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palabras_de_vida_del_gran_maestro EGW

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pue<strong>de</strong> hallarse a muchas <strong>de</strong> estas almas. Muchas <strong>de</strong> ellas están en circunstancias muy humil<strong>de</strong>s, y por esto el mundo<br />

no las conoce. Hay muchos <strong>de</strong> quienes los ministros e iglesias nada saben. Pero en lugares humil<strong>de</strong>s y miserables<br />

ellos son testigos <strong>de</strong>l Señor. Pue<strong>de</strong>n haber tenido poca luz, y pocas oportunida<strong>de</strong>s para el <strong>de</strong>sarrollo cristiano; pero<br />

en medio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z, el hambre y el frío están tratando <strong>de</strong> ayudar a otros. Busquen los mayordomos <strong>de</strong> la<br />

múltiple gracia <strong>de</strong> Dios a estas almas, visítenlas en sus hogares, y por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu Santo atiendan sus<br />

necesida<strong>de</strong>s. Estudien la Biblia con ellas y oren con ellas, con la sencillez que el Espíritu Santo les inspire. Cristo<br />

dará a sus siervos un mensaje que será como pan <strong>de</strong>l cielo para el alma. Las preciosas bendiciones serán llevadas <strong>de</strong><br />

corazón a corazón, <strong>de</strong> familia a familia.<br />

La or<strong>de</strong>n dada en la parábola: "Fuérzalos a entrar", ha sido a menudo mal interpretada. Se ha consi<strong>de</strong>rado que<br />

enseña que <strong>de</strong>bemos forzar a los hombres a aceptar el Evangelio. Pero <strong>de</strong>nota más bien la urgencia <strong>de</strong> la invitación,<br />

la eficacia <strong>de</strong> los alicientes presentados. El Evangelio nunca emplea la fuerza para llevar los hombres a Cristo. Su<br />

mensaje es: "A todos los sedientos: Venid a las aguas". "Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven... Y el que quiere,<br />

tome 187 <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> la <strong>vida</strong> <strong>de</strong> bal<strong>de</strong>".* El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l amor y la gracia <strong>de</strong> Dios nos constriñen a venir.<br />

El Salvador dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y<br />

cenaré con él y él conmigo".* El no es ahuyentado por el <strong>de</strong>sprecio o <strong>de</strong>sviado por la amenaza, antes busca<br />

continuamente a los perdidos diciendo: "¿Cómo tengo <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarte?"* Aunque su amor sea rechazado por el corazón<br />

obstinado, vuelve a suplicar con mayor fuerza: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo". El po<strong>de</strong>r conquistador <strong>de</strong> su<br />

amor compele a las almas a acce<strong>de</strong>r. Y ellas dicen a Cristo: "Tu benignidad me ha acrecentado".*<br />

Cristo impartirá a sus mensajeros el mismo anhelante amor que tiene él para buscar a los perdidos. No hemos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cir meramente: "Ven". Hay quienes oyen el llamado, pero tienen oídos <strong>de</strong>masiado embotados para compren<strong>de</strong>r su<br />

significado. Sus ojos están <strong>de</strong>masiado cegados para ver cualquier cosa buena provista para ellos. Muchos<br />

compren<strong>de</strong>n su <strong>gran</strong> <strong>de</strong>gradación. Dicen: no soy digno <strong>de</strong> ser ayudado, <strong>de</strong>jadme solo. Pero los obreros no <strong>de</strong>ben<br />

<strong>de</strong>sistir. Sostened con ternura y piadoso amor a los <strong>de</strong>salentados e impotentes. Infundidles vuestro valor, vuestra<br />

esperanza, vuestra fuerza. Compeledlos por la bondad a venir. "A los unos en piedad, discerniendo: mas haced<br />

salvos a los otros por temor, arrebatándolos <strong>de</strong>l fuego".*<br />

Si los siervos <strong>de</strong> Dios quieren caminar con él por la fe, él impartirá po<strong>de</strong>r al mensaje que <strong>de</strong>n. Serán así capacitados<br />

para presentar su amor y el peligro <strong>de</strong> rechazar la gracia <strong>de</strong> Dios, para que los hombres sean constreñidos a aceptar<br />

el Evangelio. Cristo realizará maravillosos milagros si tan sólo los hombres quisieran hacer la parte que Dios les ha<br />

encomendado. En los corazones humanos pue<strong>de</strong> obrarse hoy una transformación tan <strong>gran</strong><strong>de</strong> como la que se operó en<br />

las generaciones pasadas. Juan Bunyan fue redimido <strong>de</strong> la profanidad y las borracheras; Juan Newton 188 <strong>de</strong> la trata<br />

<strong>de</strong> esclavos, para que proclamaran a un Salvador elevado en alto. Un Bunyan y un Newton pue<strong>de</strong>n redimirse <strong>de</strong><br />

entre los hombres hoy día. Mediante los agentes humanos que cooperen con los divinos serán reivindicados muchos<br />

pobres perdidos, quienes a su vez tratarán <strong>de</strong> restaurar la imagen <strong>de</strong> Dios en el hombre. Hay quienes han tenido muy<br />

escasas oportunida<strong>de</strong>s, y han transitado por los caminos <strong>de</strong>l error porque no conocían ningún camino mejor, a los<br />

cuales les llegarán los rayos <strong>de</strong> la luz. Como vinieron a Zaqueo las <strong>palabras</strong> <strong>de</strong> Cristo: "Hoy es necesario que pose<br />

en tu casa",* así vendrá a ellos la palabra; y se <strong>de</strong>scubrirá que aquellos a quienes se suponía pecadores endurecidos<br />

tienen un corazón tan tierno como el <strong>de</strong> un niño porque Cristo se ha dignado tenerlos en cuenta. Muchos se volverán<br />

<strong>de</strong> los más groseros errores y pecados, y tomarán el lugar <strong>de</strong> otros que han tenido oportunida<strong>de</strong>s y privilegios pero<br />

que no los han apreciado. Serán consi<strong>de</strong>rados los elegidos <strong>de</strong> Dios, escogidos y preciosos; y cuando Cristo venga en<br />

su reino, estarán junto a su trono.<br />

Pero "mirad que no <strong>de</strong>sechéis al que habla".* Jesús dijo: "Ninguno <strong>de</strong> aquellos hombres que fueron llamados,<br />

gustará mi cena". Habían rechazado la invitación, y ninguno <strong>de</strong> ellos fue invitado <strong>de</strong> nuevo. Al rechazar a Cristo, los<br />

judíos estaban endureciendo sus corazones, y entregándose al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás, hasta que les era imposible aceptar<br />

su gracia. Así es ahora. Si no se aprecia el amor <strong>de</strong> Dios, ni llega a ser un principio perdurable que ablan<strong>de</strong> y<br />

subyugue el alma, estaremos completamente perdidos. El Señor no pue<strong>de</strong> manifestar más amor que el que ha<br />

manifestado. Si el amor <strong>de</strong> Jesús no subyuga el corazón, no hay medios por los cuales podamos ser alcanzados.<br />

Cada vez que rehusáis escuchar el mensaje <strong>de</strong> misericordia, os fortalecéis en la incredulidad. Cada vez que <strong>de</strong>jáis <strong>de</strong><br />

abrir la puerta <strong>de</strong> vuestro corazón a Cristo, llegáis a estar menos y menos dispuestos a escuchar su voz que os 189<br />

habla. Disminuís vuestra oportunidad <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r al último llamamiento <strong>de</strong> la misericordia. No se escriba <strong>de</strong><br />

vosotros como <strong>de</strong>l antiguo Israel: "Efraim es dado a los ídolos; déjalo".* No llore Cristo por vosotros como lloró por<br />

Jerusalén, diciendo: "¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sus alas, y no

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