13.5- Vampires gone wild

Kerrelyn Sparks
Vampires Gone Wild
—¿Quieres decir que terminaste destruyendo el círculo de humanos
traficantes la pasada noche?
—No, quiero decir que no harás más misiones.
—¿Qué? —Otro doloroso hambre se apoderó de ella.
—Espera. —Él saltó fuera de la cama, y volvió unos pocos segundos después
con una botella de Blardonnay y dos vasos. Él llenó un vaso y se lo entregó a ella.
Ella lo tragó rápido.
—¿Mejor? —Él rellenó su vaso.
Ella asintió y bebió algo más. Cuando el dolor se sosegó, dejó su mirada
deambulando sobre él. Había estado demasiado abrumada por la pasión de la
noche antes de conseguir una buena mirada de él. Él era maravilloso, dorado y
musculoso. Bebía de su vaso, su cabeza inclinada hacia atrás, su largo pelo suelto
por su espalda.
Golpeó una mano en su pelo, y una ola de deseo barrió sobre ella. Sería muy
fácil, tan tentador caer de vuelta contra las almohadas y dejarle hacerla el amor.
Pero él había dicho que no iría a más misiones.
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Dejó su vaso vacío en la mesilla de noche, luego la alcanzó.
—¿Dónde estábamos?
—Tengo miedo de que tengamos una pelea.
Su boca se retorció.
—Creía que íbamos hacer el amor. —Él se inclinó hacia ella para besarla.
Ella le detuvo con una palma contra su pecho.
—Dijiste que no podía ir a más misiones.
—Pam. —Él acarició su pelo sobre sus hombros—. No estás lo
suficientemente entrenada para la batalla.
—Estoy en desacuerdo. Estudié esgrima en la primera academia de Londres.
Y tomé clases tres noches a la semana en artes marciales...
—No estás lista. Fuiste herida la pasada noche. —Su mano rozó su vendaje—.
No hay necesidad de que te arriesgues.
Ella retrocedió.