempo pero igualmente arraigada,a saber, la <strong>de</strong> los conquistadores <strong>de</strong>l imperio,viéndose continuada en la figura <strong>de</strong> artistas-turistas?¿No se estaría con esos viajes perpe tuando la queantaño fuera una hegemonía <strong>de</strong> la espada, con unaactual hegemo nía <strong>de</strong> la mirada?).Pero como el propio Said reconoce, y pese a laintrínseca dureza <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong>l exilio, no todo esnecesariamente negativo en esta experiencia, puesver el mundo entero como una tierra extranjera, y laconsciencia <strong>de</strong> pertenencia a dos culturas, da cuandomenos al exiliado una capacidad contrapuntual, asícomo una especial satisfacción personal al saberseactuando como si siempre se estuviera “en casa”; porotro lado, el exilio nunca nos permite sentimos en unasituación <strong>de</strong> placi <strong>de</strong>z o seguridad: un invierno permanente–en palabras <strong>de</strong> Wallace Stevens– que nosempuja a una vida <strong>de</strong> diferente calendario, sin estaciones;una vida nómada, <strong>de</strong>s centrada, contrapuntual.

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