Revista Semana Santa de Mérida 2019

INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL
MÉRIDA I I Semana Santa 2019
PREGONES
vez, pero en esta ocasión, para despedirse de ella, de
su reina, de su pasión: De su Esperanza. Una despedida
sincera, de esas que sientes que te dejan un vacío, que
nunca alcanzarás a llenar, pero algo me quedaba claro
aquella mañana. El cielo, ya tenía nuevo capataz. El
capataz de la Esperanza. El que para nosotros, ¡siempre
será nuestro Capataz! Allá donde estés, ¡gracias
Hermano!
Tras este varapalo, teníamos que intentar continuar, y
al año siguiente, y como homenaje, fue su hijo, el que se
encargó de guiar nuestros pasos.
Ya en el año 2002, escribimos una nueva página en la
historia de la Cofradía: Estrenamos el nuevo paso de
palio, de Nuestra Señora de la Esperanza.
Una nueva etapa, en la que gracias a la constancia y al
sacrificio, el trabajo fue dando sus frutos. Todo se iba
refinando. Había que ponerse a otro nivel. La semana
santa de Mérida, lo demandaba. Seriedad, organización,
recogimiento. Todo ello formaba parte de ese nuevo
guion, en el que nos fuimos embarcando.
Poco a poco, pero siempre de frente, fuimos forjando
una cuadrilla con empaque, sólida, porque sobre todo
más que costaleros, somos un gran grupo de hermanos,
y eso se nota a la hora de trabajar.
Mi experiencia como costalero, no se queda aquí. En el
año 2001, a través de mi padre, entré a formar parte de
la cuadrilla de portadores de nuestra patrona, la Mártir
Sta. Eulalia. En mi familia, como supongo que os pasará
a muchos de los que hoy nos damos aquí cita, se nos
inculcó desde muy pequeños, el amor a Sta. Eulalia, el
amor a nuestra niña.
Un orgullo, un privilegio el de poder portar a nuestra
Patrona por las calles de nuestra ciudad. Aún recuerdo
esa primera vez que escuché el sonido de las campanillas
de su templete, aquel frío 9 de Diciembre, en el interior
de su Basílica.
Igualmente, he portado al Sagrado Corazón de Jesús
durante casi una década.
Y como no podía ser de otra manera, siempre tendrá
guardado un sitio muy especial en mi corazón Nuestro
padre Jesús de Medinaceli, al que tuve el honor de
portar durante dos años. Gracias al hermano mayor de la
cofradía Infantil, D. Emilio Nova, por dejarme cumplir
uno de mis sueños.
En estos 19 años bajo las trabajaderas, me quedo con
muchos momentos:
Recuerdo especialmente el día que llamé por teléfono a
Mayte, para decirle que desde ese mismo día, era una
más en nuestra cuadrilla. Su sueño, se había hecho
realidad. Se convertía en la primera mujer en formar
parte de nuestra cuadrilla de costaleros.
Recuerdo que en su primer año me pedía consejos, y
sólo pude darle uno: Si tienes que reír, ríe, si tienes que
llorar, llora, pero sobre todo, disfruta de este privilegio
que te has ganado. Esto es duro, y a veces da miedo, pero
que miedo tan bonito.
Me quedo también, con muchas personas a las cuales he
tenido el placer de conocer, mención especial a Losada,
Paco Caballero, Damián, Paco, Juan, Jose de La Fuente,
Miguel, Darío, Seve, Antonio y Pablo Redondo, Félix,
Cano, Diego, Jaime,… y a todos aquellos, con los que he
tenido el placer de compartir trabajadera, y como no, a
mi gran amigo Jesús Carracedo, al que Ntra.Sra. de la
Esperanza cruzó en mi camino, y que se ha convertido
en un pilar fundamental en mi vida y en la de mi familia.
Gracias a todos por tantos momentos. Gracias por
dejarme sufrir
a vuestro lado, gracias por
dejarme llorar junto a vosotros, pero sobre todo, gracias
por tener a gente como vosotros cuando las fuerzas
flaquean, cuando sientes que no te queda nada más
dentro que te ayude a mantenerte en pie.
Durante el trecenario de la Mártir Santa Eulalia de 2017,
el nuevo capataz del paso, D. Luis Aroca, me brinda la
oportunidad de trabajar en equipo junto a él, y a Miguel
Ángel Valiente. Para mí es todo un privilegio, y desde
aquí quiero dar gracias a él y al resto de la Asociación de
la Virgen y Mártir Santa Eulalia, por haber confiado en
mí. Un honor, pertenecer a esta gran familia Eulaliense.
Tras tres años como contraguía, en el paso de Ntra. Sra.
De la Esperanza, este año he sido nombrado Capataz.
Un orgullo, pero sobre todo, una gran responsabilidad.
Ahora me toca ser los ojos de esos costaleros, su voz. La
voz de esos valientes que por fe, y por devoción, realizan
un esfuerzo en muchos momentos sobrehumano, por
cumplir un sueño, una promesa, una penitencia.
Son días de muchos nervios, de mucho trabajo, para que
todo salga bien, pero nunca olvidemos principalmente
los capataces, que hay que cuidar a los costaleros.
Mimarlos, quererlos, y apoyarlos, sobre todo, cuando
las fuerzas escasean.
Un capataz, tiene que ser mucho más que una persona
que dirige un paso.
Un capataz se debe a sus costaleros, y tiene que
sentirse y entregarse a ellos, que para eso son la parte
fundamental de todo esto.
Un costalero, necesita sentir el calor de su capataz.
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