13.5- Vampires gone wild

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Kerrelyn Sparks Vampires Gone Wild Capítulo 5 Pamela se acurrucó bajo su colcha de satén rosa, con la mente a la deriva en una nube de niebla. Tres horas habían pasado desde que había sido herida, pero gracias a la práctica médica de Mikhail y una botella entera de Blardonnay, no sentía ningún dolor. Con una sonrisa, recordó la expresión de su cara cuando él la había cuidado. El ceño fruncido, los ojos torturados, como si su dolor le doliera a él más que a ella. Los había teletransportado al sótano de su cabaña de caza, luego llevado por las escaleras hasta la cocina. Después de sentarla en una silla junto a la mesa, él le sirvió una copa de Blardonnay. —Tómatelo todo. Has perdido mucha sangre. Se bebió la mezcla de sangre sintética y Chardonnay, luego se quitó los guantes y sacó el gorro de su cabeza mientras él cubría la mesa con una impresionante gama de suministros médicos. 40 —¿De dónde sacaste todo esto? —Del Dr. Lee. Está demasiado lejos en Texas para que lo vea cada vez que me lesiono, así que me enseñó lo básico. —No me puedo imaginar que nadie se las arregle para herirte. —Los cortes y rasguños de menor importancia. —Con una disculpa por la destrucción de su ropa, utilizó unas tijeras para cortar a través del látex en su hombro antes de ceder la manga de su brazo. Se disculpó de nuevo, mientras limpiaba la herida, haciendo una mueca cuando la picadura la hizo jadear. Trató de no pensar en el dolor, por lo que aprovechó la oportunidad para estudiarlo de cerca. A pesar de que su pelo era de un rubio dorado, sus cejas eran de color marrón, y sus pestañas oscuras y gruesas. Él era muy guapo... para un bárbaro. Y gentil. Sería tan fácil enamorarse de él. Ella se bebió el resto de su Blardonnay. Llenó una jeringa. —Esto es un analgésico. —¿Debo tener eso cuando estoy bebiendo vino? —Prefiero verte borracha que dolorida. —Él le dio la dosis, luego aplicó una
Vampires Gone Wild fila de vendajes de mariposa a lo largo de su herida—. Estos la mantendrán cerrada hasta que te puedas curar durante tu sueño de muerte. Podrías terminar con una pequeña cicatriz. —Está bien. Él la había mirado entonces, sus fríos ojos azules brillaban con dolor como carámbanos fracturados. —No está bien. Si la herida hubiera sido más profunda... —Estoy bien. —Eres hermosa. Si hubiera sabido lo hermosa que eras en tu interior, nunca habría... —Su voz desapareció lentamente mientras envolvía su brazo superior con un grueso vendaje. —¿Nunca qué? —susurró. Con el ceño fruncido, ató la venda. —He perdido demasiado tiempo. —Él la miró—. Va a ser diferente ahora. ¿Estaba su mente ya aturdida? No lo estaba siguiendo. —¿Qué será diferente? —Tú y yo. —Él le apartó el pelo de la frente—. Te lesionaste tratando de protegerme. No vuelvas a dudar de tu valor de nuevo. Su corazón se apretó en su pecho. Él pensó que era valiente. Y bonita por dentro. —Me protegiste, también. La comisura de su boca se levantó, revelando su hoyuelo, y ella pensó que podría derretirse. La besó en la frente. —Deberías ir a casa ahora, para que puedas descansar, y yo pueda volver con los chicos. Me podrían necesitar. —Por supuesto. —Ella hizo una mueca para sus adentros. Habían dejado a los otros chicos en medio de su misión. Ella cayó a sus pies, y la habitación giró—. Yo... yo estoy un poco mareada. Él la atrapó cuando ella tropezó. Love At Stake #13.5
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