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America en la Profecia por Elena de White

Etiquetas - la libertad, la constitución, libertad religiosa, los derechos humanos, los derechos, los derechos civiles, la democracia, la libertad, la libertad de culto, la libertad de conciencia , democracia , democrático, leyes , las leyes religiosas , la religión , la represión religiosa , la persecución , la tiranía, la iglesia y el estado , iglesia, estado, separación de iglesia y estado, protestante, reforma, reformador, constitucional, historia

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esperanza <strong>de</strong> protegeros a vos. Si supiese yo que su alteza querría o podría tomar mi <strong>de</strong>f<strong>en</strong>sa, no iría a<br />

Witt<strong>en</strong>berg. Ninguna espada material pue<strong>de</strong> a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntar esta causa. Dios <strong>de</strong>be hacerlo todo sin <strong>la</strong> ayuda o <strong>la</strong><br />

cooperación <strong>de</strong>l hombre. El que t<strong>en</strong>ga más fe será el que podrá pres<strong>en</strong>tar mejor <strong>de</strong>f<strong>en</strong>sa” (ibíd., cap. 8).<br />

En una segunda carta que escribió, camino <strong>de</strong> Witt<strong>en</strong>berg, añadía Lutero: “Héme aquí, dispuesto<br />

a sufrir <strong>la</strong> reprobación <strong>de</strong> su alteza y el <strong>en</strong>ojo <strong>de</strong>l mundo <strong>en</strong>tero. ¿No son los vecinos <strong>de</strong> Witt<strong>en</strong>berg mi<br />

propia grey? ¿No los <strong>en</strong>com<strong>en</strong>dó Dios a mi cuidado? y ¿no <strong>de</strong>beré, si es necesario, dar mi vida <strong>por</strong> amor<br />

<strong>de</strong> ellos? A<strong>de</strong>más, temo ver una terrible revuelta <strong>en</strong> Alemania, que ha <strong>de</strong> acarrear a nuestro país el castigo<br />

<strong>de</strong> Dios” (ibíd., cap. 7). Con exquisita precaución y humildad, pero a <strong>la</strong> vez con <strong>de</strong>cisión y firmeza, volvió<br />

Lutero a su trabajo. “Con <strong>la</strong> Biblia—dijo—, <strong>de</strong>bemos rebatir y echar fuera lo que logró imponerse <strong>por</strong><br />

medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza. Yo no <strong>de</strong>seo que se valgan <strong>de</strong> <strong>la</strong> viol<strong>en</strong>cia contra los supersticiosos y los incrédulos<br />

[...]. No hay que constreñir a nadie. La libertad es <strong>la</strong> es<strong>en</strong>cia misma <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe” (ibíd., cap. 8).<br />

Pronto se supo <strong>por</strong> todo Witt<strong>en</strong>berg que Lutero había vuelto y que iba a predicar. El pueblo acudió<br />

<strong>de</strong> todas partes, al punto que no podía caber <strong>en</strong> <strong>la</strong> iglesia. Subi<strong>en</strong>do al púlpito, instruyó el reformador a<br />

sus oy<strong>en</strong>tes; con notable sabiduría y mansedumbre los exhortó y los amonestó. Refiriéndose <strong>en</strong> su sermón<br />

a <strong>la</strong>s medidas viol<strong>en</strong>tas <strong>de</strong> que algunos habían echado mano para abolir <strong>la</strong> misa, dijo:“La misa es una cosa<br />

ma<strong>la</strong>. Dios se opone a el<strong>la</strong>. Debería abolirse, y yo <strong>de</strong>searía que <strong>en</strong> su lugar se estableciese <strong>en</strong> todas partes<br />

<strong>la</strong> santa c<strong>en</strong>a <strong>de</strong>l evangelio. Pero no apartéis <strong>de</strong> el<strong>la</strong> a nadie <strong>por</strong> <strong>la</strong> fuerza. Debemos <strong>de</strong>jar el asunto <strong>en</strong><br />

manos <strong>de</strong> Dios. No somos nosotros los que hemos <strong>de</strong> obrar, sino su Pa<strong>la</strong>bra. Y ¿<strong>por</strong> qué? me preguntaréis.<br />

Porque los corazones <strong>de</strong> los hombres no están <strong>en</strong> mis manos como el barro <strong>en</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>l alfarero. T<strong>en</strong>emos<br />

<strong>de</strong>recho <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r, pero no t<strong>en</strong>emos <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> obligar a nadie. Prediquemos; y confiemos lo <strong>de</strong>más a<br />

Dios. Si me resuelvo a hacer uso <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza, ¿qué conseguiré? Fingimi<strong>en</strong>tos, formalismo, ord<strong>en</strong>anzas<br />

humanas, hipocresía [...]. Pero <strong>en</strong> todo esto no se hal<strong>la</strong>rá sinceridad <strong>de</strong> corazón, ni fe, ni amor. Y don<strong>de</strong><br />

falte esto, todo falta, y yo no daría ni una paja <strong>por</strong> celebrar una victoria <strong>de</strong> esta índole [...]. Dios pue<strong>de</strong><br />

hacer más mediante el mero po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su Pa<strong>la</strong>bra que vosotros y yo y el mundo <strong>en</strong>tero con nuestros<br />

esfuerzos unidos. Dios sujeta el corazón, y una vez sujeto, todo está ganado [...].<br />

“Estoy listo para predicar, alegar y escribir; pero a nadie constreñiré, <strong>por</strong>que <strong>la</strong> fe es un acto<br />

voluntario. Recordad todo lo que ya he hecho. Me <strong>en</strong>caré con el papa, combatí <strong>la</strong>s indulg<strong>en</strong>cias y a los<br />

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