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EN MEMORIA DE...
algo que don Pancho valoró toda
la vida fue la educación que él no
pudo tener debido al trabajo que
significó Buses Nilahue.
Su mujer, sus hijas y sus nueve
nietos fueron el pilar fundamental
para que don Pancho mantuviera
esa energía que lo caracterizaba en
todo lo que hacía y para que poco a
poco fuera delegando el trabajo de
administración de Buses Nilahue a
su familia y a sus trabajadores más
cercanos.
Pamela, la menor de sus hijas
agradece todo el trabajo de su padre
que le permitió ser la persona que
es hoy: “una hija que cuidó a su padre
hasta al final y una profesional
que se integra al trabajo de Buses
Nilahue para hacer de ésa empresa
la mejor, manteniendo el legado que
mi papá dejó: la unión permanente
entre quienes formamos la familia
Nilahue”.
Por su parte, su hija mayor Ana
Victoria Vargas, señala “agradezco
la confianza que él depositó en mí
durante once años de trabajo juntos.
Lo aprendido es algo invalorable
y que solo él podría haber hecho.
Continuaremos este legado con
el mismo compromiso, espíritu y
fuerza que él nos enseñó.
Durante dos años don Pancho
luchó contra un cáncer. Casi lo
vence pero lamentablemente volvió
aparecer, sin dar más tregua.
Sus últimos días fueron en familia,
compartiendo momentos
inolvidables para todos, almuerzos
familiares y conversaciones enriquecedoras.
A los 61 años parte un hombre
de largas tertulias, de buen
corazón y de humildad absoluta.
Un valioso empresario, un colega
ejemplar, un consejero astuto, un
gran amigo, un esposo, un padre,
un abuelo que ha dejado el sello
en una importante empresa que lo
reconocerá durante toda la existencia
de Buses Nilahue.
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