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palabras_de_vida_del_gran_maestro EGW

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agentes para hacer <strong>de</strong> la semilla, aparentemente tirada, una planta viva. Y él suple en la <strong>de</strong>bida proporción todo lo<br />

que se necesita para perfeccionar la cosecha. He ahí las hermosas <strong>palabras</strong> <strong>de</strong>l salmista:<br />

"Visitas la tierra, y la riegas; en <strong>gran</strong> manera la enriqueces con el río <strong>de</strong> Dios, lleno <strong>de</strong> aguas. Preparas el <strong>gran</strong>o <strong>de</strong><br />

ellos, cuando así la dispones. Haces se empapen sus surcos, haces <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r sus canales: ablándasla con lluvias,<br />

bendices sus renuevos. Tú coronas el año <strong>de</strong> tus bienes; y tus nubes <strong>de</strong>stilan grosura ".*<br />

El mundo material se halla bajo el dominio <strong>de</strong> Dios. Las leyes <strong>de</strong> la naturaleza son obe<strong>de</strong>cidas por la naturaleza.<br />

Todo expresa y obra la voluntad <strong>de</strong>l Creador. La nube y la luz <strong>de</strong>l sol, el rocío y la lluvia, el viento y la tormenta,<br />

todo se halla bajo la vigilancia divina, y rin<strong>de</strong> implícita obediencia a su mandato. Es en obediencia a la ley <strong>de</strong> Dios<br />

como el tallo <strong>de</strong>l <strong>gran</strong>o sube a través <strong>de</strong> la tierra, "primero hierba, luego espiga, <strong>de</strong>spués <strong>gran</strong>o lleno en la espiga".*<br />

El Señor <strong>de</strong>sarrolla estas etapas a su <strong>de</strong>bido tiempo porque no se oponen a su obra. ¿Y será posible que el hombre,<br />

hecho a la imagen <strong>de</strong> Dios, dotado <strong>de</strong>l raciocinio y <strong>de</strong>l habla, 60 sea el único que no aprecie sus dones y<br />

<strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>zca su voluntad? ¿Serán los seres racionales los únicos que causen confusión en nuestro mundo?<br />

En todas las cosas que tien<strong>de</strong>n al sostén <strong>de</strong>l hombre, se nota la concurrencia <strong>de</strong>l esfuerzo divino y <strong>de</strong>l humano. No<br />

pue<strong>de</strong> haber cosecha a menos que la mano humana haga su parte en la siembra <strong>de</strong> la semilla. Pero sin los agentes<br />

que Dios provee al dar el sol y la lluvia, el rocío y las nubes, no habría crecimiento. Tal ocurre en la prosecución <strong>de</strong><br />

todo negocio, en todo ramo <strong>de</strong> estudio y en toda ciencia. Y así ocurre también en las cosas espirituales, en la<br />

formación <strong>de</strong>l carácter, y en todo ramo <strong>de</strong> la obra cristiana. Tenemos una parte que cumplir, pero <strong>de</strong>bemos tener el<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la Divinidad para unirlo con el nuestro, o nuestros esfuerzos serán vanos.<br />

Cuando quiera que el hombre alcanza algo, sea en lo espiritual o en lo temporal, <strong>de</strong>be recordar que lo hace por<br />

medio <strong>de</strong> la cooperación con su Hacedor. Necesitamos <strong>gran</strong><strong>de</strong>mente compren<strong>de</strong>r nuestra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios. Se<br />

confía <strong>de</strong>masiado en los hombres, y en las invenciones humanas. Hay muy poca confianza en el po<strong>de</strong>r que Dios está<br />

listo para dar. "Coadjutores somos <strong>de</strong> Dios".* Inmensamente inferior es la parte que lleva a cabo el agente humano;<br />

pero si está unido con la divinidad <strong>de</strong> Cristo, pue<strong>de</strong> hacer todas las cosas por medio <strong>de</strong> la fuerza que él imparte.<br />

El <strong>de</strong>sarrollo gradual <strong>de</strong> la planta, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la semilla, es una lección objetiva en la crianza <strong>de</strong>l niño.<br />

Hay "primero hierba, luego espiga, <strong>de</strong>spués <strong>gran</strong>o lleno en la espiga". Aquel que dio esta parábola creó la semillita,<br />

le dio sus propieda<strong>de</strong>s vitales, y or<strong>de</strong>nó las leyes que rigen su crecimiento. Y las verda<strong>de</strong>s que enseña la parábola 61<br />

se convirtieron en una viviente realidad en la <strong>vida</strong> <strong>de</strong> Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual él<br />

siguió el or<strong>de</strong>n divino <strong>de</strong>l crecimiento ilustrado por la planta, así como <strong>de</strong>sea que todos los jóvenes lo hagan.<br />

Aunque era la Majestad <strong>de</strong>l cielo, el Rey <strong>de</strong> la gloria, nació como un niño en Belén, y durante un tiempo representó<br />

a la infancia <strong>de</strong>svalida mientras su madre lo cuidaba. En la niñez hizo las obras <strong>de</strong> un niño obediente. Habló y actuó<br />

con la sabiduría <strong>de</strong> un niño y no con la <strong>de</strong> un hombre, honrando a sus padres y cumpliendo sus <strong>de</strong>seos en formas<br />

útiles, <strong>de</strong> acuerdo con la capacidad <strong>de</strong> un niño. Pero en cada etapa <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sarrollo era perfecto, con la sencilla y<br />

natural gracia <strong>de</strong> una <strong>vida</strong> exenta <strong>de</strong> pecado. El registro sagrado dice <strong>de</strong> su niñez: "El niño crecía, y fortalecíase, y se<br />

henchía <strong>de</strong> sabiduría, y la gracia <strong>de</strong> Dios era sobre él". Y <strong>de</strong> su juventud se registra: "Jesús crecía en sabiduría, y en<br />

edad, y en gracia para con Dios y los hombres".*<br />

Aquí se sugiere la obra <strong>de</strong> los padres y los <strong>maestro</strong>s. Deben procurar cultivar las ten<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la juventud para que<br />

en cada etapa <strong>de</strong> su <strong>vida</strong> puedan representar la belleza natural propia <strong>de</strong> aquel período, <strong>de</strong>sarrollándose naturalmente<br />

como las plantas en el jardín.<br />

Los niños exentos <strong>de</strong> afectación y que actúan con naturalidad son los más atractivos. No es pru<strong>de</strong>nte darles atención<br />

especial, y repetir <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ellos sus agu<strong>de</strong>zas. No se <strong>de</strong>be estimular la vanidad alabando su apariencia, sus<br />

<strong>palabras</strong> o sus acciones. Ni <strong>de</strong>ben vestirse <strong>de</strong> manera costosa y llamativa. Esto aumenta el orgullo en ellos y<br />

<strong>de</strong>spierta la envidia en el corazón <strong>de</strong> sus compañeros.<br />

Debe cultivarse en los pequeños la sencillez <strong>de</strong> la niñez. Debe enseñárseles a estar contentos con los pequeños<br />

<strong>de</strong>beres útiles, y el placer y los inci<strong>de</strong>ntes propios <strong>de</strong> sus años. La niñez correspon<strong>de</strong> a la hierba <strong>de</strong> la parábola, y la<br />

hierba tiene una belleza peculiarmente suya. No se <strong>de</strong>be forzar a los niños a una madurez precoz, sino que <strong>de</strong>be 62<br />

retenerse tanto tiempo como sea posible la frescura y la gracia <strong>de</strong> sus primeros años.<br />

Los niñitos pue<strong>de</strong>n llegar a ser cristianos aunque tengan una experiencia proporcionada a sus años. Esto es todo lo

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