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America en la Profecia por Elena de White

Etiquetas - la libertad, la constitución, libertad religiosa, los derechos humanos, los derechos, los derechos civiles, la democracia, la libertad, la libertad de culto, la libertad de conciencia , democracia , democrático, leyes , las leyes religiosas , la religión , la represión religiosa , la persecución , la tiranía, la iglesia y el estado , iglesia, estado, separación de iglesia y estado, protestante, reforma, reformador, constitucional, historia

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espantosa, y bajo <strong>la</strong> terrible cond<strong>en</strong>ación <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia, daba el mártir pruebas <strong>de</strong> una fe y <strong>de</strong> un valor que<br />

el jov<strong>en</strong> estudiante comparaba con dolor con su propia <strong>de</strong>sesperación y con <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>en</strong> que vivía a<br />

pesar <strong>de</strong> su estricta obedi<strong>en</strong>cia a los mandami<strong>en</strong>tos <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia. Sabía que los herejes fundaban su fe <strong>en</strong><br />

<strong>la</strong> Biblia; <strong>por</strong> lo tanto se <strong>de</strong>cidió a estudiar<strong>la</strong> para <strong>de</strong>scubrir, si posible fuera, el secreto <strong>de</strong>l gozo <strong>de</strong>l mártir.<br />

En <strong>la</strong> Biblia <strong>en</strong>contró a Cristo. “¡Oh! Padre exc<strong>la</strong>mó, su sacrificio ha calmado tu ira; su sangre ha<br />

<strong>la</strong>vado mis manchas; su cruz ha llevado mi maldición; su muerte ha hecho expiación <strong>por</strong> mí. Habíamos<br />

inv<strong>en</strong>tado muchas locuras inútiles, pero tú has puesto <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> mí tu Pa<strong>la</strong>bra como una antorcha y has<br />

conmovido mi corazón para que t<strong>en</strong>ga <strong>por</strong> abominables todos los méritos que no sean los <strong>de</strong> Jesús”<br />

(Martyn, tomo 3, cap. 13). Calvino había sido educado para el sacerdocio. No t<strong>en</strong>ía más que doce años<br />

cuando fue nombrado capellán <strong>de</strong> una pequeña iglesia y el obispo le tonsuró <strong>la</strong> cabeza para cumplir con<br />

el canon eclesiástico. No fue consagrado ni <strong>de</strong>sempeñó los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l sacerdocio, pero sí fue hecho<br />

miembro <strong>de</strong>l clero, se le dio el título <strong>de</strong> su cargo y percibía <strong>la</strong> r<strong>en</strong>ta correspondi<strong>en</strong>te.<br />

Vi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tonces que ya no podría jamás llegar a ser sacerdote, se <strong>de</strong>dicó <strong>por</strong> un tiempo a <strong>la</strong><br />

jurisprud<strong>en</strong>cia, y <strong>por</strong> último abandonó este estudio para consagrarse al evangelio. Pero no podía resolverse<br />

a <strong>de</strong>dicarse a <strong>la</strong> <strong>en</strong>señanza. Era tímido <strong>por</strong> naturaleza, le abrumaba el peso <strong>de</strong> <strong>la</strong> responsabilidad <strong>de</strong>l cargo<br />

y <strong>de</strong>seaba seguir <strong>de</strong>dicándose aún al estudio. Las reiteradas súplicas <strong>de</strong> sus amigos lograron <strong>por</strong> fin<br />

conv<strong>en</strong>cerle. “Cuán maravilloso es—<strong>de</strong>cía—que un hombre <strong>de</strong> tan bajo orig<strong>en</strong> llegue a ser elevado hasta<br />

tan alta dignidad” (Wylie, lib. 13, cap. 9). Calvino empezó su obra con ánimo tranquilo y sus pa<strong>la</strong>bras<br />

eran como el rocío que refresca <strong>la</strong> tierra. Se había alejado <strong>de</strong> París y ahora se <strong>en</strong>contraba <strong>en</strong> un pueblo <strong>de</strong><br />

provincia bajo <strong>la</strong> protección <strong>de</strong> <strong>la</strong> princesa Margarita, <strong>la</strong> cual, amante como lo era <strong>de</strong>l evangelio, ext<strong>en</strong>día<br />

su protección a los que lo profesaban. Calvino era jov<strong>en</strong> aún, <strong>de</strong> contin<strong>en</strong>te discreto y humil<strong>de</strong>. Com<strong>en</strong>zó<br />

su trabajo visitando a los lugareños <strong>en</strong> sus propias casas. Allí, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia, leía<br />

<strong>la</strong> Biblia y exponía <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación. Los que oían el m<strong>en</strong>saje, llevaban <strong>la</strong>s bu<strong>en</strong>as nuevas a<br />

otros, y pronto el maestro fue más allá, a otros lugares, predicando <strong>en</strong> los pueblos y villorrios. Se le abrían<br />

<strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong> los castillos y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s chozas, y con su obra colocaba los cimi<strong>en</strong>tos <strong>de</strong> iglesias <strong>de</strong> don<strong>de</strong> iban<br />

a salir más tar<strong>de</strong> los vali<strong>en</strong>tes testigos <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad.<br />

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