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que no poseía casas o terrenos. Invitó a los que eran pobres y hambrientos, y que apreciarían las bonda<strong>de</strong>s provistas.<br />
"Los publicanos y las rameras -dijo Cristo- os van <strong>de</strong>lante al reino <strong>de</strong> Dios".* Por viles que sean los especímenes<br />
humanos que los hombres <strong>de</strong>sprecian y apartan <strong>de</strong> sí, no son <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>gradados, <strong>de</strong>masiado miserables para ser<br />
objeto <strong>de</strong> la atención y el amor <strong>de</strong> Dios. Cristo anhela que los seres humanos trabajados, cansados y oprimidos<br />
vengan a él. Ansía darles la luz, el gozo y la paz que no pue<strong>de</strong>n encontrarse en ninguna otra parte. Los mayores<br />
pecadores son el objeto <strong>de</strong> su amor y piedad profundos y fervorosos. El envía su Espíritu Santo para obrar en ellos<br />
instándoles con ternura y tratando <strong>de</strong> guiarlos al Salvador.<br />
El siervo que hizo entrar a los pobres y los ciegos informó a su señor: "Hecho es como mandaste, y aun hay lugar. Y<br />
dijo el Señor al siervo: Ve por los caminos y por 179 los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa".<br />
Aquí Cristo señala la obra <strong>de</strong>l Evangelio fuera <strong>de</strong>l círculo <strong>de</strong>l judaísmo, en los caminos y vallados <strong>de</strong>l mundo.<br />
En obediencia a este mandamiento, Pablo y Bernabé <strong>de</strong>clararon a los judíos: "A vosotros a la verdad era menester<br />
que se os hablase la palabra <strong>de</strong> Dios; mas pues que la <strong>de</strong>secháis, y os juzgáis indignos <strong>de</strong> la <strong>vida</strong> eterna, he aquí, nos<br />
volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz <strong>de</strong> los gentiles, para<br />
que seas salud hasta lo postrero <strong>de</strong> la tierra. Y los gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra <strong>de</strong>l<br />
Señor: y creyeron todos los que estaban or<strong>de</strong>nados para la <strong>vida</strong> eterna".*<br />
El mensaje evangélico proclamado por los discípulos <strong>de</strong> Cristo fue el anuncio <strong>de</strong> su primer advenimiento al mundo.<br />
Llevó a los hombres las buenas nuevas <strong>de</strong> la salvación por medio <strong>de</strong> la fe en él. Señalaba hacia su segundo<br />
advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio <strong>de</strong> la fe y la<br />
obediencia, <strong>de</strong> compartir la herencia <strong>de</strong> los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta<br />
época va unido con el anuncio <strong>de</strong> que la segunda venida <strong>de</strong> Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio <strong>de</strong> su<br />
aparición se han cumplido, y por la enseñanza <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios, po<strong>de</strong>mos saber que el Señor está a las puertas.<br />
Juan en el Apocalipsis predice la proclamación <strong>de</strong>l mensaje evangélico precisamente antes <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong><br />
Cristo. El contempla a un "ángel volar por en medio <strong>de</strong>l cielo, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a todos<br />
los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle<br />
honra; porque la hora <strong>de</strong> su juicio es venida".*<br />
En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la<br />
venida <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l hombre en las nubes <strong>de</strong> los cielos. 180 La proclamación <strong>de</strong>l juicio es el anuncio <strong>de</strong> que la<br />
segunda aparición <strong>de</strong>l Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se <strong>de</strong>nomina el Evangelio eterno. Así se ve<br />
que la predicación <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong> Cristo, el anuncio <strong>de</strong> su cercanía, es una parte esencial <strong>de</strong>l mensaje<br />
evangélico.<br />
La Biblia <strong>de</strong>clara que en los últimos días los hombres se hallarían absortos en las ocupaciones mundanas, en los<br />
placeres y en la adquisición <strong>de</strong> dinero. Serían ciegos a las realida<strong>de</strong>s eternas. Cristo dice: "Como los días <strong>de</strong> Noé, así<br />
será la venida <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l hombre. Porque como en los días antes <strong>de</strong>l diluvio estaban comiendo y bebiendo,<br />
casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio<br />
y llevó a todos, así será también la venida <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l hombre".*<br />
Tal ocurre en nuestros días. Los hombres se afanan en obtener ganancias y en la complacencia egoísta, como si no<br />
hubiera Dios, ni cielo, ni más allá. En los días <strong>de</strong> Noé la amonestación referente al diluvio fue enviada para <strong>de</strong>spertar<br />
a los hombres en medio <strong>de</strong> su impiedad y llamarlos al arrepentimiento. Así el mensaje <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong><br />
Cristo tiene por objeto arrancar a los hombres <strong>de</strong> su interés absorbente en las cosas mundanas. Está <strong>de</strong>stinado a<br />
<strong>de</strong>spertarlos al sentido <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s eternas, a fin <strong>de</strong> que <strong>de</strong>n oídos a la invitación que se les hace para ir a la<br />
mesa <strong>de</strong>l Señor.<br />
La invitación <strong>de</strong>l Evangelio ha <strong>de</strong> ser dada a todo el mundo, "a toda nación y tribu y lengua y pueblo".* El último<br />
mensaje <strong>de</strong> amonestación y misericordia ha <strong>de</strong> iluminar el mundo entero con su gloria. Ha <strong>de</strong> llegar a toda clase <strong>de</strong><br />
personas, ricas y pobres, encumbradas y humil<strong>de</strong>s. "Ve por los caminos y por los vallados -dice Cristo-, y fuérzalos<br />
a entrar, para que se llene mi casa".<br />
El mundo está pereciendo por falta <strong>de</strong>l Evangelio. Hay hambre <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios. Hay pocos que predican 181<br />
esa Palabra sin mezclarla con la tradición humana. Aunque los hombres tienen la Biblia en sus manos, no reciben las<br />
bendiciones que Dios ha colocado en ella para los que la estudian. El Señor invita a sus siervos a llevar su mensaje a