13.5- Vampires gone wild

Vampires Gone Wild
Con un sobresalto, puso la caja en el estante.
—Pido que me perdones. No quería entrometerme.
Tiró la toalla en el cuarto de baño.
—Me las he arreglado para conservar las flores durante más de seiscientos
años.
—Eso es increíble. —Su mirada vagó sobre su pecho desnudo, y luego cambió
de nuevo a las flores secas en la caja—. Deben ser muy importantes para ti.
—Lo son. —Se acercó lentamente—. Mi hija las recogió para mí. Murió esa
noche.
Pam se quedó sin aliento.
—Lo siento mucho.
—El color se ha desvanecido, pero las flores eran de un hermoso color azul
lavanda. —Se detuvo a su lado—. El mismo color de tus ojos.
Ella hizo una mueca.
—¿Te recuerdo la perdida de tu hija?
—Tú me recuerdas a los días más alegres de mi vida.
Sus ojos se abrieron.
—¿Puedes... hablarme de ella? ¿Cuál era su nombre?
—Anya. —Tocó la cubierta de cristal de la caja, trazando el contorno de los
tallos y las flores—. Ella era brillante y hermosa. Rubia con ojos azules.
—Como tú —susurró Pam.
Él asintió.
—Fue asesinada. Junto con mi esposa.
Pam jadeó y le tocó el brazo.
—Lo siento mucho.
Con una mueca, él dio un paso atrás.
—No gastes ninguna simpatía por mi esposa. Invitó a los vampiros a entrar.
Ella quería que ellos la transformaran, para así poder mantenerse joven y bella por
todos los tiempos. —Se apartó de la cara sorprendida de Pam y se paseó por la
Love At Stake #13.5