A Primera Vista
Este libro nos da una lección de vida y nos plasma la trágica historia de amor de un hombre enamorado.
Este libro nos da una lección de vida y nos plasma la trágica historia de amor de un hombre enamorado.
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—¿El atún?<br />
—Sí, me ha parecido una buena elección cuando lo has mencionado.<br />
Ella se encogió de hombros con una expresión inescrutable.<br />
—¿Y ahora qué pasa? —arremetió contra ella, irritado.<br />
—Nada, sólo es que este lugar tiene fama por los filetes, y me apetecía probar un poco del tuyo.<br />
Jeremy notó un gran peso en los hombros.<br />
—La próxima vez —se limitó a contestar.<br />
Por más que lo intentara, Jeremy no estaba seguro de si algún día llegaría a comprender a las<br />
mujeres. Alguna vez, al salir con alguna chica, creía haber estado a punto de conseguirlo, como si<br />
pudiera intuir lo que ellas querían a partir de sus expresiones y de sus gestos sutiles, y se alegró al pensar<br />
que podría sacar partido de esos conocimientos. Pero tal como le demostró esa cena con Lexie, aún le<br />
quedaba un buen trecho para conseguirlo.<br />
El problema no era que al final hubiera pedido el atún en lugar del chuletón de ternera. No, era algo<br />
más profundo que eso. El verdadero problema radicaba en que la mayoría de los hombres deseaba<br />
sentirse admirado por una mujer; consecuentemente, los hombres se mostraban dispuestos a hacer casi<br />
todo con tal de conseguirlo. En cambio, sospechaba que las mujeres no se daban cuenta de ese detalle tan<br />
simple. Por ejemplo, las mujeres creían que los hombres que se pasaban muchas horas en la oficina lo<br />
hacían porque consideraban que su trabajo era el elemento más importante en su vida, cuando eso no era<br />
cierto. La cuestión no era ostentar el máximo poder posible —bueno, quizá para algunos hombres sí, pero<br />
eran una minoría— sino que se trataba de que las mujeres se sentían atraídas por el poder por las mismas<br />
razones que los hombres se sentían atraídos por las mujeres jóvenes y atractivas. Era simplemente un<br />
factor de la evolución humana, unas condiciones que no habían cambiado desde la era de las cavernas, y<br />
que ninguno de los dos géneros podía controlar. Unos años antes había escrito una columna sobre la base<br />
evolucionista del comportamiento, y había destacado, entre otros puntos, que los hombres se sentían<br />
atraídos por las mujeres jóvenes, atractivas y con curvas, por—que tendían a ser fértiles y a gozar de<br />
buena salud —en otras palabras, las compañeras ideales para procrear hijos fuertes— y que las mujeres,<br />
a su vez, se sentían atraídas por hombres lo bastante poderosos para protegerlas y mantenerlas, a ellas y a<br />
sus hijos.<br />
Jeremy recordó que había recibido muchas cartas a causa de ese artículo, pero lo más sorprendente<br />
fueron las reacciones. Mientras los hombres parecían propensos a estar de acuerdo con esa<br />
representación de la evolución, las mujeres tendían a expresar su desacuerdo, y a veces de forma<br />
vehemente. Unos meses después escribió otra columna acerca de las diferencias, y utilizó párrafos de las<br />
cartas como ejemplos.<br />
Sin embargo, aunque podía comprender objetivamente que había pedido el atún porque deseaba que<br />
Lexie lo admirara —y de ese modo, él sentirse poderoso— no lograba descifrar qué era lo que la<br />
impresionaba, y el embarazo sólo complicaba aún más las cosas. Tenía que admitir que no sabía<br />
demasiadas cosas acerca de esa etapa, pero si de una cosa estaba seguro era que las embarazadas tenían<br />
unos antojos la mar de extraños. Lexie podía ser una experta en casi todos los temas, pero él estaba<br />
preparado para debatir cualquier punto con ella sobre esa cuestión en particular. Sus hermanos le habían<br />
dicho que podía esperar cualquier cosa. A una de sus cuñadas le había dado por comer ensalada de<br />
espinacas, otra quería pastrami y aceitunas a todas horas e incluso una de ellas era capaz de levantarse a<br />
medianoche para comer sopa de tomate y queso cheddar. Por eso, cuando no estaba intentando escribir,<br />
se encontraba a sí mismo conduciendo hacia el supermercado para llenar el coche con cualquier producto<br />
que se le ocurriera, artículos que colmaran los antojos de Lexie, por extraños que pudieran parecer.<br />
Pero lo que no esperaba era esos constantes e irracionales cambios de humor. Una noche, justo una