13.5- Vampires gone wild

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Kerrelyn Sparks Vampires Gone Wild Como Maestro del Aquelarre del este de Europa, Zoltan Czakvar podía arreglárselas él mismo en una pelea con espadas. Era J.L. Wang quién tenía preocupado a Mikhail. El ex agente especial del FBI era un joven americano vampiro y probablemente estaba más cómodo con una pistola en la mano que con una espada. Un chirrido metálico atravesó el aire cuando los Malcontents sacaron sus espadas. Ellos gritaron insultos a través del campo, sin duda sintiéndose arrogantemente seguros de su superioridad numérica. Era la hora de mejorar las probabilidades. Con un movimiento rápido, Mikhail alcanzó detrás de su espalda el arma y la sacó de la funda de cuero. Era un enorme espadón, tan pesado que la mayoría de los mortales encontraban difícil el levantarla con las dos manos. Con la mano izquierda, sacó un hacha de guerra recién afilada de su cinturón. Su rugido retumbó en todo el campo, haciendo que los Malcontents se estremecieran. Cuando cargó hacia ellos, vio ese cálculo en sus ojos brillantes. Al igual que los meteorólogos que veían huracanes entrantes, estaban prediciendo dónde y cuándo iba a tocar tierra. Punto muerto. Los vampiros en el medio alzaron sus espadas y escudos por la anticipación. Los extremos de la línea de batalla avanzaron, con la esperanza de rodearle y encerrarle. 8 Mikhail se teletransportó a la banda derecha, y con un poderoso golpe de su espada, cortó tres cabezas. Antes de que los muertos se desintegraran completamente en tres montones de polvo, se teletransportó a la banda izquierda y decapitó a tres Malcontents más. Con una última parada en el centro de la línea, liquidó a tres más, entonces se teletransportó de vuelta con sus compañeros. Toda la maniobra había durado menos de cinco segundos. Conmocionados, los Malcontents estaban a tientas. Una docena sucumbió al miedo y se teletransportaron lejos. Mikhail tomó una respiración profunda, y luego gritó otro grito de guerra mientras levantaba la espada y el hacha de guerra. Eso por sí solo era suficiente para hacer que tres Malcontents más se mearan antes de teletransportarse. Detrás de él, sus compañeros se rieron. —Ahora somos doce contra cuatro —dijo Zoltan. —Así se hace, Mikhail —añadió J.L. —¿A qué estamos esperando? —preguntó Jack.
Vampires Gone Wild Con un grito, cargaron contra los Malcontents. Mikhail despachó a dos con un golpe de su espada, y luego se dio la vuelta para eliminar a un tercero con su hacha. Una rápida mirada le aseguró que sus compañeros se encontraban bien. Jack había matado a dos y estaba con un tercero, un chico feo, con una cicatriz en el lado de su cara. Zoltan y J.L habían matado a uno y luchaban contra un segundo oponente. Eso dejaba a dos Malcontents. Mikhail los vio intentando acercarse sigilosamente a J.L y a Zoltan desde atrás. Un comportamiento típico de los Malcontents. Apuñalando a alguien por la espalda. Él se teletransportó hacia el primero, el Malcontent se convirtió en polvo, y luego fulminó a un segundo Malcontent. —Bu. Con un chillido, el segundo Malcontent se teletransportó lejos. Mikhail acuñó el hacha debajo de su cinturón y se volvió para ver el final de la batalla. Una explosión de música se unió el sonido metálico de las espadas. Mikhail inclinó la cabeza. La música parecía venir de la chaqueta de Jack. Una interpretación muy animada de "Eso es Amore". Con una maldición entre dientes, Jack se abalanzó sobre su oponente, causando que Cara Marcada saltara dos metros. Con la mano izquierda, Jack sacó su teléfono móvil y le echó un vistazo. —No tienes que contestar —murmuró Mikhail. —Es Lara. —Jack continuó luchando con Cara Marcada—. Si no contesto, se preocupará. Mikhail soltó un bufido. Gracias a Dios había evitado la trampa en la que la mayoría de sus amigos habían caído. Matrimonio. ¿Y niños? Nunca jamás. —Hola, bellissima —contestó Jack al teléfono. Su oponente intentó aprovechar su dividida atención al correr hacia adelante, pero Jack fácilmente lo hizo retroceder. —Este no es un buen momento, Lara. ¿Puedo volver a llamarte en unos veinte minutos? —Jack miró al lateral cuando Zoltan terminaba con su agresor—. Que sean diez minutos. Hubo una pausa mientras Jack paró con Cara Marcada. —No, no hay nada que hacer. Estamos perfectamente seguros. —Él Love At Stake #13.5
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