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Kerrelyn Sparks<br />
<strong>Vampires</strong> Gone Wild<br />
sorpresa. ¡Qué bárbaro! Cuan... maravillosamente salvaje. Se retorció debajo de él<br />
hasta que se hizo añicos con el clímax más fuerte que había experimentado nunca.<br />
Aún estaba pulsando con las réplicas cuando sintió el primer tirón del sueño<br />
mortal. El sol estaba saliendo, y se estaban quedando sin tiempo.<br />
—Mikhail— jadeó ella, alcanzándole. Él había pasado todo su tiempo<br />
dándola placer. ¿Cómo podía no amar a semejante hombre preciado?<br />
—Maldito sol. —Él se quitó los pantalones y se situó entre sus piernas.<br />
Ella jadeó. Era enorme. Pero incluso tan fiero y poderoso como era, no podía<br />
evitar que el sol saliera. Otro tirón del sueño mortal tiró de ella.<br />
Él colapsó a su lado y la empujó a sus brazos, su erección presionaba contra<br />
su estómago.<br />
—Mañana, serás mía.<br />
Un afilado dolor apretaba su pecho cuando el sueño mortal la reclamó.<br />
Mañana, pensó ella, cuando cayó en la oscuridad.<br />
52<br />
Ambos se despertaron de una sacudida al mismo tiempo.<br />
Pam miró su cara, solo a unas pulgadas de distancia, y la enormidad de sus<br />
acciones la robaron la respiración. Se había entregado a un hombre que<br />
difícilmente conocía. Cierto, el sexo había estado más allá de sus imaginaciones<br />
más salvajes, pero había hecho más que tener sexo. Le había dado su corazón.<br />
Su boca se curvó cuando sus ojos se volvieron rojos.<br />
—¿Deberíamos continuar dónde lo dejamos?<br />
Con un jadeo, ella sintió la madurez hinchándose contra su vientre.<br />
—Y... yo debería comer primero. Tengo un poco de hambre cuando me<br />
despierto.<br />
—Entonces muérdeme. —Él empujó su pelo sobre un hombro para exponer<br />
su cuello.<br />
Ella tragó. Nunca antes había mordido a un vampiro. Ni siquiera a su último<br />
marido. Y Mikhail tenía seiscientos años. Sin duda su sangre sería extremadamente<br />
rica y poderosa. Era sorprendente que él si quiera se la ofreciera.<br />
Qué hombre dulce y generoso era. Sin sorprenderse había caído enamorada