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America en la Profecia por Elena de White

Etiquetas - la libertad, la constitución, libertad religiosa, los derechos humanos, los derechos, los derechos civiles, la democracia, la libertad, la libertad de culto, la libertad de conciencia , democracia , democrático, leyes , las leyes religiosas , la religión , la represión religiosa , la persecución , la tiranía, la iglesia y el estado , iglesia, estado, separación de iglesia y estado, protestante, reforma, reformador, constitucional, historia

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era más notable que su mansedumbre. Muy pronto fue discípulo sincero <strong>de</strong>l evangelio a <strong>la</strong> vez que el<br />

amigo <strong>de</strong> más confianza <strong>de</strong> Lutero y su más valioso cooperador; su dulzura, su discreción y su formalidad<br />

servían <strong>de</strong> contrapeso al valor y a <strong>la</strong> <strong>en</strong>ergía <strong>de</strong> Lutero. La unión <strong>de</strong> estos dos hombres <strong>en</strong> <strong>la</strong> obra vigorizó<br />

<strong>la</strong> Reforma y estimuló mucho a Lutero.<br />

Augsburgo era el punto seña<strong>la</strong>do para <strong>la</strong> verificación <strong>de</strong>l juicio, y allá se dirigió a pie el reformador.<br />

Sus amigos sintieron <strong>de</strong>spertarse <strong>en</strong> sus ánimos serios temores <strong>por</strong> él. Se habían proferido am<strong>en</strong>azas sin<br />

embozo <strong>de</strong> que le secuestrarían y le matarían <strong>en</strong> el camino, y sus amigos le rogaban que no se arriesgara.<br />

Hasta llegaron a aconsejarle que saliera <strong>de</strong> Witt<strong>en</strong>berg <strong>por</strong> una tem<strong>por</strong>ada y que se refugiara <strong>en</strong>tre los<br />

muchos que gustosam<strong>en</strong>te le protegerían. Pero él no quería <strong>de</strong>jar <strong>por</strong> nada el lugar don<strong>de</strong> Dios le había<br />

puesto. Debía seguir sost<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do fielm<strong>en</strong>te <strong>la</strong> verdad a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tempesta<strong>de</strong>s que se cernían sobre él.<br />

Sus pa<strong>la</strong>bras eran estas: “Soy como Jeremías, el hombre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s disputas y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s discordias; pero cuanto<br />

más aum<strong>en</strong>tan sus am<strong>en</strong>azas, más acreci<strong>en</strong>tan mi alegría [...]. Han <strong>de</strong>strozado ya mi honor y mi reputación.<br />

Una so<strong>la</strong> cosa me queda, y es mi miserable cuerpo; que lo tom<strong>en</strong>; abreviarán así mi vida <strong>de</strong> algunas horas.<br />

En cuanto a mi alma, no pued<strong>en</strong> quitárme<strong>la</strong>. El que quiere propagar <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo <strong>en</strong> el mundo,<br />

<strong>de</strong>be esperar <strong>la</strong> muerte a cada instante” (ibíd., lib. 4, cap. 4).<br />

Las noticias <strong>de</strong> <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong> Lutero a Augsburgo dieron gran satisfacción al legado <strong>de</strong>l papa. El<br />

molesto hereje que había <strong>de</strong>spertado <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ción <strong>de</strong>l mundo <strong>en</strong>tero parecía hal<strong>la</strong>rse ya <strong>en</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Roma,<br />

y el legado estaba resuelto a no <strong>de</strong>jarle escapar. El reformador no se había cuidado <strong>de</strong> obt<strong>en</strong>er un<br />

salvoconducto. Sus amigos le instaron a que no se pres<strong>en</strong>tase sin él y ellos mismos se prestaron a recabarlo<br />

<strong>de</strong>l emperador. El legado quería obligar a Lutero a retractarse, o si no lo lograba, a hacer que lo llevaran<br />

a Roma para someterle a <strong>la</strong> suerte que habían corrido Hus y Jerónimo. Así que, <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> sus ag<strong>en</strong>tes<br />

se esforzó <strong>en</strong> inducir a Lutero a que compareciese sin salvoconducto, confiando solo <strong>en</strong> el arbitrio <strong>de</strong>l<br />

legado. El reformador se negó a ello resueltam<strong>en</strong>te. No fue sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recibido el docum<strong>en</strong>to que le<br />

garantizaba <strong>la</strong> protección <strong>de</strong>l emperador, cuando se pres<strong>en</strong>tó ante el embajador papal.<br />

P<strong>en</strong>saron los romanistas que conv<strong>en</strong>ía conquistar a Lutero <strong>por</strong> una apari<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> bondad. El<br />

legado, <strong>en</strong> sus <strong>en</strong>trevistas con él, fingió gran amistad, pero le exigía que se sometiera implícitam<strong>en</strong>te a <strong>la</strong><br />

autoridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia y que cediera a todo sin reserva alguna y sin alegar. En realidad no había sabido<br />

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