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palabras_de_vida_del_gran_maestro EGW

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lejos".<br />

El hombre que va a un país lejano representa a Cristo, quien, cuando dijo esta parábola estaba por partir <strong>de</strong> esta<br />

tierra para ir al cielo. Los "siervos" o esclavos <strong>de</strong> la parábola representan a los seguidores <strong>de</strong> Cristo. No somos<br />

nuestros. Hemos sido "comprados... por precio", "no con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre<br />

preciosa <strong>de</strong> Cristo"; "para que los que viven, ya no vivan para sí, mas para aquel que murió y resucitó por ellos".*<br />

Todos los hombres han sido comprados por este precio infinito. Al <strong>de</strong>rramar todos los tesoros <strong>de</strong>l cielo en este<br />

mundo, al darnos en Cristo todo el cielo, Dios ha comprado 262 la voluntad, los afectos, la mente, el alma <strong>de</strong> cada<br />

ser humano. Todos los hombres pertenecen a Dios, ya sean creyentes o incrédulos. Todos son llamados a servirle, y<br />

en el día <strong>de</strong>l juicio se requerirá <strong>de</strong> todos que rindan cuenta <strong>de</strong> la forma en que hayan respondido a esa <strong>de</strong>manda.<br />

Sin embargo, no todos reconocen los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> Dios. En la parábola se presenta como sus siervos a los que<br />

profesan haber aceptado el servicio <strong>de</strong> Cristo.<br />

Los seguidores <strong>de</strong> Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verda<strong>de</strong>ro objeto <strong>de</strong> la <strong>vida</strong> es<br />

el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley <strong>de</strong>l servicio, el servicio a Dios y a<br />

sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca <strong>de</strong> la <strong>vida</strong> <strong>de</strong> lo que jamás ellos<br />

habían conocido. Mediante una <strong>vida</strong> <strong>de</strong> servicio en favor <strong>de</strong> otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo.<br />

La ley <strong>de</strong>l servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.<br />

Cristo confía "sus bienes" a sus siervos: algo que puedan usar para él. Da "a cada uno su obra". Cada uno tiene su<br />

lugar en el plan eterno <strong>de</strong>l cielo. Cada uno ha <strong>de</strong> trabajar en cooperación con Cristo para la salvación <strong>de</strong> las almas.<br />

Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar <strong>de</strong>signado en<br />

la tierra don<strong>de</strong> hemos <strong>de</strong> trabajar para Dios.<br />

Los dones <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />

Los talentos que Cristo confía a su iglesia representan especialmente las bendiciones y los dones impartidos por el<br />

Espíritu Santo. "A éste es dada por el Espíritu palabra <strong>de</strong> sabiduría; a otro palabra <strong>de</strong> ciencia según el mismo<br />

Espíritu, a otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro, dones <strong>de</strong> sanida<strong>de</strong>s por el mismo Espíritu; a otro, operaciones <strong>de</strong><br />

milagros, y a otro, profecía, y a otro, discreción <strong>de</strong> espíritus; y a otro, género <strong>de</strong> lenguas; y a otro, interpretación 263<br />

<strong>de</strong> lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como<br />

quiere".* Todos los hombres no reciben los mismos dones, pero se promete algún don <strong>de</strong>l Espíritu a cada siervo <strong>de</strong>l<br />

Maestro.<br />

Antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar a sus discípulos, Cristo "sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo". Otra vez dijo: "He aquí, yo<br />

enviaré la promesa <strong>de</strong> mi Padre sobre vosotros".* Sin embargo, este don no fue recibido en su plenitud hasta<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la ascensión. No fue recibido el <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong>l Espíritu hasta que, mediante la fe y la oración, los<br />

discípulos se consagraron plenamente para efectuar la obra <strong>de</strong> Cristo. Entonces, en un sentido especial, los bienes<br />

<strong>de</strong>l cielo fueron entregados a los seguidores <strong>de</strong> Cristo. "Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cauti<strong>vida</strong>d, y dio dones a<br />

los hombres". "A cada uno <strong>de</strong> nosotros es dada la gracia conforme a la medida <strong>de</strong>l don <strong>de</strong> Cristo", y el Espíritu<br />

reparte "particularmente a cada uno como quiere".* Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verda<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuestra recepción <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios.<br />

La promesa <strong>de</strong>l Espíritu no se aprecia como se <strong>de</strong>biera. Su cumplimiento no se compren<strong>de</strong> como se podría. La<br />

ausencia <strong>de</strong>l Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Se pue<strong>de</strong> poseer sabiduría, talentos,<br />

elocuencia, todo don natural o adquirido; pero sin la presencia <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios no se conmoverá a ningún<br />

corazón ni ningún pecador será ganado para Cristo. Por el otro lado, si están relacionados con Cristo, si los dones <strong>de</strong>l<br />

Espíritu son suyos, los más pobres y los más ignorantes <strong>de</strong> sus discípulos tendrán un po<strong>de</strong>r que hablará a los<br />

corazones. Dios los convierte en los instrumentos que ejercen la más elevada influencia en el universo.<br />

Otros talentos<br />

Los dones especiales <strong>de</strong>l Espíritu no son los únicos talentos representados en la parábola. Ella incluye todos 264 los<br />

dones y talentos, ya sean originales o adquiridos, naturales o espirituales. Todos han <strong>de</strong> ser empleados en el servicio<br />

<strong>de</strong> Cristo. Al convertirnos en sus discípulos, nos entregamos a él con todo lo que somos y tenemos. El nos <strong>de</strong>vuelve

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