Excodra XXXV: La descendencia

Dos poemas
Pepa Herrán Flores
I
En esta noche sin luna como una perra solitaria
con hogueras en mis ojos merodeo por la playa;
y ando coja de ceniza y de arena que me halla.
El silencio es una llama muy difícil de apagar.
El silencio es una grieta profunda como un silencio.
Me paseo inadvertida entre gente que disfruta.
Esta senda cuesta arriba y cuesta abajo escogí yo.
Cuando el viento era negro y era esparto te perdí.
El silencio es un abismo que ahora hace de mi ruta.
El silencio pide a gritos que solventes mi blancura.
Ya no duermo de tan triste y apenada por las noches.
Las mañanas son peores con el sol que es una flecha.
Y así se muere entre tanto el pájaro gris de mi corazón.
Y en la senda del silencio nos hundimos tú y yo.
Cabo un hoyo en la arena con los dientes y apretando,
pensando a ver si te encuentro en esta fosa ya hecha.
Tú escogiste otro camino y el silencio va matando.
Tú encontraste en mí a un planeta muy perdido y solitario.
La descendencia 33 Excodra XXXV