Excodra XXXV: La descendencia

Sobre las siete vienen los abuelos y les digo que sé que es ella. La
cena fue tranquila. Luego las pastillas de las diez. Leer a CJC es como
un lento anochecer de verano.
Jueves: Ducha de nuevo. Tensión. Desayuno y pastillas. La mañana
es larga como cayendo a un pozo. Como dos filetes de lomo. Siesta. El
día está siendo larguísimo, estoy como fatigado y me cuesta fijar la vista,
leer. Hoy el médico no habló conmigo, no llega hasta el lunes. Estaré
sin pisar la calle hasta el lunes. Merienda y pastilla. Vienen los abuelos.
Se van. La tarde es aburrida y lenta. Ha vuelto el calor, pues por la
mañana había refrescado. Me está gustando mucho Viaje a la Alcarria
de CJC. No hay mucho que hacer, leer, escuchar radio, escribir un
poco. Comer y dormir. Podría inventar un relato para pasar el tiempo.
De momento, estos tres días, a las siete es cuando mejor estoy. El sol
baña y late esponjoso, como una bruma ardiente. Algunos árboles están
muy quietos, sólo algunas ramas se les mueven. Algunas ramas están
totalmente quietas. Parecen árboles de pasta dura, de cera fría. Árboles
de hielo bajo un sol de fuego, bañados, cubiertos, por una neblina menuda
y caliente.
En un ratito, a cenar.
Cena normal, la tibia y pesada procesión de personas hacia sus celdas,
habitaciones.
Anochecerá mientras el sol se hunde, literalmente, en un mar de nubes.
Como una canica en una jarra de espumosa cerveza. Por el otro
lado mece y crece una tormenta roja y negra, como una ola inmensa
que descargará en tierra.
Viernes: Ducha. Tensión, desayuno y pastillas más jarabe. Viene la
abuela y se va. Leo un poco pero cansado. Comida normal. Siesta. Leer.
Las cuatro hierven lento. Hasta esperar ha perdido su significado. Todo
sigue siendo molestia. Hoy me siento mejor desde las cuatro. He leído
muy a gusto. Merienda y pastilla.
A ver cuándo inventan el acelerador de tiempo personalizado. Se
llamaría ATP.
La descendencia 17 Excodra XXXV