(=) ISBN 978-980-227-250-1

En el simbólico salón Sol del Perú, denominado así en
homenaje a la Batalla de Ayacucho (9 de diciembre de
1824), en el Palacio de Miraflores, tiene lugar la reunión
extraordinaria de los presidentes y primeros ministros
que representan a los países que conforman la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba-TCP).
Cuarenta y ocho horas antes todos le habían
confirmado al presidente Nicolás Maduro su asistencia
a Caracas y allí estaban, cumpliendo con la palabra clave
de la construcción de la unión e integración: solidaridad.
En la amplia mesa ovalada del salón, Bolivia, Cuba, Nicaragua,
Dominica, San Vicente y Granadinas, Antigua y
Barbuda, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía,
2015
Ecuador y como invitado especial Haití, tras cinco horas
de deliberaciones, acuerdan 15 puntos, que trascienden
como la Declaración de Caracas.
En resumen, la declaración concentra la exigencia, de
manera unánime, al Gobierno de Barack Hussein Obama,
de derogar el decreto que califica a la República
Bolivariana de Venezuela como una amenaza para la
potencia norteamericana; plantea el establecimiento de
un diálogo entre los dos gobiernos como alternativa al
conflicto y la confrontación y ofrece la facilitación de
un grupo del hemisferio para adelantar una diplomacia
de compromiso para aliviar las tensiones y garantizar la
resolución amigable.
«La historia que se está escribiendo en estos momentos en América Latina y el Caribe es gigantesca.
Hace diez días, cuando aún no había decreto, ya Petrocaribe había sentado posición de hermandad
con Venezuela porque era muy intensa la agresión verbal que se desprendía de Estados Unidos; cuatro
días atrás, la Unasur dio su respaldo a la tierra de Bolívar y ahora el apoyo irrestricto de los líderes de
Alba-TCP, y es que todo ajusta, porque como dice la declaración, “Venezuela tiene derecho a la defensa
de su soberanía”, y esa Orden Ejecutiva no significa otra cosa que una amenaza a ella y una intromisión
en los asuntos internos.
Cuando amaneció el siglo XXI, el comandante Hugo Chávez (1954-2013) comenzó a proclamarlo
como “nuestro siglo de la emancipación” e insistía, como los próceres, que si en verdad queríamos
transitarlo en independencia plena de toda la región, “sólo unidos podíamos consolidarnos”. Su lucha
por la búsqueda de la paz intrarregional, la igualdad, la distribución de la riqueza de manera justa y
equitativa, lo llevó a conformar organismos dinámicos con un nuevo concepto de integración basado
en el respeto absoluto de los pueblos y sus gobernantes. “Todos tenemos que ayudarnos —decía—,
respetarnos y defendernos, porque no faltará quien busque desunirnos”».
#ObamaDerogaElDecretoYa 69